En homenaje a mi hermana del alma argentina y a Graciela, intento nuevamente darle forma a este blog. Y cuando digo mi hermana del alma argentina, así sin nombre, lo tiene, pero no quiere que sea conocido...ella igual sabe que es mi amiga del alma y en algún lugar del tiempo nos encontramos para ya no separarnos más...
lunes, 26 de diciembre de 2011
ACOMPÁÑAME.....
Mi regalo de Nochebuena fue saber que Morena tiene cáncer.
Y en realidad, yo te pido que me acompañes, pero lo que pido es que me ayuden a acompañarla.
San Francisco está mareado de tanto escucharme. Y no por eso digo que no me escuche.
Pero si somos más voces o más intenciones, y tal vez por no escucharnos tanto, le haga el milagro a Morena de sanarla.
No quiero que ella sufra. Y llegado el momento eso depende exclusivamente de mí.
Y el amor que le tengo no permitirá que sufra, aunque eso signifique un redoblado dolor.
Ahora estamos viviendo este tiempo de incertidumbre.
Necesita un milagro pequeño. Un poco más de vida buena.
Es por Morena que les pido. Ella es mi perro guardián pero es mucho más que eso, es mi ángel guardián.
He perdido, como todos, de todo en la vida.
He perdido a seres queridos, a mucha parte de mi familia, a nuestro campo, tan añorado. He perdido amigos, por cosas circunstanciales que al cabo del tiempo tampoco se pueden entender. Y ha sido así, porque así es la vida.
He perdido la autoestima. He perdido mucho de mi salud portentosa.
Hay cosas que se pueden recuperar y se recuperan, pasado cierto tiempo.
No querría perder a mi compañera de tantos años.
Tampoco podría consentir en su sufrimiento.
Por eso, humildemente les pido.
Para que ella esté lo mejor posible y por el mayor tiempo posible.
Cada uno de ustedes, con su intención, la ayudarán mucho.
Sé que es un animal. Y ya me dijeron que debería saber optar por las cosas importantes.
Morena es importante para mí.
Y yo se que soy importante para ella.
Y cualquiera de ustedes que perdiera dos segundos en pensar en Morena le harán mucho bién y yo no sabré como agradecerlo luego.
Por favor...les pido que la acompañen. Con seguridad, será acompañarme a mi también.
viernes, 23 de diciembre de 2011
MENSAJE DE NAVIDAD
Simplemente es un mensaje de amor.
No pretende ser otra cosa. Sólo eso.
Entramos en un tiempo muy especial. Estamos en los últimos tramos de una era.
Estamos pasando a otra bien diferente.
Y si en estos nuevos tiempos no nos dejamos gobernar por el Amor, habremos perdido el rumbo definitivamente.
Ya nada será igual y es una bendición que esto sea así. Porque definitivamente haremos uso del Libre Albedrío. Y tomaremos partido.
Lo vemos cada día que pasa. Vemos las locuras que suceden.
Vemos la desinformación a la cual nos condenan las cadenas de “información”.
Vemos los pueblos que mueren de hambre mientras se tiran a la basura toneladas de comida.
Vemos las ignominias a las cuales se someten a los más desprotegidos.
En mi hermoso país, se ha descubierto una red de prostitución infantil en la que se ha usado a ....un bebé de menos de un año. Y muero de dolor y de vergüenza.
Vemos a una Europa, otrora majestuosa, tambalearse. Pidiendo la colaboración de los países “emergentes” para hacer frente al desquicio que éllos mismos han perjeñado. Debería haberles alcanzado el feroz latrocinio al cual nos han sometido.
Vemos a Haití castigado y olvidado de todos. Y esto es un agujero en mi corazón.
Vemos a Colombia bajo agua.
Filipinas con demasiados muertos y más que demasiados desaparecidos, de los cuales nadie...ni siquiera comenta.
Igualmente, nuestra Madre Tierra reclama que la escuchemos.
Y somos tan obtusos que nuestra prioridad es comprar y comprar y gastar y hacer que Santa recorra las latitudes que no le pertenecen.
De todas formas, este es un mensaje de Navidad.
Es reconocer que nada pasa porque sí. Que todo tiene su forma y su fondo.
Es resaltar los valores que no se han ido. Los de la familia unida. Los de la fidelidad. Los del amor. Los de la lealtad.
Entonces mi mejor mensaje, más que nada para mí, es que no abortemos de las cosas verdaderamente importantes en la vida de cada uno.
Somos un compendio de todo. De nuestro pasado, de nuestro presente y tal vez, del futuro por venir.
Pero nuestra vida transita por este nuevo renacer.
Celebremos entonces un nuevo cumpleaños de nuestro Hermano. Invitémoslo con lo que tengamos.
Es el eterno olvidado de todos los festejos que lo festejan ....a El.
Es la primera vez que pasaré una Nochebuena en soledad. Y es la primera vez que en la Navidad estaré sola.
Pero sé que no será así.
Sé que estoy acompañada y querida y observada y cuidada.
Todos estamos así, porque no podemos negar nuestro origen.
Y si nuestro origen ha sido el amor, en estos momentos tan fuertes de la Humanidad, es bueno recordarlo y más que nada poder dar las gracias.
Feliz Navidad para todos!!!!!!
lunes, 19 de diciembre de 2011
PIRULA
Al pasar de los años pienso que nuestra casa fue bendecida con la llegada de animales que sabían lo que tenían que hacer para mantenernos al pendiente.
Cómo Pirula llegó a casa, no me acuerdo. Todos los mayores eran muy bicheros y siempre se descolgaban con alguna de estas “adquisiciones”...
Era una perra Doberman pero a la que no le habían cortado ni sus orejas ni su cola...es decir...era una Doberman de entre casa, sin pedigree.
Igualmente, el color maravilloso de su pelo y la plasticidad de su cuerpo te decía a las claras que no era un perro...marca perro. Con seguridad, era un perro que iba a más....
Ella se encargó de alegrarnos más con sus cachorros.
Y aquella perra y su cría andaba siempre en la vuelta.
Tan en la vuelta, que cuando íbamos, al regresar, puntualmente se encargaba de acompañarnos a la carretera.
Ese triste día pasó como siempre. Nos acompañaba hasta la ruta acompañada de sus cachorros que ya no eran chicos...grandecitos, alguno más que otro.
Por más que la mandábamos de vuelta a la casa, ella no hacía caso. Será que el libre albedrío vale para cualquier ser vivo?....Pienso que sí.
Mientras esperábamos que viniera el ómnibus ella y la cría iban y venían...cruzaban ese camino....hasta que allá, a lo lejos...vimos que venía el ómnibus que me traería de nuevo a las obligaciones cotideanas.
Delante del ómnibus una camioneta blanca, a demasiada velocidad.
Y pasó lo que era previsible.
Se llevó por arriba a todos los cachorros que quedaron lastimados y sangrantes pero con la fuerza suficiente como para salir de ese lugar diabólico.
El ómnibus llegaba. Y mi mamá y yo no sabíamos qué hacer con todo aquel desastre.
Subí al ómnibus. Saqué el boleto y ví como...cada vez más lejos mi madre trataba de ver dónde estaban y cómo estaban.
Viajé dos o tres kilómetros y me bajé. Y esperé un ómnibus de regreso.
Al llegar de nuevo al punto de partida, ya mi padrino venía con una carretilla para juntar los despojos de aquellos lindos animales heridos y asustados.
Se llevó a uno en ella. Los demás no aparecían.
Fue una tragedia.
Volví a mi casa en la ciudad y todo siguió, como siempre.
Mi mamá y mi padrino recorrían todo el lugar buscando a los perritos que no habían aparecido.
Y de nuevo la magia.
Entre los pastos altos escuchaban algunos quejidos. Buscaban y así apareció el segundo....destrozado y famélico, pero definitivamente salvado por ese amor incondicional que les teníamos.
Luego apareció el tercero.
Día a día...con mucha leche y aspirinas....se fueron fortificando y aliviando. Y de nuevo Pirula con sus perros en la vuelta....dando trabajo, pero definitivamente y por derecho propio, dueña de todo nuestro amor.
Pasó mucho tiempo con nosotros.
Pero llegó esa fatídica tarde de sábado. Yo ya había regresado, como todos los fines de semana.
Mamá y padrino trabajaban.
Una tormenta feroz se fue armando.... los truenos retumbaban y los relámpagos alumbraban en medio de la oscuridad del mediodía.
Estábamos con mi abuela en casa.
Vimos cómo Pirula se enloquecía.
Alguno de esos seres negros que nos rodean había conseguido su cometido...la habían envenenado.
Ver a aquel hermoso animal desquiciado...reaccionando desde el terror a cada fogonazo, es algo que nunca olvidaré en toda mi vida.
Aullaba...se quejaba, la expresión de desesperación....buscó abrigo.
Se metió en el grande galpón en el que teníamos con de todo. Máquinas, muebles, papeles...herramientas.
Yo miraba aterrada por una ventana que, en muchas oportunidades, me permitió ver muchas cosas....hasta la pasada del Haley....medio lejana, a las 3 de una mañana en donde el sueño, habrá sido, con seguridad, quien me permitió ver tanto!
Entonces mi mamá y mi padrino llegaron.
Mi abuela y yo encerradas, pero con la justeza de avisarles por una ventana lo que había pasado.
Cuando fueron a verla...ya agonizaba
Y de nuevo el amor para envolverla en algo de la familia. Cavar un foso. Y dejar que allí descansara para siempre.
Al irnos definitivamente de nuestra casa, quedaron allí tantos de nuestros perros!
Ellos saben que era nuestra casa por más que luego nos la estafaran. Y mi corazón, ya no dolido, vuelve una y otra vez a ese tiempo maravilloso en que era tan fácil compartir con nuestra familia y nuestras sombras....una a una se hizo importante y querida...y pasaron a ser esas cosas de nuestro pasado que no queremos cambiar.
Una hermosa y feliz niñez y los perros de cada etapa de nuestra vida hacen que hoy no tenga demasiadas cuentas pendientes.
Sí veo que, estos seres “condicionados” ...lo siento mucho Pavlov...siempre nos acompañaron y siempre...siempre...nos devolvieron el mismo amor que les dimos.
La lealtad la aprendí de mis mayores...y con total seguridad también de nuestros perros. Tal vez por eso, éllos sean tan importantes para mí.
Cómo Pirula llegó a casa, no me acuerdo. Todos los mayores eran muy bicheros y siempre se descolgaban con alguna de estas “adquisiciones”...
Era una perra Doberman pero a la que no le habían cortado ni sus orejas ni su cola...es decir...era una Doberman de entre casa, sin pedigree.
Igualmente, el color maravilloso de su pelo y la plasticidad de su cuerpo te decía a las claras que no era un perro...marca perro. Con seguridad, era un perro que iba a más....
Ella se encargó de alegrarnos más con sus cachorros.
Y aquella perra y su cría andaba siempre en la vuelta.
Tan en la vuelta, que cuando íbamos, al regresar, puntualmente se encargaba de acompañarnos a la carretera.
Ese triste día pasó como siempre. Nos acompañaba hasta la ruta acompañada de sus cachorros que ya no eran chicos...grandecitos, alguno más que otro.
Por más que la mandábamos de vuelta a la casa, ella no hacía caso. Será que el libre albedrío vale para cualquier ser vivo?....Pienso que sí.
Mientras esperábamos que viniera el ómnibus ella y la cría iban y venían...cruzaban ese camino....hasta que allá, a lo lejos...vimos que venía el ómnibus que me traería de nuevo a las obligaciones cotideanas.
Delante del ómnibus una camioneta blanca, a demasiada velocidad.
Y pasó lo que era previsible.
Se llevó por arriba a todos los cachorros que quedaron lastimados y sangrantes pero con la fuerza suficiente como para salir de ese lugar diabólico.
El ómnibus llegaba. Y mi mamá y yo no sabíamos qué hacer con todo aquel desastre.
Subí al ómnibus. Saqué el boleto y ví como...cada vez más lejos mi madre trataba de ver dónde estaban y cómo estaban.
Viajé dos o tres kilómetros y me bajé. Y esperé un ómnibus de regreso.
Al llegar de nuevo al punto de partida, ya mi padrino venía con una carretilla para juntar los despojos de aquellos lindos animales heridos y asustados.
Se llevó a uno en ella. Los demás no aparecían.
Fue una tragedia.
Volví a mi casa en la ciudad y todo siguió, como siempre.
Mi mamá y mi padrino recorrían todo el lugar buscando a los perritos que no habían aparecido.
Y de nuevo la magia.
Entre los pastos altos escuchaban algunos quejidos. Buscaban y así apareció el segundo....destrozado y famélico, pero definitivamente salvado por ese amor incondicional que les teníamos.
Luego apareció el tercero.
Día a día...con mucha leche y aspirinas....se fueron fortificando y aliviando. Y de nuevo Pirula con sus perros en la vuelta....dando trabajo, pero definitivamente y por derecho propio, dueña de todo nuestro amor.
Pasó mucho tiempo con nosotros.
Pero llegó esa fatídica tarde de sábado. Yo ya había regresado, como todos los fines de semana.
Mamá y padrino trabajaban.
Una tormenta feroz se fue armando.... los truenos retumbaban y los relámpagos alumbraban en medio de la oscuridad del mediodía.
Estábamos con mi abuela en casa.
Vimos cómo Pirula se enloquecía.
Alguno de esos seres negros que nos rodean había conseguido su cometido...la habían envenenado.
Ver a aquel hermoso animal desquiciado...reaccionando desde el terror a cada fogonazo, es algo que nunca olvidaré en toda mi vida.
Aullaba...se quejaba, la expresión de desesperación....buscó abrigo.
Se metió en el grande galpón en el que teníamos con de todo. Máquinas, muebles, papeles...herramientas.
Yo miraba aterrada por una ventana que, en muchas oportunidades, me permitió ver muchas cosas....hasta la pasada del Haley....medio lejana, a las 3 de una mañana en donde el sueño, habrá sido, con seguridad, quien me permitió ver tanto!
Entonces mi mamá y mi padrino llegaron.
Mi abuela y yo encerradas, pero con la justeza de avisarles por una ventana lo que había pasado.
Cuando fueron a verla...ya agonizaba
Y de nuevo el amor para envolverla en algo de la familia. Cavar un foso. Y dejar que allí descansara para siempre.
Al irnos definitivamente de nuestra casa, quedaron allí tantos de nuestros perros!
Ellos saben que era nuestra casa por más que luego nos la estafaran. Y mi corazón, ya no dolido, vuelve una y otra vez a ese tiempo maravilloso en que era tan fácil compartir con nuestra familia y nuestras sombras....una a una se hizo importante y querida...y pasaron a ser esas cosas de nuestro pasado que no queremos cambiar.
Una hermosa y feliz niñez y los perros de cada etapa de nuestra vida hacen que hoy no tenga demasiadas cuentas pendientes.
Sí veo que, estos seres “condicionados” ...lo siento mucho Pavlov...siempre nos acompañaron y siempre...siempre...nos devolvieron el mismo amor que les dimos.
La lealtad la aprendí de mis mayores...y con total seguridad también de nuestros perros. Tal vez por eso, éllos sean tan importantes para mí.
PINKY
Debe haber sido nuestra perra luchadora. La que levantó la bandera de la desigualdad y anduvo revoleándola, sin importarle consecuencias ni pedir permiso para eso.
Con seguridad, ella debe haber sentido la discriminación, mucho antes de que fuera una palabra tan usada en nuestros días y más que nada, un sentimiento que campea en tantos ámbitos.
Era muy pequeña. Pero no por ello, incompleta.
Y como los extremos siempre marcan presencia, esta nadita que andaba perdida, allá, en el suelo de la casa, vino a enamorarse....ayyyyyy...de un perro mucho más grande que ella.
Y si los humanos somos capaces de una picardía...por qué no Pinky sería capaz de cometerla...?
Y después de aquella broma, ella y Bochín se echaban a la sombra del ombú a esperar que pasara el tiempo correspondiente para ser realmente, padres.
La historia de los dos la he contado cuando hablé de él.
Pero esta Pinky debía, al menos, tener un relatito.
Allá quedó también, como tantos de nuestros perros, abrigada para siempre por nuestro amor y en el exacto lugar donde debía estar.
Con seguridad, ella debe haber sentido la discriminación, mucho antes de que fuera una palabra tan usada en nuestros días y más que nada, un sentimiento que campea en tantos ámbitos.
Era muy pequeña. Pero no por ello, incompleta.
Y como los extremos siempre marcan presencia, esta nadita que andaba perdida, allá, en el suelo de la casa, vino a enamorarse....ayyyyyy...de un perro mucho más grande que ella.
Y si los humanos somos capaces de una picardía...por qué no Pinky sería capaz de cometerla...?
Y después de aquella broma, ella y Bochín se echaban a la sombra del ombú a esperar que pasara el tiempo correspondiente para ser realmente, padres.
La historia de los dos la he contado cuando hablé de él.
Pero esta Pinky debía, al menos, tener un relatito.
Allá quedó también, como tantos de nuestros perros, abrigada para siempre por nuestro amor y en el exacto lugar donde debía estar.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
EL NIDO ESTÁ VACÍO
Después de muchos días de ver al nido en acción, con la paloma y el palomo y con el pichón, hoy está todo quieto.
Fue a fines de Octubre que descubrí el lugar donde habían anidado.
Día a día, vi a la paloma sentada, enfrentando los días inclementes. Al viento furioso de esta primavera y a la lluvia rezagada del invierno que pasó.
Se volvió una compañera cotidiana y buscada. Nunca salí a fumar un cigarrillo sin dejar de mirar hacia arriba, hacia ese lugar intrincado dentro del árbol y mi tranquilidad surgió de ver su contorno, dibujado casi apenas en medio de una maraña protectora.
Allí estaba mi paloma compañera.
Hoy también, en medio de la lluvia y el fuerte viento intenté penetrar la frondosidad del árbol. Pero está allí el nido vacío.
Estimo que el pichón ya estaba lo suficientemente fuerte como para volar.
Pero igual insistiré en ese nido.
La paloma que lo construyó ya la había conocido el año anterior y tengo la esperanza de verla nuevamente en el nuevo año. Tal vez haciendo un nido nuevo.
Tal vez, sólo viniendo a visitarme.
Ella es uno de nuestros hermanos menores, a los cuales no registramos y con seguridad descalificamos.
Para mí no es así. Vi su esfuerzo, vi su fortaleza, vi su constancia....día a día...
Y vi su amor. Claro, limpio y llano. Sin vueltas. Cumpliendo con el mandato de nuestra Madre Naturaleza.
Esta paloma ha sido mucho más inteligente que yo.
Tal vez dudó, cuando se alejó del nido. Pero volvió he hizo justamente lo que tenía que hacer.
Dar calor a una nueva vida. Insistir en que podamos seguir viviendo en nuestra amada Gaia, sin distinciones, sin exclusiones, sin verguenzas y sin dolores.
Sólo dejándose llevar por el fluir de la vida. Siendo como el río, que traspasa todos los escollos con una sola finalidad....fundirse en el mar.
Sigo aprendiendo, puntualmente, las lecciones que debo aprender.
Y esta vez, ha sido una paloma la que me las ha enseñado.
lunes, 12 de diciembre de 2011
EL GALPON DE LOS CONEJOS
(No es una foto de nuestros conejos. Pero da la exacta
perspectiva de lo enormes que eran. Y no es porque yo fuera chica.
Son así de grandes y hermosos)
Al lado de ese otro aljibe estaba el galpón de los conejos.
Cuando mis padres se fueron a vivir a la avícola criaban conejos de angora.
He visto alguna medalla, que en algún rincón de la casa debe estar, de uno de los premios recibidos.
Habían presentado un Gigante de Flandes que pesaba....diez kilos!!!!!!!
También en la Asociación Rural de mi país, concursaban con gallos y gallinas Legord. También ví, en su momento, las fotos, de aquellas bellas y blancas hermosas criaturas.
Pero en aquel galpón se criaban y guardaban y pelaban... los conejos.
Veo nítidamente a mi madre con alguno de aquellos enormes conejos peludos, apretándolos suavemente entre sus rodillas y pelándolos. Un suave movimiento sobre el pelo, pero a contrapelo, los dejaba rosados, mientras una montañita se hacía cada vez más espesa, con la exacta consistencia de una nube.
En esa época siempre tenía camperas de angora. Claro que no eran de nuestros conejos, pero tenían la misma suavidad y el mismo amoroso calor que se desprendía de aquellas fibras vivas.
Ese galpón estaba dividido como en cuatro estancias bien definidas.
Al principio en las dos que daban al este se guardaban los conejos.
Cuando ya no los criaron, en ese lugar había un espacio para alguna de las vacas, otro para los arreos de cada uno de los animales que se uncían, otro en donde se ponía la alfalfa, que se iba secando pasando los días y era el alimento de todos esos compañeros que allí vivían y otro, tan claro en mi memoria, donde quedaba Sombra, la mayoría de las noches.
Cada uno de esos lugares estaba claramente demarcado y cerrado.
Y ....era una casita bajo techo en la cual jugar muchas de las veces.
Mi mamá cuenta que una vez, mientras pelaba conejos, estaba con su hermano mayor, que a esa altura, era apenitas más jóven que mi mamá, que era muy jóven!
Se desató una tormenta fuerte. Ellos en el galpón, a dos pasos de la casa, pero sin moverse, porque el viento, la lluvia y la tormenta eléctrica no se lo permitían.
Así mi madre dice que hubo un trueno espantoso. Y sentados como estaban con mi tío Verónico, vieron entrar una luz, corriendo por el piso del galpón. Se quedaron como petrificados. Aquella luz rastrera recorrió algunos lugares y finalmente salió por la puerta para afuera....era una centella!!!!!
Imagino la palidez de mi madre, la de mi tío, y los nervios del pobre conejo, que además de estar quedándose sin pelos, se debe haber visto muy cerca de su partida.
Allí, en ese galpón jugábamos mucho.
Tantas veces nos balanceamos de los travesaños que sostenían su estructura.
Cocinábamos. Nos tirábamos de cabeza en el lugar de la alfalfa. Entrábamos por la puerta trasera y salíamos por la delantera, sin parar...qué pilas se tienen en la infancia. Mucho más en aquella. Nada de lo que existe hoy existía. Sólo la corriente eléctrica, pero en mi casa...no había.
En el espacio del cual era dueña Sombra, teníamos algo así como la pista de equilibrio, o de malabares...es decir, un recinto acotado, con los benditos palos, un espacio que no era nuestro y a la altura de nuestras cabezas, la batea en donde se ponía la comida de Sombra.
En el día Sombra no estaba allí. Pero sí nosotras.
Y como cada vez que se armó algún problema por nuestras tropelías, la que resultó lastimada fue...inevitablemente Esther.
La prueba era subirse, por los palos inamovibles a la altura de la batea. Allí, el balancearse de mentira....era intentar despegar el cuerpo de la estructura y hacer un salto y caer lo mejor posible.
Cada una probaba. Lo mejor que podía.
Así fuimos cayendo de a una al suelo, cubierto de pasto, que era la cama de nuestra amada yegua.
Claro, Esther no iba a caer como todas. Ella se las ingenió y voló. Desde los palos hasta la batea que dio en el medio de su estómago y se desplomó en el piso, que por más que nos quiso acompañar, a ella no pudo.
Siempre fuimos un poco trágicas. Pero aquellos susurros que pedían....agua...agua...nos hicieron comprender que Esther realmente no estaba bién después de su maravillosa caída....desmañada sobre la batea y finalmente en el suelo.
Ahí fue el exacto momento en que mi mamá se convirtió en la enfermera y reparadora de las cosas que iban sucediendo y que siguieron así por muchos años.
Nuestros conejos marcaron una época con su presencia en el galpón.
Fuimos heredando ese lugar y nos volvimos sus propietarias.
Como el pasto, como los animales que allí dormían guarecidos de cualquier noche fría, como nosotras mismas.
El campo aún está. Ya no más aquel galpón amigo.
Pero si en ese exacto lugar intentaran hacer una psicofonía...no dudo que aparecerían grabadas nuestras risas y nuestros llantos, los escándalos que armábamos y la enorme alegría que significaba vivir esa hermosa vida que los grandes nos dieron.
Aunque el galpón ya no esté, siempre estará en nuestra memoria, en el mejor de los recuerdos y en nuestro corazón.
Otro amigo de hierro...el galpón de los conejos.
viernes, 9 de diciembre de 2011
HABEMUS PICHONES!
Después de una semana volví al trabajo.
Una semana dura, con subidas y bajadas, igualita a una montaña rusa, como cuando eres chico.
Ahora, de grande, ni siquiera se me ocurriría. Pero de jóven...claro que andaba volando por los aires, creo que sin mucho donaire, pero volando...y feliz.
Pasó que después, en una etapa de mi vida, y muy a riesgo de que piensen que estoy para internar, yo creía que volaba.
Era una sensación tan cierta, tan veraz, que cuando lo comentaba veía las caras de los demás...angustiadas...pero mucho!
Pero yo seguía feliz y absolutamente convencida de que volaba.
Será que era sólo una ilusión...?
No creo.
Pero yo veía, desde donde vivía, a las golondrinas desde el lomo y no desde la panza.
No las veía desde abajo. Las veía y lo que es más, las veía desde arriba de éllas.
Tal vez eso creó mi realidad. Nunca pensé que era una ilusión.
Y deben haber sido muchos los días en que las acompañée, cuando con ese vuelo inconfundible y un piar menos inconfundible aún, volvían en cada primavera para anunciar que la vida aún seguía, que resurgía, que continuaba...inalterable, como el primer día y que su nido era el que habían armado antes de irse, pero para volver.
Sólo una vez me indicaron una desgracia por venir.
El 21 de Junio del 2003, día en que el invierno empieza a reinar en el hemisferio Sur, salí al patio de mi casa. Un día gris y ya de casi lluvias. Sentir su canto, como cuando vuelan, me llevó a no dudar de que andaban volando y sí...volaban por sobre mi patio el mismo exacto día en que empezaba nuestro invierno.
Sentí una angustia grande. Un dolor fuerte en el pecho. Una sensación de que algo no andaba demasiado bién. Nunca imaginé que mis amigas, las golondrinas, me estuvieran anunciando la muerte de mi padrino.
El enfermó ese 31 de Julio y el 29 de Agosto se había marchado de nuestro lado visible.
Éllas que me han dado tantas y tantas alegrías, esa vez, vinieron, tan fuera de fecha para decirme que alguien que amaba profundamente se iría.
Ahora están de nuevo entre nosotros. En el hemisferio Sur. Las veo desde Julio pero ya no me dan miedo. Hemos hecho tanto para cambiar el clima que no dudo que éllas, viajeras incansables, traten de llegar a los lugares donde pueden encontrar un poco de protección. Y sé que aquí es un buen lugar para vivir.
Lo del título nada tiene que ver con ellas, como ya habrán entendido.
Las palomas que anidaron en el árbol que está enfrente a donde trabajo...finalmente han tenido sus pichones.
Y después de una semana exigida junto a Morena, fui de nuevo a trabajar porque alguién me brindó la tranquilidad para hacerlo.
A ver...quién sino mi amiga de la infancia, con la que vivimos casi juntas, compartiendo todo...los juegos, las caídas, los rezongos..pero todo...las buenas, las malas, el acercamiento desde casi la cuna, el alejamiento por el que no nos entendemos los humanos... pero Esther, mi comadre, la madre de mi primer ahijado, se vino ayer para cuidar a Morena y para hablarnos todo y para reirnos y para llorar, porque la vida ha pasado y nos ha pasado a nosotras.
Así hoy pude ver que el nido que tanto me ha preocupado y que si seguía quieto con seguridad iba a dar a luz a un elefante, tiene, al menos....un pichón.
No puedo asegurar que no sean dos. Necesitaría un telescopio en cada ojo para poder asegurarlo.
Pero mis palomas, finalmente, tienen una vida diferente en el nido.
Y así, mi vocación de vuelo está nuevamente intacta.
En pocos días esos glotones habrán exprimido a su madre paloma, que tanto hace para ponerlos fuertes y seguros..algo así como hicieron con nosotros, cuando la vida empezó.
Por eso y por tantas otras cosas, yo no puedo confirmarles ahora, que no vuelo...
Es más, sé cierto que puedo hacerlo.
Y ninguna ilusión terrenal va a poner en tela de juicio mi realidad.
Soy un animal más, igual que las palomas.
Ellas caminan....por qué yo no puedo volar?
lunes, 5 de diciembre de 2011
DIAS EXTRAÑOS
Finalmente, debí consentir en la operación de Morena.
Pero mi ángel guardián, a pesar de sus locuras y sus ladridos, es un ser tierno y desvalido. Si la juzgaran por las marcas en mis antebrazos tal vez me dirían que vivo con un tigre de Bengala, pero ya sabemos cómo es el amor.
Y amándonos tanto las dos, sabemos que debemos tolerar algunas cosas.
Muchos tumorcitos y tumores de mamas. Su barriga es un matambre amoratado, cosido por todos lados. Ha pasado tranquila o más o menos. Pero ahora es el momento en que no quiere tomar los medicamentos.
Viene y se acuesta a mi lado y puedo verla y vigilarla. No debe tocarse todo lo que tiene, a riesgo de arrancarse algún punto...y, ni siquiera quiero pensar en eso.
El primer sueño de la noche lo dormimos las dos. Pero después ya no puedo dormir más porque ella tiende a lamerse en demasía y no quiero que la operación se vaya al carajo.
Vino Sol, mi amiga querida que vive en Buenos Aires, a acompañarnos.
Y claro, para la mayoría de la gente es una locura darle esta trascendencia a un animal.
Para mí no lo es.
Ella es mi compañera. La que sabe de mis risas y mis llantos. La que si me río, se sube con sus patas delanteras en mis muslos, que no pueden contenerla, sólo por hacerme fiestas, y si lloro, busca la forma de lamer mi cara con amor.
La que se ha portado tan mal que le he prometido pasarla por la máquina de picar carne para hacer chorizos...y la que es absolutamente deliciosa y entiende mis sentimientos.
He pedido tanto a San Francisco por ella, que ansío me haya escuchado.
Muy poca gente me ha preguntado por More. Menos, se ha interesado por lo que siento.
Pero bueno...es una lección más que la vida me da. Y así debo tomarla.
Pero confieso tener un miedo feroz.
No por el desinterés manifiesto de quienes me rodean. No. Pobrecitos éllos.
Tengo miedo de ya no poder hacer más nada.
Sé que hay un proceso que se debe cumplir. Pero ella es tragona y se come todo. Ahora escupió la carnecita con los medicamentos. Y me preocupa el tema.
Esto no aporta nada al blog. Es apenitas una vivencia más y además, relativa a un animal.
Ví que en Ucrania, donde en el 2012 habrá un campeonato de fútbol se han encargado de limpiar la ciudad de perros y gatos callejeros. La ciudad lucirá hermosa y limpia. Sólo que se amontonan en pilas interminables los animales que han matado. Envenenándolos o fusilándolos.
Y yo tengo el corazón en pedazos por mi perra.
Me gasto unos días de licencia en pos de acompañarla y más feliz que si hiciera un lindo viaje.
Todo es tan desproporcionado que muchas veces no entiendo.
Pero que yo no entienda no cambia nada en el mundo. Las cosas siguen pasando, hasta las más increíbles.
Si alguno de ustedes lee esto, les pido que le pidan a San Francisco por Morena.
martes, 29 de noviembre de 2011
WHALES
(Seguimos sin entender a nuestros compañeros de ruta.
Nos hemos encargado, puntualmente,
de hacerlos desaparecer de nuestra casa.
Seres privilegiados, a los cuales imitar, humildemente.
Pero no, nuestra soberbia es mucho más fuerte
que la Naturaleza que nos ha dado todo.
Y así vamos, ya sin rumbo fijo.
Perdida nuestra brújula.
El Norte que marca es apenitas lo que nos inducen
a consumir.
Será que en algún momento tomemos nuevamente
el timón de nuestra vida..?)
Ella, tan grande, muriendo
tiñiendo con su vida, el mar
luchando, acosada, muriendo
tan grande, perdiendo su identidad
Y el hombre, victorioso, pudiendo,
matando, logrando su afán!
terminando con su monarquía,
venciendo...venciendo?
Llegado el final de los dos,
ella tan grande murió
y él, tan pequeño, mató
tiñiendo con su vida, el mar
luchando, acosada, muriendo
tan grande, perdiendo su identidad
Y el hombre, victorioso, pudiendo,
matando, logrando su afán!
terminando con su monarquía,
venciendo...venciendo?
Llegado el final de los dos,
ella tan grande murió
y él, tan pequeño, mató
ME VIVO YENDO...
Me vivo yendo,
de mis amores, de mis afectos,
de mis dolores.
Como una opción, meditada,
abandónica.
Siempre me quedo.
Porque no puedo,
porque no quiero y no renuncio.
Y no abandono.
Que las opciones no son lineales,
que no me importan,
que no les temo.
Me voy quedando, aquí me quedo.
de mis amores, de mis afectos,
de mis dolores.
Como una opción, meditada,
abandónica.
Siempre me quedo.
Porque no puedo,
porque no quiero y no renuncio.
Y no abandono.
Que las opciones no son lineales,
que no me importan,
que no les temo.
Me voy quedando, aquí me quedo.
viernes, 25 de noviembre de 2011
LA NATURALEZA ES SABIA
Y con seguridad no tuve hijos por algún motivo.
Es que la paloma y el palomo están sentados, en el nido.
Cuando llegué hoy, el palomo buscaba comida. Al entrar, miré hacia arriba y allí estaba mi amiga, sentadita, cuidando los pichones que vendrán.
No los veré hasta el lunes. Y si nacen los pichones no se van a poner tan grandes tan rápidamente. Al menos, eso espero. Y veré otra actividad en el nido.
Verlos juntos en esta etapa ya del final, me puso muy feliz.
Aunque demasiado triste hoy, porque por nuestra ciudad manifestaron las Damas de Negro. Cualquiera de éllas, está comprometida con la causa o sufrió una pérdida que no me animaría a calificar de ninguna forma.
Hoy en Montevideo se manifestó en contra de la violencia doméstica.
Sin importar el género. Somos violentas las mujeres y son los hombres violentos.
Así se van yendo demasiadas vidas, en pos de la nada.
Y ver, de primera mano, cómo estos animales se cuidan, cómo uno alimenta al otro, cómo sin importar el tiempo que haga, están juntos, compenetrados de lo que han creado, me hace sentir muy feliz y al mismo tiempo no puedo disimular la tremenda vergüenza que siento.
En definitiva, sólo puedo agradecer.
Por ver las dos cosas. La tremenda injusticia, que todo en la sociedad lo permite, y la extrema paz de dos bellos hermanos, en los que no reparara nadie.
En este caso, sólo esta loca furiosa, que mira un poco más alto que la calle y que intenta ver lo que pasa dentro del follaje de un bello árbol.
Estaría muy bueno que intentáramos romper las barreras que nos separan de las otras gentes. Que nos sintiéramos iguales. Que no hubiera diferencias. Que el ser solidarios no fuera una consigna remanida y olvidada. Que reparáramos en lo poco y en lo mucho que pasa a nuestro alrededor.
Abrir los ojos.
Y mucho más que nada, abrir el corazón.
Ese órgano insignia en nuestro cuerpo terrenal. El primero que late y el último que termina de latir.
No dudo que estas hermosas palomas saben desde siempre lo que es el corazón.
Ellas lo tienen...como cualquier animal...como lo tenemos nosotros.
Y con seguridad, hacen mejor uso de él, del que hacemos los humanos.
Llega una nueva semana y espero estar allí para ver lo que pasa.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
EL VIAJE
Para Eduardo, un ser humano formidable,
con el que me reencontrée hace ya muchos años
1996-1997
Se ha ido, como tantos de mi amores
Y como éllos, sigue estando presente, cada día
porque es uno de los ángeles que me cuida
porque no se ha ido de mi corazón
Ya no tengo agujeros en él ante ninguna partida
toda la gente que he amado me habita
y sólo espero haber sido merecedora
del amor que me dieron
y por eso sé que siguen estando conmigo
Así como viviste en la gracia total de la vida,
en la Suya te has ido.
Y hoy nuestro tema no es tu muerte
sino tu vida.
Esa, que a partir de hoy no compartimos,
pero te pertenece.
Esa, que nos duele, ya por no verte
pero que es tuya, solo de vos.
Y la otra, tan dura para todos,
pero tan tierna y liberadora para tu dolor.
Por todo, el mejor de los recuerdos,
el que te mantiene cerca
de donde nunca te irás.
Que como compañero, como hombre y como amigo
no serás un recuerdo.
Nunca algo que se pierde en el tiempo,
siempre ese viajero
que nos espera también en nuestro viaje,
aunque hoy y por tu paz,
debemos dejarte partir, tranquilo.
martes, 22 de noviembre de 2011
RECOGER LOS HUEVOS
Esta es otra foto del tajamar donde tanto vivimos.
Mi papá en el agua, y mi prima Mabel y yo, no en un cajón de verdura, Mabel....no...era una caja de madera de una máquina Singer de coser....
El hombre de sombrero sentado es padrino y el que está a su lado, de bigotes y lentes, es mi tío Teto. De izquierda a derecha, mi abuela Margarita, mi mamá, Margara, una prima muy querida de la familia, mi tía Nelly, sentada, mi tía Mirta y abuela Celia....
Atrás del tajamar se ve uno de los gallineros...era el Chileno, así se llamaba y nunca supe por qué...ahí y al otro yo iba a recoger los huevos....y así esta historia para compartir con ustedes...
Así, como compartía con mi abuelo, todo lo que tenía que ver con las vacas y sus crías, también integraba el plantel de control de posturas, y también debía recoger los huevos, si así me tocaba.
Vivíamos en la avícola Cristina y el tema fundamental eran..... las aves.
Recuerdo un día, en que mi hermana era muy chiquita, de cochecito, en que mi mamá salió de la casa para hacer el control y recoger los huevos.
Yo también era chica.
Y mi mamá se fue a hacer lo que debía y me dejó cuidando a Alicia.
Con tal mala suerte que mi hermana empezó a llorar, desconsolada.
Yo, haciéndome la grande, empecé a mover el coche como acunándola, con la esperanza, tal vez, de que se callara.
Pero lo moví de tal manera que me quedé encerrada, en uno de los dormitorios, con el coche atracado, mi hermana chillando y yo....desesperada!
También empecé a llorar.
Cuando mi mamá regresó con los famosos huevos, Alicia lloraba y yo también...las dos, desconsoladamente.
Y acá vendrán las debidas justificaciones. Si mi hermana era de coche y si yo le llevo tres años y medio, yo debería tener cuatro años.
Demasiada responsabilidad para tan poca gente.....je!
Pero fuimos creciendo y yo sabía controlar y obviamente, recoger los huevos.
Un día mi mamá me mandó a hacer eso.
Pero parece que desde siempre yo intenté quedarme con la última palabra. Y rezongaba por lo bajo.
Tal vez luego, me volví más razonable...pero era de rezongar...
Y rezongaba, y seguía rezongando.
Mi mamá que era muy jóven y con demasiadas responsabilidades, callada.
Yo rezongando por lo bajo. Y seguía...
Pero me temo que no era tan por lo bajo, porque ella me iba oyendo.
En determinado momento, parecería, que aún rezongando, resolví que no había otra cosa que hacer que juntar esos huevos.
Agarré el canasto y salí de la casa. Siempre hablando por lo bajo.
Me hubiera salvado de lo que vino, si hubiera sabido el lenguaje de los mudos..
Estaban los losones en el patio...un poco más allá, el árbol con nuestras hamacas...
Al costado de ese árbol...un montecito de cañas.
Era lindo el montecito.
Allí nos metíamos para jugar, perdida nuestra estatura en la altura de aquellas benditas cañas.
Y pasando al lado de las cañas, escuché un....crac....como que alguien había roto una de esas lindas y altas cañas.
Y era tal cual.
Ese alguien era mi mamá, que harta de escucharme, vino a demostrarme quién mandaba en casa.
Hizo mondadientes con esa caña....los cortó uno a uno, en mis piernas.....y no me acuerdo de dolores....pero con certeza recuerdo claramente la humillación que sentí.
Nunca más reclamé al tener que recoger los huevos.
Esta anécdota quedó para la historia.
Porque una de esas vecinas nuevas que han sido nuestras amigas de toda la vida, le dijo a su mamá lo mala que era mi mamá al castigarme de esa forma.
Cuando volví, después de hacer el control, trayendo los huevos, la caña rota en mí, ya era una historia olvidada.
Fue la primera vez y la única que mi mamá me pegó.
Después, esta mujer que amo y que amaré por toda la eternidad, volvió sus castigos muchos más sofisticados.
Después, vinieron las penitencias.
Y aunque las disfrutaba enormemente, dos de esas tres semanas que pasé guardada en el dormitorio, después de ir a la escuela y almorzar, fueron injustas.
Pero ni modo....las pasé guardadita y sin chistar.
Se ve que lo mío siempre estuvo direccionado a los papeles, a los escritorios.
Siendo muy chica, mis Reyes Magos me dejaron el primero que tuve.
Propio, de toda propiedad.
Y allí tenía los cajones arreglados con todos los papeles...lápices y colores.
Hojas “Tabaré”, todas las libretitas imaginables... contornos de mapas del Uruguay....figuritas con brillantina para los deberes.
Y allí los hacía.
Siempre en casa habían libros.
Lamento la pérdida de uno, enorme, que tenía parte de la Historia Universal y en el que sumergía todas las veces que podía.
En realidad, era mi libro de penitencias. Aunque no creo que los Visigodos y el Imperio Austrohúngaro se hubieran enterado de mis pesares.
Semana que llegara para estar guardada, y libro que salía a la superficie...
Sería que lo tenía escondido, para que me acompañara cuando llegaba la hora del silencio?
No lo sé, como tampoco supe que fue de ese incondicional amigo que me acompañó no pocas veces.
La penitencia era una parodia que armaba mi mamá.
Me levantaba a la mañana, desayunaba y a la escuela.
Al mediodía volvía, y almorzaba.
Iba al baño y derechito al cuarto. Antes de tomar conciencia de que estaba en penitencia, había una siesta.
Reparadora, de tanto dolor!!!!!!
Después de la siesta, encierro.
Me quedaba en el dormitorio de mis padres. Tenía una ventana.
Al otro lado, mis amigas estaban porque aunque yo estaba penada, éllas seguían viniendo.
Y......jugaban con mi hermana.
Ella, en eterna libertad. Yo, confinada como cualquier reo.
Nos hacíamos adiós por el vidrio y si mamá las veía, en esa comunicación sutil, las espantaba....
Y allá me quedaba yo, sin los juegos habituales de las tardecitas, pero enredada en esas tantas historias que leía y mucho más...imaginaba.
Volver a la vida normal era como si liberaran a algún francés revoltoso que hubiera parado en La Bastilla....
Y de nuevo todo comenzaba.
Sin rencores, ni traumas....aunque debería consultar a algún especialista. Me resulta increíble que con esas penas que mi mamá me dio...yo siga amándola como el primer día.
Mi papá en el agua, y mi prima Mabel y yo, no en un cajón de verdura, Mabel....no...era una caja de madera de una máquina Singer de coser....
El hombre de sombrero sentado es padrino y el que está a su lado, de bigotes y lentes, es mi tío Teto. De izquierda a derecha, mi abuela Margarita, mi mamá, Margara, una prima muy querida de la familia, mi tía Nelly, sentada, mi tía Mirta y abuela Celia....
Atrás del tajamar se ve uno de los gallineros...era el Chileno, así se llamaba y nunca supe por qué...ahí y al otro yo iba a recoger los huevos....y así esta historia para compartir con ustedes...
Así, como compartía con mi abuelo, todo lo que tenía que ver con las vacas y sus crías, también integraba el plantel de control de posturas, y también debía recoger los huevos, si así me tocaba.
Vivíamos en la avícola Cristina y el tema fundamental eran..... las aves.
Recuerdo un día, en que mi hermana era muy chiquita, de cochecito, en que mi mamá salió de la casa para hacer el control y recoger los huevos.
Yo también era chica.
Y mi mamá se fue a hacer lo que debía y me dejó cuidando a Alicia.
Con tal mala suerte que mi hermana empezó a llorar, desconsolada.
Yo, haciéndome la grande, empecé a mover el coche como acunándola, con la esperanza, tal vez, de que se callara.
Pero lo moví de tal manera que me quedé encerrada, en uno de los dormitorios, con el coche atracado, mi hermana chillando y yo....desesperada!
También empecé a llorar.
Cuando mi mamá regresó con los famosos huevos, Alicia lloraba y yo también...las dos, desconsoladamente.
Y acá vendrán las debidas justificaciones. Si mi hermana era de coche y si yo le llevo tres años y medio, yo debería tener cuatro años.
Demasiada responsabilidad para tan poca gente.....je!
Pero fuimos creciendo y yo sabía controlar y obviamente, recoger los huevos.
Un día mi mamá me mandó a hacer eso.
Pero parece que desde siempre yo intenté quedarme con la última palabra. Y rezongaba por lo bajo.
Tal vez luego, me volví más razonable...pero era de rezongar...
Y rezongaba, y seguía rezongando.
Mi mamá que era muy jóven y con demasiadas responsabilidades, callada.
Yo rezongando por lo bajo. Y seguía...
Pero me temo que no era tan por lo bajo, porque ella me iba oyendo.
En determinado momento, parecería, que aún rezongando, resolví que no había otra cosa que hacer que juntar esos huevos.
Agarré el canasto y salí de la casa. Siempre hablando por lo bajo.
Me hubiera salvado de lo que vino, si hubiera sabido el lenguaje de los mudos..
Estaban los losones en el patio...un poco más allá, el árbol con nuestras hamacas...
Al costado de ese árbol...un montecito de cañas.
Era lindo el montecito.
Allí nos metíamos para jugar, perdida nuestra estatura en la altura de aquellas benditas cañas.
Y pasando al lado de las cañas, escuché un....crac....como que alguien había roto una de esas lindas y altas cañas.
Y era tal cual.
Ese alguien era mi mamá, que harta de escucharme, vino a demostrarme quién mandaba en casa.
Hizo mondadientes con esa caña....los cortó uno a uno, en mis piernas.....y no me acuerdo de dolores....pero con certeza recuerdo claramente la humillación que sentí.
Nunca más reclamé al tener que recoger los huevos.
Esta anécdota quedó para la historia.
Porque una de esas vecinas nuevas que han sido nuestras amigas de toda la vida, le dijo a su mamá lo mala que era mi mamá al castigarme de esa forma.
Cuando volví, después de hacer el control, trayendo los huevos, la caña rota en mí, ya era una historia olvidada.
Fue la primera vez y la única que mi mamá me pegó.
Después, esta mujer que amo y que amaré por toda la eternidad, volvió sus castigos muchos más sofisticados.
Después, vinieron las penitencias.
Y aunque las disfrutaba enormemente, dos de esas tres semanas que pasé guardada en el dormitorio, después de ir a la escuela y almorzar, fueron injustas.
Pero ni modo....las pasé guardadita y sin chistar.
Se ve que lo mío siempre estuvo direccionado a los papeles, a los escritorios.
Siendo muy chica, mis Reyes Magos me dejaron el primero que tuve.
Propio, de toda propiedad.
Y allí tenía los cajones arreglados con todos los papeles...lápices y colores.
Hojas “Tabaré”, todas las libretitas imaginables... contornos de mapas del Uruguay....figuritas con brillantina para los deberes.
Y allí los hacía.
Siempre en casa habían libros.
Lamento la pérdida de uno, enorme, que tenía parte de la Historia Universal y en el que sumergía todas las veces que podía.
En realidad, era mi libro de penitencias. Aunque no creo que los Visigodos y el Imperio Austrohúngaro se hubieran enterado de mis pesares.
Semana que llegara para estar guardada, y libro que salía a la superficie...
Sería que lo tenía escondido, para que me acompañara cuando llegaba la hora del silencio?
No lo sé, como tampoco supe que fue de ese incondicional amigo que me acompañó no pocas veces.
La penitencia era una parodia que armaba mi mamá.
Me levantaba a la mañana, desayunaba y a la escuela.
Al mediodía volvía, y almorzaba.
Iba al baño y derechito al cuarto. Antes de tomar conciencia de que estaba en penitencia, había una siesta.
Reparadora, de tanto dolor!!!!!!
Después de la siesta, encierro.
Me quedaba en el dormitorio de mis padres. Tenía una ventana.
Al otro lado, mis amigas estaban porque aunque yo estaba penada, éllas seguían viniendo.
Y......jugaban con mi hermana.
Ella, en eterna libertad. Yo, confinada como cualquier reo.
Nos hacíamos adiós por el vidrio y si mamá las veía, en esa comunicación sutil, las espantaba....
Y allá me quedaba yo, sin los juegos habituales de las tardecitas, pero enredada en esas tantas historias que leía y mucho más...imaginaba.
Volver a la vida normal era como si liberaran a algún francés revoltoso que hubiera parado en La Bastilla....
Y de nuevo todo comenzaba.
Sin rencores, ni traumas....aunque debería consultar a algún especialista. Me resulta increíble que con esas penas que mi mamá me dio...yo siga amándola como el primer día.
DÓNDE ESTÁS..?
No estás aquí, no puedes estarlo!
y sabiéndolo, no te busco entre nosotros
y no dejo de Creerte y de Sentirte a mi lado.
Pero si aquellos dos, hicieron tantos líos
cuántos no haríamos todos estos millones?
Y así te fuiste.
A esperarnos en ese momento mágico,
en que dejando de ser, empezamos a serlo
No te recrimino este abandono,
es que lo hemos merecido.
Pero sí estás atento...
Y por no sufrir más, te llevas las mejores vidas
tal vez no las mejores,
sí las más dolidas.
Y por eso, un día, espero encontrarte
frente a frente, hermanos.
Por ahora te pido...
No nos dejes tan solos!!!!
sábado, 19 de noviembre de 2011
Y PASO OTRA SEMANA MAS
La paloma sigue empollando.
Demorará, como las gallinas, veintiún días?
Porque la que empieza será la tercer semana.
Ella sigue atornillada a su nido. Y lo más increíble es que,
el palomo regresó.
Cuando llego en la mañana, él anda buscando comida y aunque
no lo he visto llegar al árbol con ella, muchas veces los veo
en el nido a los dos.
Cuánto deberíamos aprender de estos hermanos menores!
Pero seguimos siendo los de más arriba en la escala animal y, tal
vez por ese motivo, fortuito por demás, seguimos mirando por
arriba del hombro a estas bellas manifestaciones de la vida.
A lo largo de los siglos hemos hecho lo posible y lo imposible por
ir en contra de la Naturaleza.
Quedan restos de cordura en nosotros. Aún ahora los embarazos se
miden en lunas y no el tiempo inventado....por nosotros mismos!
Pero cada día insistimos en romper el mágico equilibrio del Universo.
Cada día comprendo más de adentro que de inteligentes no tenemos
nada. De depredadores, todo.
La alegría es que cada vez somos más los que reparamos en estas pequeñeces
y no tenemos ninguna vergüenza en manifestarlas.
Estamos al pendiente, las palomas y yo.
Sólo por el simplísimo hecho de hacer honor a la vida.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
MI HERENCIA
Muchos, pero muchos años atrás, era afecta a la tirada de cartas.
De tal manera, que también aprendí a tirarlas. Cosa que hace mucho tiempo no hago.
Pasando el tiempo, entendí, que lo único en lo que podía ayudar esa práctica, era el conocer, para cada quién, cómo era. Descubrir facetas de la personalidad que a veces no queremos admitir y que escondemos. Y siempre y cuando quien las tirara tuviera la buena intención de hacernos descubrir cosas y no lucrar con, tantas veces, la desesperación humana.
Y reiteradamente me habían dicho que recibiría una herencia.
Uno cree que una herencia se cuantifica, significa un monto, en la moneda que fuere.
Lo único que hubiera podido heredar, en ese sentido, fue nuestro campo, que puntualmente se ocuparon de robarnos. Pero esa es otra historia, que no ésta.
Conocí a Raúl. Una persona entrañable, con el personaje incluído.
El se encargó de mi computadora por bastante tiempo. Ese tiempo fue complicado para un hombre con conocimientos profundos, en un lugar, donde era difícil insertarse laboralmente.
Y por ahí, este humano se quedaba en mi casa, con Morena, mientras yo trabajaba.
El intentó, mandó su curriculum a demasiados lados, creo.
Y consiguió trabajo en Buenos Aires. Y para allá se marchó.
Y aunque su vida estaba en mi país, que es el mismo que el suyo, no era la primera vez que trabajaba fuera.
Todo iba en forma perfecta, que si no perfecta, iba.
Pero pasó que enfermó. Y no de un resfriado, precisamente.
Cáncer de pulmón. Uno de los más difíciles. Casi ciento por ciento incurable.
Cuando se fue, su mujer quedó acá, trabajando, también.
Frente a esa noticia, obviamente, se fue a acompañarlo.
Y allí vinieron operaciones feas. Un pulmón afuera. Recuperación. Pero el tema persistía.
Lo vi feliz. Lléndose los dos a un crucero, maravilloso...y vino un nuevo año con más problemas pero en él había un ansia de vivir, de tragarse la vida a borbotones...que lo hacía, parecía, inmortal.
Pasó ese año y nuevamente se fueron de crucero. Diciembre de 2009/Enero de 2010.
Si en algún momento han llegado a mis días de Reyes Magos pueden saber de lo que hablo.
El 6 de Enero de 2010 mi mejor regalo de Reyes fue recibirlos, de pasada, ya regresando a su lugar, los tres aquí...para comer unos panchos en La Pasiva, riéndonos, disfrutando, agradeciendo a la vida un minuto más en compañía.
Raúl volvió en Mayo. Llegó bién. Pero cada día que pasaba fue peor y cada vez peor.
Y así se fue para ya nunca más verlo. Hablamos muchas veces. Algunas estando internado y sin siquiera poder escuchar el susurro de su voz. Pero hablando y sabiendo los dos que no importa cuándo nos encontramos. Fue para toda la vida de él y para toda la Eternidad de los dos.
Cuando vendieron el apartamento que tenían en Pocitos, yo fui a buscar el sillón, impresionante, en la que me siento día a día a esta pc, y dos butacas que están en mi dormitorio.
Allí conocí a su esposa. Porque no la había conocido de antes.
Y allí comencé a recibir la herencia de la que tanto me habían hablado antes.
Heredé a Sol.
Al saber por ella que la cosa quemaba, empecé a planear mi viaje a Buenos Aires, para el otro fin de semana. No llegó ese día. Raúl se fue antes.
Estaba con mamá en casa cuando sonó el teléfono. Ella quiso atenderlo pero le dije que no...que era Sol.... que yo atendía.
Yo ya sabía.
Raúl se había marchado de este plano. Yo no podía viajar de apuro. Y de alguna manera, sé que debí estar con ella para abrazarla y contenerla. Pero ella sabe que cada segundo, cada minuto de esa partida, aún sin estarlo, siempre estuve.
Nos acompañamos mutuamente.
Y así llegó el día en el que las cenizas de mi amigo descansaran en su lugar favorito, allí, donde vivió tantas cosas, allí, donde se cayó hasta pelarse codos y rodillas.
Donde festejó junto a Sol algún Año Nuevo. Donde iban, sólo porque sí.
Sol vino a casa, como tantas veces, a partir de ese momento. Sólo que esa vez traía la urna.
Y allá nos fuimos una bella tardecita a La Estacada. Estaban allí, muchos de sus amigos. Su papá, su tío, su prima.
Un viento espantoso no nos dejaba avanzar sobre el espigón por donde dejaríamos lo que quedaba de aquella persona. Tan clara estoy que no su alma...esa se fue a donde debe estar.
Había personas mucho mayores que yo. Sin embargo, el pánico que yo sentí, con seguridad éllas no lo sintieron.
Este loco jodón, desfachatado, buen amigo, que tomaba whisky en una copita de nada, pero que se tomaba cincuenta....estaba presente...tan claramente lo estuvo que siempre decimos con Sol...Raúl estaba allí...
No fue la única vez. Claro. Este tipo nos conoce desde el pie y sabe como juntarnos.
Hemos ido de nuevo a La Estacada. Día maravilloso. Pero llegando..imposible de estar cerca del agua....y de nuevo mi amigo querido, jugándonos, una vez más, una broma....
Nos reunimos en una misa. Por él.
Y al cumplirse el año, nuevamente.
Viniendo de la iglesia, donde uno de sus compañeros, ahora sacerdote, ofició la misa...ver el cielo de la tardecita de un día maravilloso, tornarse oscuro, con presencias indescifrables....de nuevo lo mismo...Raúl estuvo allí.
Y me heredó a su amor.
No lo conocí de jóven. Pero ver el casamiento y la luna de miel, la pucha...era un bello hombre.
Completamente acompañado y para toda su vida por su mujer.
Eso me ha encantado.
De los dos.
Gente que se enamoró, que ha sido conciente del amor y coherente en la vida.
Y bueno...ésta va por ti, Sol.
Y por Raúl. Que como Gerardo, que ya no está, son los hermanos que me hubiera gustado tener en la vida, pero que...la vida me los regaló con prescindencia de la sangre.
Transitamos caminos desconocidos, insondables, extraños...pero con seguridad marcados y no por nosotros.
Y en alguno de esos caminos nos encontramos y yo recibí la herencia que Raúl, generosamente me dejó.
De tal manera, que también aprendí a tirarlas. Cosa que hace mucho tiempo no hago.
Pasando el tiempo, entendí, que lo único en lo que podía ayudar esa práctica, era el conocer, para cada quién, cómo era. Descubrir facetas de la personalidad que a veces no queremos admitir y que escondemos. Y siempre y cuando quien las tirara tuviera la buena intención de hacernos descubrir cosas y no lucrar con, tantas veces, la desesperación humana.
Y reiteradamente me habían dicho que recibiría una herencia.
Uno cree que una herencia se cuantifica, significa un monto, en la moneda que fuere.
Lo único que hubiera podido heredar, en ese sentido, fue nuestro campo, que puntualmente se ocuparon de robarnos. Pero esa es otra historia, que no ésta.
Conocí a Raúl. Una persona entrañable, con el personaje incluído.
El se encargó de mi computadora por bastante tiempo. Ese tiempo fue complicado para un hombre con conocimientos profundos, en un lugar, donde era difícil insertarse laboralmente.
Y por ahí, este humano se quedaba en mi casa, con Morena, mientras yo trabajaba.
El intentó, mandó su curriculum a demasiados lados, creo.
Y consiguió trabajo en Buenos Aires. Y para allá se marchó.
Y aunque su vida estaba en mi país, que es el mismo que el suyo, no era la primera vez que trabajaba fuera.
Todo iba en forma perfecta, que si no perfecta, iba.
Pero pasó que enfermó. Y no de un resfriado, precisamente.
Cáncer de pulmón. Uno de los más difíciles. Casi ciento por ciento incurable.
Cuando se fue, su mujer quedó acá, trabajando, también.
Frente a esa noticia, obviamente, se fue a acompañarlo.
Y allí vinieron operaciones feas. Un pulmón afuera. Recuperación. Pero el tema persistía.
Lo vi feliz. Lléndose los dos a un crucero, maravilloso...y vino un nuevo año con más problemas pero en él había un ansia de vivir, de tragarse la vida a borbotones...que lo hacía, parecía, inmortal.
Pasó ese año y nuevamente se fueron de crucero. Diciembre de 2009/Enero de 2010.
Si en algún momento han llegado a mis días de Reyes Magos pueden saber de lo que hablo.
El 6 de Enero de 2010 mi mejor regalo de Reyes fue recibirlos, de pasada, ya regresando a su lugar, los tres aquí...para comer unos panchos en La Pasiva, riéndonos, disfrutando, agradeciendo a la vida un minuto más en compañía.
Raúl volvió en Mayo. Llegó bién. Pero cada día que pasaba fue peor y cada vez peor.
Y así se fue para ya nunca más verlo. Hablamos muchas veces. Algunas estando internado y sin siquiera poder escuchar el susurro de su voz. Pero hablando y sabiendo los dos que no importa cuándo nos encontramos. Fue para toda la vida de él y para toda la Eternidad de los dos.
Cuando vendieron el apartamento que tenían en Pocitos, yo fui a buscar el sillón, impresionante, en la que me siento día a día a esta pc, y dos butacas que están en mi dormitorio.
Allí conocí a su esposa. Porque no la había conocido de antes.
Y allí comencé a recibir la herencia de la que tanto me habían hablado antes.
Heredé a Sol.
Al saber por ella que la cosa quemaba, empecé a planear mi viaje a Buenos Aires, para el otro fin de semana. No llegó ese día. Raúl se fue antes.
Estaba con mamá en casa cuando sonó el teléfono. Ella quiso atenderlo pero le dije que no...que era Sol.... que yo atendía.
Yo ya sabía.
Raúl se había marchado de este plano. Yo no podía viajar de apuro. Y de alguna manera, sé que debí estar con ella para abrazarla y contenerla. Pero ella sabe que cada segundo, cada minuto de esa partida, aún sin estarlo, siempre estuve.
Nos acompañamos mutuamente.
Y así llegó el día en el que las cenizas de mi amigo descansaran en su lugar favorito, allí, donde vivió tantas cosas, allí, donde se cayó hasta pelarse codos y rodillas.
Donde festejó junto a Sol algún Año Nuevo. Donde iban, sólo porque sí.
Sol vino a casa, como tantas veces, a partir de ese momento. Sólo que esa vez traía la urna.
Y allá nos fuimos una bella tardecita a La Estacada. Estaban allí, muchos de sus amigos. Su papá, su tío, su prima.
Un viento espantoso no nos dejaba avanzar sobre el espigón por donde dejaríamos lo que quedaba de aquella persona. Tan clara estoy que no su alma...esa se fue a donde debe estar.
Había personas mucho mayores que yo. Sin embargo, el pánico que yo sentí, con seguridad éllas no lo sintieron.
Este loco jodón, desfachatado, buen amigo, que tomaba whisky en una copita de nada, pero que se tomaba cincuenta....estaba presente...tan claramente lo estuvo que siempre decimos con Sol...Raúl estaba allí...
No fue la única vez. Claro. Este tipo nos conoce desde el pie y sabe como juntarnos.
Hemos ido de nuevo a La Estacada. Día maravilloso. Pero llegando..imposible de estar cerca del agua....y de nuevo mi amigo querido, jugándonos, una vez más, una broma....
Nos reunimos en una misa. Por él.
Y al cumplirse el año, nuevamente.
Viniendo de la iglesia, donde uno de sus compañeros, ahora sacerdote, ofició la misa...ver el cielo de la tardecita de un día maravilloso, tornarse oscuro, con presencias indescifrables....de nuevo lo mismo...Raúl estuvo allí.
Y me heredó a su amor.
No lo conocí de jóven. Pero ver el casamiento y la luna de miel, la pucha...era un bello hombre.
Completamente acompañado y para toda su vida por su mujer.
Eso me ha encantado.
De los dos.
Gente que se enamoró, que ha sido conciente del amor y coherente en la vida.
Y bueno...ésta va por ti, Sol.
Y por Raúl. Que como Gerardo, que ya no está, son los hermanos que me hubiera gustado tener en la vida, pero que...la vida me los regaló con prescindencia de la sangre.
Transitamos caminos desconocidos, insondables, extraños...pero con seguridad marcados y no por nosotros.
Y en alguno de esos caminos nos encontramos y yo recibí la herencia que Raúl, generosamente me dejó.
martes, 15 de noviembre de 2011
CENSO NACIONAL
SETIEMBRE-OCTUBRE DE 2011
REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
Nuestro censo estaba programado para todo Setiembre de 2011. Pero debió alargarse a lo largo de todo Octubre.
Este despliegue, sólo para censar a 3.500.000 de uruguayos.
Que sumandos a la Diáspora, seguimos siendo cada vez menos.
Imagino los cientos de miles de personas que debieron estar censando, allende El Plata.
Puertas adentro, se habían contratado algo así como a 7.000. Que, obviamente, no alcanzaron para nada, mucho menos teniendo en cuenta las deserciones.
Claro, nuestro censo ha ido un poco más lejos.
No se trató de censar a los habitantes de nuestro País. Se trató de ubicarlos por franjas, delineadas desde la base.
Algo que me molestó en demasía, fue tener que dar el nombre. Cuando se censa, se cuantifica o califica a gentes, con prescindencia de cómo se llame. Y si antes fui Juan Pueblo por qué ahora me debo llamar María Cristina?
Y por más que me juré llamarme Rosa García, este señor se apareció un domingo a la mañana, conmigo afuera de mi casa, terminando de hacer mandados, y era imposible para mí no decir mi verdadero nombre.
Fue mucho mejor que no ingresara, a mi casa.
Tal vez Morena no lo hubiera querido tener aquí. Mucho más, teniendo en cuenta, las profundas preguntas y respuestas inducidas.
Con mi actitud salvamos a un censista...o debería ser censor..? No me queda muy claro.
Que los ingresos, que si eres propietario o si alquilas, si tienes secarropa...o computadora, o televisores, a cuántos por habitación. Sin dudas, dependiendo de lo que puedas comprar o tener, integras una casilla o la otra.
Si como te calefaccionas en invierno y como te enfrías en verano.
Pero llegamos a una pregunta clave: su estado civil?
Y ahí se entró a complicar un poco la entrevista dominguera.
Frente a esa pregunta, yo, tengo una sola respuesta. Soltera.
Entonces esta buena persona, adiestrada en encontrarle las siete colas al perro, me ha preguntado si nunca estuve en pareja.
Y, como siempre trato de decir la verdad, le dije que sí, que había estado en pareja.
Para él eso significó aclarar el panorama. Me comunicó que yo era....separada de unión libre.
Todo ha cambiado mucho aquí. Como en el Mundo.
Pero hay cuatro estados civiles básicos. Soltero, divorciado, viudo o concubino.
Esto de saberme en la franja de.....separada de unión libre ha puesto mi cabeza al revés.
Estamos todos locos?
La sociedad ha cambiado, gracias a Dios. Mucha gente que no se ha casado pero que sí ha convivido por años, tiene los mismo derechos de una persona casada.
Pero qué cosa significa ser....separada de unión libre?
Creo que este pobre hombre al ver mi reacción debe haber puesto... soltera.
Pero, es que gratuitamente, se puede ser tan pelotudo?
Fue educado, si eso significa algo. Que sí sé, lo significa.
Con seguridad le deben haber tocado personas peores que yo.
Sin ir más lejos, un amigo.
Llegaron a su casa mientras dormía la siesta. Y si hay momentos íntimos y a no querer compartir...ese es la siesta. Hay que amar mucho a alguien, para permitir que por ahí, te la corten...
Pero que llamen a tu casa, a los gritos, diciendo....CENSOOOOOO
Bueno, pasó que este loco furioso se levantó mal de su siesta querida.
Asomó la cabeza y dijo, tan frescamente....Censo no vive aquí....
Quién es el Sr. Censo...?
Como estas anécdotas, debe haber, en mis País.... 3.500.000....!
Somos grises, callados, escondedores, criticones a ultranza, todos los tres millones y medio, recibidos de directores técnicos...poner la viga en el ojo ajeno es casi el deporte nacional...pero también somos solidarios y nos revolvemos adentro de nosotros mismos como cuando nos enteramos, ayer, que tres chicos, tal vez aburridos, han matado a palos a una perra.
Esto no entra en el Censo Nacional.
Y nos seguimos escondiendo atrás de una vergüenza infinita. Y de un dolor sin fin.
El chico que se encargó de matar a palos a esta pobre perrita, leí hoy, es trasplantado.
Y con seguridad nadie la ha enseñado que son muy pocas las personas que tienen una segunda oportunidad ante la muerte y que es su responsabilidad, ante cualquiera otra, privilegiar la vida.
Pero para las calificaciones de nuestro Censo Nacional...yo, soy......separada de unión libre.
Quiero creer, porque así lo siento, que Algo mucho más allá, mucho más arriba de nosotros, está en situación de hacer justicia.
Y tiene que ser así, porque desde mi experiencia, chiquita y acotada, sé, que la Justicia en manos de los hombres es un bien que se comercia como cualquier otro.
Y no debe ser así.
Los que se encargan de elaborar nuestras leyes, exclusivamente, por nuestro encargo, están en el Parlamento, porque allí los pusimos.
Pasa que nunca les pedimos cuentas. Nunca tocamos a una puerta para que nos expliquen cara a cara...qué poca cosa están haciendo por nosotros, mucho más, cuando cobran salarios que no cobra la gente común, que trabaja de sol a sol.
Y por estas menudencias, viene un desubicado a ponerme un estado civil que no tengo, y por estas mismas cosas permisivas, un descerebrado se abroga el derecho de quitarle la vida a un hermano...no importa a cuál reino pertenezca...
Mi Morena, mi perra querida, me muestra día a día, cuáles y cómo son los afectos.
Soy un animal pensante. Preferiría ser un animal que simplemente siente.
Pero la conclusión es, que seguiré siendo un animal. Igual a Morena, igualita. Con mucho de corazón y poco de mente.
Igual a la paloma que me acompaña día a día.
Qué pena tan grande los humanos que no entienden cómo es la cosa.
Pero hay muchos que siguen adelante, trabajando, luchando, tratando de devolverle a esta sociedad los valores que parece se ha ido.
Sigo pensando que siguen estando.
Y sigo sintiendo que a pesar de haber sido censados tan irresponsablemente, mi gente, la gente que me rodea, y la que existe en mi País, la mayoría, quiere para todos un lugar bello para vivir, que lo tenemos...una sociedad solidaria, que siempre dice presente y una gente entrañable en medio de la cual movernos...como todos los días.
Y un día más llega y allí nos encuentra a todos. Mano a mano y codo a codo, tratando de seguir siendo útiles, tolerantes, amorosos, comprensivos.
Y, en el mejor de los casos, sintiéndonos humanos, pero no por encima de nada...en igualdad de condiciones. Dios nos puso a todos aquí y por algo ha sido así.
domingo, 13 de noviembre de 2011
EL HIELERO
Crecer en el campo era, carecer de muchas cosas, aunque teníamos muchas más de las necesarias.
Cada día era una nueva aventura y disfrutábamos a manos llenas todo lo que la Naturaleza nos daba de la misma forma.
En casa había dos aljibes. Uno cuadrado, pegado a la casa y otro redondo, un poco más allá.
Se juntaba el agua dulce de lluvia y era fantástico cuando alguno ya iba quedando con poco agua.
Eso significaba que alguno de los hombres de mi casa bajaría a limpiarlo y a dejarlo en condiciones para cuando lloviera nuevamente.
Lógicamente, habrás pensado que yo también bajaba. Y así era. Un mucho de miedo pero mucha más curiosidad hacían que bajara siempre cuando esas limpiezas.
Y que desde el brocal, alguien me sostuviera por los brazos hasta que calzaba uno de mis pies en el primer escalón, eran demasiados sentimientos entremezclados... pánico, ansiedad, pero mucha alegría cuando me apoyaba en ese escalón y seguía bajando...
Hablar allá abajo y escuchar el eco, rebotando en esas cuatro paredes grises, era una experiencia inenarrable. Igualmente, y cuando tenían agua, muchas veces nos asomábamos y hablábamos, sólo para escuchar nuestras voces repetirse.
Esa agua fría y bajo tierra era la heladera de esos años en casi todas las casas.
Y allá se bajaba un balde con las botellas, para enfriar lo que luego se tomaría, frío, en el almuerzo o en la cena.
Pero al pasar el tiempo llegaron nuevos métodos de enfriamiento.
Y llegó el hielero.
Pasaba con su carro sobre las once de cada mañana y nos mandaban hasta la carretera, que quedaba a una escasa cuadra de la casa, a esperarlo.
Ibamos un poco de tiempo antes y nos subíamos a un árbol. En el lugar donde estaba la avícola la ruta tenía muchas subidas y bajadas. Así, y desde alguna rama compañera, veíamos al hielero que venía.
Nos bajábamos rápido y ahí sí, nos poníamos a la vera de la ruta. Él nos veía desde lejos y sabía que ahí debía parar y despacharnos la media barra de hielo, que pagábamos y nos apurábamos a llevar a la casa, para que llegara casi intacta.
Allí teníamos una heladera de madera con dos reparticiones bien definidas.
Una, de la mitad de la heladera para arriba, que se abría con una tapa desde arriba. La otra, en el frente, que tenía estantes y una puerta con una cerradura especial.
El hielo se envolvía en diario y se ponía en la parte de arriba. Allí botellas y leche. Manteca. En la parte de abajo, todo lo demás.
Obviamente, la puerta no tenía dispensador de agua ni de cubitos. El frío no era seco y no se descongelaba automáticamente. No tenía lugar para huevos ni verduras. Pero era nuestra heladera y cumplía su función a la perfección.
De más está decir que nunca se descompuso.
LO QUE NO PUDO SER
El 28 de Octubre de 2011 se ha inaugurado en Eslovaquia
el Monumento al Niño no Nacido.
Esta obra pertenece al escultor Martín Hudáceka, a quien no he podido contactar
para que me autorice a publicarla, pero no dudo que dijera que no.
Si así fuera, cuando pueda consultarlo, la sacaré de este sitio.
Una belleza extrema se desprende de esta escultura.
Y finalmente, una comprensión y un perdón por parte de un
angelito que siempre iluminará mi vida.
Y la vida de todas las madres que queriéndolo o no,
han abortado.
Fuiste ese rayo de luz que alegra los sentidos
el Monumento al Niño no Nacido.
Esta obra pertenece al escultor Martín Hudáceka, a quien no he podido contactar
para que me autorice a publicarla, pero no dudo que dijera que no.
Si así fuera, cuando pueda consultarlo, la sacaré de este sitio.
Una belleza extrema se desprende de esta escultura.
Y finalmente, una comprensión y un perdón por parte de un
angelito que siempre iluminará mi vida.
Y la vida de todas las madres que queriéndolo o no,
han abortado.
Fuiste ese rayo de luz que alegra los sentidos
una ilusión chiquita, pero posible
un empezar de nuevo de todas las cosas
un sentimiento profundo invadiendo mi vida.
También fugaz como el rayo,
la ilusión, el renacer y el sentir
Y casi teniéndote, he dejado de tenerte
sin darme cuenta siquiera que te ibas.
Otra vez todo quieto y oscuro.
Nos hubiéramos amado tanto!!!
Los dos nos necesitábamos para seguir
Yo te fallé al no darte nido
Tú me abandonaste al no sentir mi cariño
No nos entendimos, hijo
No luchamos contra esa oscuridad
a la que estás confinado
y en la que me has sumido.
Siendo casi nada, siempre serás todo
la luz, la ilusión, el fruto querido.
Y en algún momento y en algún lugar
estaremos juntos.
Tú debes saber que aún en el dolor
tu mamá te ama
sábado, 12 de noviembre de 2011
PASO TODA LA SEMANA
Y allá sigue empollando la linda paloma.
Parecería que en algún momento sale del nido. En busca de comida, con seguridad.
Me llevé arroz en una bolsita. Y cada tanto salgo con la mano llena de esos granos para ver si ella entiende mi ademán al esparcirlos por el suelo.
Aún no la he visto bajar a comer.
Pero sé que en algún momento lo hará.
Y así la ayudo un poco a no tener que alejarse mucho de su nido.
Ha habido mucho viento en esta primavera loca, más loca que ningún año antes.
Y ella se sigue meciendo al compás de las ramas que muchas veces me hace temblar pensando en la estabilidad de su nido.
Será que pueda ver a los pichones cuando nazcan?
Aunque, si no fuera así, tampoco me desesperaré.
Ella alegra mis días, uno tras otro.
Y sé que ella también se siente acompañada y feliz.
lunes, 7 de noviembre de 2011
SERÁ PORQUE LA PRIMAVERA ESTÁ INDECISA
Pero hoy, cuando llegué al trabajo, entre las ramas, que estrenan el verde veraniego del ciprés calvo....algo demasiado conocido aleteó.
Yo no podía creerlo. Pero allí estaba mi linda paloma. Y no es que sea mía.
Pero creo que estaba esperándome.
Pasé a su lado y la saludé.
Y en cada una de las veces que salí, allí estaba de nuevo ella, en su nido.
Ese que le vi hacer con tanto amor y que veía desde hace días abandonado.
El árbol está cruzando la calle y es muy frondoso. Así que para ver en su espesura debo mirar con mucha atención.
Pero cada vez que lo hice, desde su lugar, la paloma se movía como tranquilizándome...sí, estoy acá, volví.
Y me volvió lindo el día nublado.
Hoy también la paloma me enseñó.
Espero que mañana nos veamos. Sé que las dos lo necesitamos.
domingo, 6 de noviembre de 2011
EL INVIERNO Y LAS CARNEADAS
Eran muy fríos los inviernos de antes. Pero verdaderamente fríos.
Era levantarse en la mañana y ver el campo blanquear, caminar sobre esos pastos y sentirlos crujir. Saber que en cada lugar donde hubiera un poco de agua, ésta no estaba en su estado natural y conocido.
Cualquier balde que la tuviera, cualquier charquito, inclusive el tajamar, parecían una pista de patinaje, más grande o más pequeña....y esa capa de hielo, que se afinaba cada vez más, según iba subiendo el sol, también fue parte de nuestros tantos juegos.
Con seguridad andábamos muy abrigados. Porque en ninguna casa había ninguna clase de calor adicional que no fuera el cotideano y familiar. Las estufas no se conocían y al menos yo no recuerdo que la casa se calefaccionara con otra cosa que no fuera el calor de los cuerpos.
Estar en la cocina, con seguridad era, estar en el lugar donde realmente había un calor artificial. Y ese era el mejor lugar para la noche porque durante el día era impensable sentarse para estar abrigados.
Andar corriendo para todos lados, subirse a los árboles, salir disparando cuando el carnero nos corría, era más que suficiente para tener el calor necesario y no necesitar más nada.
Íbamos sí a la casa de quienes nos ayudaban en las carneadas. Estaban un poquito para abajo de nuestra avícola, cruzando la carretera.
Allí había una cocina económica enorme, en una cocina más enorme aún.
Tal vez no fuera todo tan grande, pero así nos lo parecía. Y fueron muchos los días que nos llegamos hasta esta casa de nuestros vecinos, con unas cuantas mandarinas, para ponerlas sobre la cocina y comerlas no tan heladas como estaban, cuando las habíamos arrancado de su correspondiente árbol.
Qué chismosas eran!
Imposible decir que no habíamos andado con éllas. En esa época, cualquier sabor era tan natural, saludable y penetrante que ninguna empresa de deshidratación de vegetales o frutas ha podido igualar jamás. Y me temo que nunca lo logrará.
Es increíble las cosas que nos roba la ciudad.
Y no me refiero a lo que no conoce la gente grande. Pienso en los locos bajitos, que no saben cómo ni por dónde, las cosas son como son.
Y es por esa niñez inigualable, vivida en la total libertad que da el campo y sus formas y maneras, que soy una agradecida de la vida.
Vivimos en un espacio hermoso, que tenía esos inviernos congelados, pero que también tenía unas bellísimas primaveras, locas de viento y días soleados.
Un espacio que se calcinaba en verano, sin ventiladores ni aire acondicionado.
Un espacio que entraba en receso cuando llegaba el otoño.
Allí todo cambiaba suavemente. Los árboles se iban quedando desnudos y en su ancentral sabiduría, no se quejaban por el despojo de sus hojas. No.
Éllos quedaban latentes, con toda su savia vivificante, y tranquilos...ya llegaría la primavera loca para despertarlos de ese sueño invernal.
En medio de todo ese panorama, llegaba la carneada de ese invierno.
Los chicos, de la casa o nuestras amigas, sólo participábamos después que se habían matado el ternero y el cerdo.
Si bien nunca participamos de las pariciones, tampoco participábamos de la matanza.
Era un terrible miedo escuchar el chillido del chancho...y salíamos de la casa con todo ese susto adentro, que al cabo del día, dejaba de existir de una manera totalmente natural.
Claro...esto a los vegetarianos les debe sonar horrible. Y con seguridad los vegetarianos actuales lo son, al haber abortado en algún momento, de la carne de nuestros hermanos. Igualmente, comer pescado algún día, significa exactamente lo mismo. La carne blanca también es de nuestros hermanos pero como no es roja, no reparamos que allí también hubo una matanza. Y no hablemos de los pollos de doble pechuga.....
Lo cierto es que, cincuenta o cincuenta y cinco años atrás, nadie se cuestionaba este tipo de cosas.
Las familias se unían y se ayudaban, con las cosas que estaban al alcance de sus manos.
Poder carnear un ternero y un cerdo significaba tener y poder compartir la comida de muchos, muchos días.....
Y ese día especial significaba, en principio, un ejército de grandes, que ocupaban cada uno su lugar, como si realmente estuvieran adiestrados.
Bajo el tanque de 200 litros de agua se armaba un fuego. Había agua caliente en abundancia porque al chancho se lo pelaba. Tal vez esto sea muy desagradable, pero realmente era así. Aquel bicho grande y gordo, antes de ser abierto, quedaba blanquito y sin ningún pelo.
Al ternero se lo cuereaba.
Había que ser muy diestro en estos temas, como lo sigue siendo hoy día cualquier paisano de mi país.
Y a partir del momento en que estos animales estaban prontos para todo el proceso que seguía....allá andábamos nosotras metidas en medio de toda esa gente que tenía ese día para trabajar afanosamente y fabricar chorizos, morcillas, derretir la grasa para meter en ella los chorizos, hacer el queso de cerdo, las butifarras, sacar los lomitos y los costillares para luego guardarlos en aquella grasa o en medio de la batea de madera que había hecho mi abuelo, tapados de sal....todo, todo....rapidito. Cortar las carnes y adobarlas....la maquinita de rellenar las tripas...y allá salían, perfectos, los chorizos que se iban a poner a secar.
Se adobaban los jamones
Ésos, irrepetibles e inolvidables, que sirvieron de merienda en mi niñez.
Abuelo Modesto los dejaba rojos de ají. Y ese fruto cumplía al pie de la letra su función....los curaba cada día y los hacía cada vez más gustosos.
Ahora he visto en varios lugares. Pero en ese momento pasaba por la ruta el panadero y traía unos panes grandes, redondos, con una cruz marcada en el medio....grandes.
Cortar dos rebanadas de ese pan maravilloso y una feta del jamón que seguía por mucho tiempo en la cocina y salir a comerlo...pagaría por repetirlo!
Cuando llegaba la tardecita de ese día tan ajetreado, nosotras no habíamos hecho otra cosa que andar molestando en medio de toda esa gente que sabía trabajar.
Tal vez alguna vez nos espantaron y mandaron a otro lugar....no lo sé....siempre anduvimos en la vuelta...nunca ayudamos en nada.....pero siempre nos anotamos para comer, calladitas la boca, aquellas delicias que sé, hoy, se siguen haciendo en las chacras o campos, aquí, a pocos kilómetros de la “civilización”....
Todo lo que se hacía, aún compartiendo, duraba por mucho tiempo. Con seguridad nada de eso llegaba al verano. Lo pienso ahora, como tantas veces y compruebo la sabiduría de nuestra Madre Tierra.
Pero llegaba la época de los higos. Y, como corresponde, también teníamos higueras. Y sólo cambiábamos de árbol. Si antes nos subíamos a un sauce...ahora era el momento de subirse a la higuera y comer, allá arriba, todos los higos que podíamos agarrar. Aquellos, los primeros, con la misma gotita de miel que le encantaba a Platero....
Primero, de cualquier manera...esa cáscara lechosa era abierta con los dientes y así mismo, sin ninguna clase de problemas....nos comíamos el higo.
Después de comernos varios, y de esa forma, la boca explotaba, roja y caliente...casi ya no se podía comer más nada...hasta el otro día, claro....
Me acuerdo claramente, una noche, y en medio de ese desastre elegido a conciencia, ver a mi madre hacer uno de aquellos maravillosos chorizos de rueda, en el sartén...y servirlo con el correspondiente huevo frito.....ayyyyyyyy.....
Hasta hoy día siento la imposibilidad de tragarme esa comida...pero como comprenderán, me la tragué y la disfruté toda, pasando a ser uno de esos sabores y olores únicos....como el café, recién molido....como el pan, recién horneado...como la tierra mojada, por una lluvia loca y espontánea.....como la calle en la que vivía mi Maestra....
Hoy, y gracias a esta magia de las letras, ví de nuevo con los ojos de mi corazón, cada lugar y cada rincón de aquellos días tan esperados.
Éramos todos iguales y siempre fuimos todos importantes.
Ví a mi abuelo.
Ví a mi papá y a mi padrino y a mi mamá...tan jóvenes!
Ví a Juancito Olivieri, tan grande y tan gordo....enorme....
Era quien realmente sabía acerca de manufacturar y volver comida a esos animales que habían sido tan generosos con nosotros. Y a sus hermanos, los de Juancito, que siempre fueron nuestros amigos.
Ví, lo que era la recría...toda la parte de adelante de alambre, y allí todos los chorizos y embutidos, oreándose....
Ví a mi hermana, chiquita, andar mezclada entre los que éramos más grandes...
Ví a mis amigas de toda la vida, Esther, Gladys y Yiya....tal vez queriendo ayudar, como tal vez, yo hubiera querido....pero con seguridad, no nos dejaron...esos grandes malos...!
En realidad lo que ví hoy, fue un bello tiempo de mi vida.
Con todos los exactos actores que allí estuvieron, como si cada uno de éllos fuera por el Oscar.
Ninguno pudo acceder a ese premio.
Y saben por qué?
Esto no fue una película.
Fue la maravillosa niñez que viví y con seguridad ninguno de éllos recibiría un premio por eso.
Sí se hicieron acreedores de mi admiración, de mi respeto y de todo mi amor.
Yo no sería quien soy si alguna de esta gente no hubiera estado en mi vida.
Así que, como ven, la premiada he sido yo.
Hoy, los inviernos, de alguna manera, son más cómodos.
No hay heladas ni pastos blancos en la ciudad.
Cuando camino, en la vereda, sólo las baldosas flojas apenas si se parecen a aquellos crujidos de mis pastos conocidos.
Hay calor artificial en nuestras casas.
La loza radiante, el aire acondicionado, la garrafa de supergas quieren ocupar el lugar del amor.
Yo no recuerdo haber sentido frío cuando niña.
A veces, ahora, sí se siente.
Era levantarse en la mañana y ver el campo blanquear, caminar sobre esos pastos y sentirlos crujir. Saber que en cada lugar donde hubiera un poco de agua, ésta no estaba en su estado natural y conocido.
Cualquier balde que la tuviera, cualquier charquito, inclusive el tajamar, parecían una pista de patinaje, más grande o más pequeña....y esa capa de hielo, que se afinaba cada vez más, según iba subiendo el sol, también fue parte de nuestros tantos juegos.
Con seguridad andábamos muy abrigados. Porque en ninguna casa había ninguna clase de calor adicional que no fuera el cotideano y familiar. Las estufas no se conocían y al menos yo no recuerdo que la casa se calefaccionara con otra cosa que no fuera el calor de los cuerpos.
Estar en la cocina, con seguridad era, estar en el lugar donde realmente había un calor artificial. Y ese era el mejor lugar para la noche porque durante el día era impensable sentarse para estar abrigados.
Andar corriendo para todos lados, subirse a los árboles, salir disparando cuando el carnero nos corría, era más que suficiente para tener el calor necesario y no necesitar más nada.
Íbamos sí a la casa de quienes nos ayudaban en las carneadas. Estaban un poquito para abajo de nuestra avícola, cruzando la carretera.
Allí había una cocina económica enorme, en una cocina más enorme aún.
Tal vez no fuera todo tan grande, pero así nos lo parecía. Y fueron muchos los días que nos llegamos hasta esta casa de nuestros vecinos, con unas cuantas mandarinas, para ponerlas sobre la cocina y comerlas no tan heladas como estaban, cuando las habíamos arrancado de su correspondiente árbol.
Qué chismosas eran!
Imposible decir que no habíamos andado con éllas. En esa época, cualquier sabor era tan natural, saludable y penetrante que ninguna empresa de deshidratación de vegetales o frutas ha podido igualar jamás. Y me temo que nunca lo logrará.
Es increíble las cosas que nos roba la ciudad.
Y no me refiero a lo que no conoce la gente grande. Pienso en los locos bajitos, que no saben cómo ni por dónde, las cosas son como son.
Y es por esa niñez inigualable, vivida en la total libertad que da el campo y sus formas y maneras, que soy una agradecida de la vida.
Vivimos en un espacio hermoso, que tenía esos inviernos congelados, pero que también tenía unas bellísimas primaveras, locas de viento y días soleados.
Un espacio que se calcinaba en verano, sin ventiladores ni aire acondicionado.
Un espacio que entraba en receso cuando llegaba el otoño.
Allí todo cambiaba suavemente. Los árboles se iban quedando desnudos y en su ancentral sabiduría, no se quejaban por el despojo de sus hojas. No.
Éllos quedaban latentes, con toda su savia vivificante, y tranquilos...ya llegaría la primavera loca para despertarlos de ese sueño invernal.
En medio de todo ese panorama, llegaba la carneada de ese invierno.
Los chicos, de la casa o nuestras amigas, sólo participábamos después que se habían matado el ternero y el cerdo.
Si bien nunca participamos de las pariciones, tampoco participábamos de la matanza.
Era un terrible miedo escuchar el chillido del chancho...y salíamos de la casa con todo ese susto adentro, que al cabo del día, dejaba de existir de una manera totalmente natural.
Claro...esto a los vegetarianos les debe sonar horrible. Y con seguridad los vegetarianos actuales lo son, al haber abortado en algún momento, de la carne de nuestros hermanos. Igualmente, comer pescado algún día, significa exactamente lo mismo. La carne blanca también es de nuestros hermanos pero como no es roja, no reparamos que allí también hubo una matanza. Y no hablemos de los pollos de doble pechuga.....
Lo cierto es que, cincuenta o cincuenta y cinco años atrás, nadie se cuestionaba este tipo de cosas.
Las familias se unían y se ayudaban, con las cosas que estaban al alcance de sus manos.
Poder carnear un ternero y un cerdo significaba tener y poder compartir la comida de muchos, muchos días.....
Y ese día especial significaba, en principio, un ejército de grandes, que ocupaban cada uno su lugar, como si realmente estuvieran adiestrados.
Bajo el tanque de 200 litros de agua se armaba un fuego. Había agua caliente en abundancia porque al chancho se lo pelaba. Tal vez esto sea muy desagradable, pero realmente era así. Aquel bicho grande y gordo, antes de ser abierto, quedaba blanquito y sin ningún pelo.
Al ternero se lo cuereaba.
Había que ser muy diestro en estos temas, como lo sigue siendo hoy día cualquier paisano de mi país.
Y a partir del momento en que estos animales estaban prontos para todo el proceso que seguía....allá andábamos nosotras metidas en medio de toda esa gente que tenía ese día para trabajar afanosamente y fabricar chorizos, morcillas, derretir la grasa para meter en ella los chorizos, hacer el queso de cerdo, las butifarras, sacar los lomitos y los costillares para luego guardarlos en aquella grasa o en medio de la batea de madera que había hecho mi abuelo, tapados de sal....todo, todo....rapidito. Cortar las carnes y adobarlas....la maquinita de rellenar las tripas...y allá salían, perfectos, los chorizos que se iban a poner a secar.
Se adobaban los jamones
Ésos, irrepetibles e inolvidables, que sirvieron de merienda en mi niñez.
Abuelo Modesto los dejaba rojos de ají. Y ese fruto cumplía al pie de la letra su función....los curaba cada día y los hacía cada vez más gustosos.
Ahora he visto en varios lugares. Pero en ese momento pasaba por la ruta el panadero y traía unos panes grandes, redondos, con una cruz marcada en el medio....grandes.
Cortar dos rebanadas de ese pan maravilloso y una feta del jamón que seguía por mucho tiempo en la cocina y salir a comerlo...pagaría por repetirlo!
Cuando llegaba la tardecita de ese día tan ajetreado, nosotras no habíamos hecho otra cosa que andar molestando en medio de toda esa gente que sabía trabajar.
Tal vez alguna vez nos espantaron y mandaron a otro lugar....no lo sé....siempre anduvimos en la vuelta...nunca ayudamos en nada.....pero siempre nos anotamos para comer, calladitas la boca, aquellas delicias que sé, hoy, se siguen haciendo en las chacras o campos, aquí, a pocos kilómetros de la “civilización”....
Todo lo que se hacía, aún compartiendo, duraba por mucho tiempo. Con seguridad nada de eso llegaba al verano. Lo pienso ahora, como tantas veces y compruebo la sabiduría de nuestra Madre Tierra.
Pero llegaba la época de los higos. Y, como corresponde, también teníamos higueras. Y sólo cambiábamos de árbol. Si antes nos subíamos a un sauce...ahora era el momento de subirse a la higuera y comer, allá arriba, todos los higos que podíamos agarrar. Aquellos, los primeros, con la misma gotita de miel que le encantaba a Platero....
Primero, de cualquier manera...esa cáscara lechosa era abierta con los dientes y así mismo, sin ninguna clase de problemas....nos comíamos el higo.
Después de comernos varios, y de esa forma, la boca explotaba, roja y caliente...casi ya no se podía comer más nada...hasta el otro día, claro....
Me acuerdo claramente, una noche, y en medio de ese desastre elegido a conciencia, ver a mi madre hacer uno de aquellos maravillosos chorizos de rueda, en el sartén...y servirlo con el correspondiente huevo frito.....ayyyyyyyy.....
Hasta hoy día siento la imposibilidad de tragarme esa comida...pero como comprenderán, me la tragué y la disfruté toda, pasando a ser uno de esos sabores y olores únicos....como el café, recién molido....como el pan, recién horneado...como la tierra mojada, por una lluvia loca y espontánea.....como la calle en la que vivía mi Maestra....
Hoy, y gracias a esta magia de las letras, ví de nuevo con los ojos de mi corazón, cada lugar y cada rincón de aquellos días tan esperados.
Éramos todos iguales y siempre fuimos todos importantes.
Ví a mi abuelo.
Ví a mi papá y a mi padrino y a mi mamá...tan jóvenes!
Ví a Juancito Olivieri, tan grande y tan gordo....enorme....
Era quien realmente sabía acerca de manufacturar y volver comida a esos animales que habían sido tan generosos con nosotros. Y a sus hermanos, los de Juancito, que siempre fueron nuestros amigos.
Ví, lo que era la recría...toda la parte de adelante de alambre, y allí todos los chorizos y embutidos, oreándose....
Ví a mi hermana, chiquita, andar mezclada entre los que éramos más grandes...
Ví a mis amigas de toda la vida, Esther, Gladys y Yiya....tal vez queriendo ayudar, como tal vez, yo hubiera querido....pero con seguridad, no nos dejaron...esos grandes malos...!
En realidad lo que ví hoy, fue un bello tiempo de mi vida.
Con todos los exactos actores que allí estuvieron, como si cada uno de éllos fuera por el Oscar.
Ninguno pudo acceder a ese premio.
Y saben por qué?
Esto no fue una película.
Fue la maravillosa niñez que viví y con seguridad ninguno de éllos recibiría un premio por eso.
Sí se hicieron acreedores de mi admiración, de mi respeto y de todo mi amor.
Yo no sería quien soy si alguna de esta gente no hubiera estado en mi vida.
Así que, como ven, la premiada he sido yo.
Hoy, los inviernos, de alguna manera, son más cómodos.
No hay heladas ni pastos blancos en la ciudad.
Cuando camino, en la vereda, sólo las baldosas flojas apenas si se parecen a aquellos crujidos de mis pastos conocidos.
Hay calor artificial en nuestras casas.
La loza radiante, el aire acondicionado, la garrafa de supergas quieren ocupar el lugar del amor.
Yo no recuerdo haber sentido frío cuando niña.
A veces, ahora, sí se siente.
sábado, 5 de noviembre de 2011
Apego
Y yo no sé hacerlo.
Es que cuesta tanto seguir el camino,
que ya está marcado y no conocemos
Es que por el día siempre me sorprendo,
también en la noche, aún en la mañana,
pensando, sintiendo.
Y es tan recurrente este sentimiento
que no reconozco ser inteligente.
Pero siempre estás. Aún no te has ido.
Es que no te dejo. No te lo permito
Porque como el aire, que por él yo vivo
yo te necesito, y no eres el aire
Aún sigues siendo...el hombre de mi vida
Es que cuesta tanto seguir el camino,
que ya está marcado y no conocemos
Es que por el día siempre me sorprendo,
también en la noche, aún en la mañana,
pensando, sintiendo.
Y es tan recurrente este sentimiento
que no reconozco ser inteligente.
Pero siempre estás. Aún no te has ido.
Es que no te dejo. No te lo permito
Porque como el aire, que por él yo vivo
yo te necesito, y no eres el aire
Aún sigues siendo...el hombre de mi vida
viernes, 4 de noviembre de 2011
Yo las ví así
Las ví construyendo su nido, las ví muy laboriosas, las ví compenetradas en su tarea porque era importante lo que se venía.
Pero en el todo en que vivimos, ninguna especie deja de sentir lo que sentimos.
Y si alguna vez hubo amor,
muchas veces deja de estar.
Y si mis papás se separaron porque ya no se amaban,
por qué no lo harían estas palomas que me han acompañado y alegrado tantos días!
Lo cierto es que la ví allí, sentada, amorosa, sin levantarse aún cuando el árbol se mecía tan fuertemente.
Pero el palomo se fue.
Y ella quedó sola y sin comer, abrigando ese nido de amor.
Hace días que veo esas ramas entretejidas, solas, y sin la paloma.
Ayer, y como cada vez que puedo, miré hacia arriba, hacia el árbol.
Las ramitas abandonadas.
No sé si había huevos en el nido.
Y en determinado momento vino la paloma, sola, se apoyó en una rama como para verme.
Y nos vimos.
Yo no le pregunté por qué se había ido.
Sé de abandonos.
Sé que vino a despedirse y me miraba con la misma atención con que yo la miraba.
Salgo cada vez que puedo pero ya no están allí.
Empezar una primavera extraña, con mucho de frío y más de dolores, no es lo que hubiera querido hacer.
Pero han puesto el mismo amor que yo le he puesto a mis cosas.
Las que puntualmente, casi siempre, no han salido bién.
Y así salgo todos los días, esperando verla.
Pero sé que ya no volverá hasta la otra primavera.
Y en ese tiempo mágico, del renacer de todas las cosas, yo sé que me encontraré con esta paloma que vino a mostrarme lo que yo también hice, en algún momento.
Yo también por abandono, abandoné.
Y por eso, nos perdonamos las dos.
Nuestro Padre sabe de cobardías, pero más sabe de amor.
Y sé que nos ha perdonado a las dos.
viernes, 28 de octubre de 2011
Descubrí el nido
Hace varios días que no las veía.
Ni buscando comida, ni encontrando ramitas.
Pero ayer me encontré de nuevo con mis palomas compañeras, con las que muchas veces he hablado y nos hemos entendido.
Entre el follaje tupido del gran árbol y en medio de sus ramas grises me pareció ver a una en el nido.
Ya me pasó una vez, viendo dentro de una gota de agua...ahhh Masaru Emoto cómo te entiendo!
Pero ver en la espesura...y ver a una paloma gris sentada en algo...entendí que ya habían terminado su nido.
Ayer de tarde hubo viento fuerte. El árbol se mecía no demasiado dulcemente y allí, la paloma sin chistar, como atada....está empollando!
No he visto al palomo. Ella no sale del nido y creo que el palomo le lleva la comida. Pero sigue allí.
Hoy salí varias veces para mirarla.
Y sé que ella vio lo que yo hacía.
Pero sigue allí, sin levantarse de su nido...dando el mismo calor que cualquier madre.
Algunas lo llevan adentro y otras por afuera pero ya he visto, el amor es el mismo.
No sé si veré a los pichones pero con seguridad estoy muy atenta.
Y seguiremos nuestra amistad sin palabras.
Las dos siendo lo mismo, una creación más de nuestro Creador.
Creo que voy a encontrar un nombre para esta paloma.
Al menos, intentaré buscarlo.
Mi hermana cumplía años en Buenos Aires
Alicia, vivía en Buenos Aires con su familia. Su esposo y Natalia, que apenas tenía un año y poco más.
Llegó Junio y nos animamos con mi mamá a hacernos ese viajecito juntas.
Ella iba cuando podía, lo mismo yo...pero coincidimos y nos mandamos.
Seis de la mañana, Plaza Libertad....O.N.D.A. era aún la compañía de transporte que nos llevaba a todos lados dentro de nuestro País. Con aquel galgo finito que se debe haber cansado de transitar para todos lados este suelo querido.
Y aquel junio pasó, como dos o tres después, de cerrarse la niebla sobre nuestras ciudades. Pero tupida y espesa.....donde ver era casi imposible y transitar....un milagro.
Y allá nos fuimos, con mi mamá, encantadas de viajar juntar para ver a mi hermana en su cumpleaños, pero en realidad...íbamos a ver a mi ahijada...que era una pelirroja chiquita, con una parla impresionante y que nos tenía del tomate, rojo como su pelo, a toda la familia.... Lo ideal sería que mi hermana no se enterara de esto, pero, bueno....
Casi paso a paso, llegamos a Colonia. Si hubiéramos caminado suave al lado del ómnibus, hubiéramos llegado con él.
Realmente no se veía nada y nuestra conexión para llegar a los Buenos Aires....era el...avión de ARCO....sigla de la que, si supe su significado, olvidé completamente al transcurrir el tiempo.
Pero, puntualmente, llegamos al "aeropuerto".
Bajamos del ómnibus, ingresamos e hicimos los trámites pertinentes.
Claro....del lado de afuera del aeropuerto no se veía nada.....pero, nada de nada!
Claramente recuerdo que muchas veces saqué.....la mano.....para afuera.
Más que claro recuerdo que no me la ví. Y lo único que la separaba de mis ojos era...la puerta.
Y allí nos anduvimos esperando que el cielo aclarara, que se oyera algún indicio de que volaríamos.....pero gracias a Dios...nadie dijo eso....
Como después de las 2 de la tarde, desistieron, y cada uno para su casa.
La opción era volverse a Montevideo, para viajar al otro día o quedarse, al costo de cada quien.
Y con mi mamá resolvimos quedarnos.
Y allá nos fuimos, en lo que ahora sería una Van, pero que antes era una simple camioneta Volfwagen, redondita y amarillita, tan útil para tantos menesteres...
Nos dejaron en un hotel con la promesa de regresarnos al Aeropuerto en la mañana del otro día.
Llovía a esa altura. La niebla se había empatotado y no sólo no nos dejaba ver. Te mojaba...y cómo!!!!!
Pero entramos al hotel como campeonas, sabiendo que nos podíamos quedar allí sin problemas...y empezó nuestra historia de neblinas en la ciudad de Colonia..más precisamente en.... Colonia del Sacramento....que debe haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad después de nuestra estada en ella...confirmaré las fechas...pero fue así!!!!!!
Habrá sido porque tanto la caminamos...?
Como nuestro viaje sería, más bien corto...ya mi previsora mamá había llevado la correspondiente torta de puerros...o de pescado, creo que era de pescado....que mi hermana le había pedido....así que ni bien nos instalamos en el hotel, pedimos bolsas de agua caliente para nuestras camas, mate......y con una lima de uñas de metal, que era nuestra, cortamos esa torta riquísima que lo único que esperaba era que la comiéramos...
Nos cominos una parte de ella...tomamos los correspondientes mates y nos acostamos con las correspondientes bolsas de agua caliente en nuestras camas...para descansar del viaje que no habíamos podido culminar.
A la tardecita....esto es decir...noche plena...nos despertamos.
Descansadas, bañadas, y viendo qué se podía hacer en esa ciudad desconocida pero nuestra,
a la luz de las velas, porque así lucían las luces de las calles.
Y allá, bajo lluvia, como todos esos días, empezamos a ir de un lado al otro.
Y así esa noche nos fuimos a una parrillada, cercana al hotel, obviamente.
Y cenamos disfrutando la comida y volvimos al hotel, creo que rodando.
A la mañana siguiente, todo arreglado, esperando que nos pasaran a buscar con destino al aeropuerto.
Puntualmente la camioneta pasó, y después de pagar nuestra noche en esa hermosa Colonia, nos fuimos todos de nuevo a esperar que el avión se animara a remontar.
Creo que la niebla fue nuestra mejor cómplice de esos días inolvidables.
Camina que te camina dentro de ese recinto acotado...sacando la mano para afuera....la pucha que he sido reiterativa...pero mucho más que yo, ese día imposible de ponerse claro...insistente en el gris, desechando el celeste que hubiera correspondido.
A las dos de la tarde, todo volvió a punto cero.
De nuevo nos llevaron al hotel. Ya ni nos acostamos, salimos a almorzar afuera.
Y antes de entrar al cine, llamamos por teléfono a mi hermana para decirle de nuestra desventura...igual que el día anterior.
Hablamos con ella...hablamos con la colorada chiquita que se moría mirando para el cielo y que cada vez que pasaba un avión decía.....mi abuela ya no viene...!!!!!
Juro por Dios que fue así....
Pero nuestra aventura coloniense aún no había tenido su completo premio.
Y para que nadie me venga diciendo que esto fue en 1940.....era 1976.....y lo aclaro porque, la película que vimos era de.....TARZAN........
Mamma mía....no sé si era que el cine era chico o la pantalla muy grande...si nos habían dado un palco al lado de ella o si teníamos microscopios en los ojos....pero qué enormemente grande era Jhonny Wesmüller.....!!!!!!!!
Los músculos de sus brazos eran tan grandes, pero tan grandes....que no podíamos creerlo....y mira que lo habíamos visto miles de veces en Montevideo....sería porque estabamos en Colonia????????
Nunca logré saberlo...pero mi mamá y yo salimos dando tumbos del cine....nunca habíamos visto algo tan, pero tan grande.......después sí...si no vimos, sentimos la más enorme injusticia....pero ese no era tiempo de andar pensando en pavadas...
Y ese día, en medio de almuerzos tardíos, películas locas y el enorme ansia de estar del otro lado del río, vino a suceder una espantosa tragedia en las Islas Canarias con dos enormes aviones, en donde los muertos sumaron más de 600.....
Y empezó un nuevo día. Y de nuevo pasaron por nosotras. Y de nuevo estuvimos en el aeropuerto, esta vez casi con la seguridad de seguir viaje, porque sacabas la mano y....un poco te la veías....
Y así, abordamos aquel pequeño pajarito que era el avión de Arco.....ayyyyyyyyy..!
Allí empezó una nueva aventura.
Yo había volado muchas veces pero para mi mamá era el debut.
Mira si ella se iba a poner a pensar en el horrible accidente de las Canarias....no lo hizo la muy canalla. A mí, se me deshacía el coco, pensando.
Y se sentó del lado de la ventanilla como para ver todo de cerquita....
Claro, aquel avioncito venido a menos, estaba cansado de cruzar el Plata a 600 metros de altura....es que veías al río color de león ahí nomás, y tenías la sensación de que si sacabas una mano, podías tocarlo. Tan cercano parecía.
Claro, ese día, la niebla persistía, pero éllos sabían que era baja.
Con lo cual, aquella nadita en la que volábamos se vino a más y subimos a más de 6000 metros de altura.
Mi madre como poseída. Fascinada, la muy inconciente. Queriendo que yo viera el maravilloso día que había por sobre las nubes y la niebla.
Y sí, era muy hermoso.
Lo supe por los lindos relatos de mi mamá....que ya se imaginaba que iba volando sobre la cordillera de los Andes pensando y diciendo a viva voz que era los mismísimos picos de la cordillera, nevados.....bueno...no lo decía así. Lo que decía era que se parecían.
Pero yo, muy lejos de disfrutar, había fijado la puerta de la cabina de los pilotos como mi brújula.
Se balanceaba al mismo ritmo de mi estómago, teniendo tan claro que al mismo ritmo se balanceaban mis ojos, debajo de las que aún eran mis cejas.
Casi en pánico, me percaté que nuestro fiel pájaro había empezado a descender la misma distancia que había subido.
Entramos nuevamente en la realidad neblinosa.
Siempre he creído que fue un milagro que en medio de esa cosa gris y pegajosa no hubiéramos chocado contra algo.
Finalmente, y en lugar de haber viajado 15 minutos fueron bastante más que media hora. Igual a mí, aquello me pareció un siglo de sufrimiento.
Llegamos al aeropuerto. Mi mamá se bajó del avión tan pero tan feliz....en la misma y exacta proporción en que yo me bajé verde del susto.
Y llegamos retrasadas al cumpleaños de mi hermana. Bueno....en realidad no llegamos.
Nos anduvimos entreteniendo unos días en esa ciudad maravillosa que es Colonia del Sacramento y que cuando conocí a la luz de un día claro, con certeza, me resultó irreconocible.
Anduvimos de continúo metidas en la niebla que se afinaba o se ponía más densa.
Que decididamente nos mojaba o simplemente, nos hacía una caricia luminosa y quedábamos en medio de una luz muy especial.
Siempre nos acompañó en esa estancia no calculada, pero definitivamente inolvidable.
Y por fin pudimos contarle a nuestra pelirroja bajita la maravillosa aventura que tuvimos, mi mamá y yo juntas.
Llegó Junio y nos animamos con mi mamá a hacernos ese viajecito juntas.
Ella iba cuando podía, lo mismo yo...pero coincidimos y nos mandamos.
Seis de la mañana, Plaza Libertad....O.N.D.A. era aún la compañía de transporte que nos llevaba a todos lados dentro de nuestro País. Con aquel galgo finito que se debe haber cansado de transitar para todos lados este suelo querido.
Y aquel junio pasó, como dos o tres después, de cerrarse la niebla sobre nuestras ciudades. Pero tupida y espesa.....donde ver era casi imposible y transitar....un milagro.
Y allá nos fuimos, con mi mamá, encantadas de viajar juntar para ver a mi hermana en su cumpleaños, pero en realidad...íbamos a ver a mi ahijada...que era una pelirroja chiquita, con una parla impresionante y que nos tenía del tomate, rojo como su pelo, a toda la familia.... Lo ideal sería que mi hermana no se enterara de esto, pero, bueno....
Casi paso a paso, llegamos a Colonia. Si hubiéramos caminado suave al lado del ómnibus, hubiéramos llegado con él.
Realmente no se veía nada y nuestra conexión para llegar a los Buenos Aires....era el...avión de ARCO....sigla de la que, si supe su significado, olvidé completamente al transcurrir el tiempo.
Pero, puntualmente, llegamos al "aeropuerto".
Bajamos del ómnibus, ingresamos e hicimos los trámites pertinentes.
Claro....del lado de afuera del aeropuerto no se veía nada.....pero, nada de nada!
Claramente recuerdo que muchas veces saqué.....la mano.....para afuera.
Más que claro recuerdo que no me la ví. Y lo único que la separaba de mis ojos era...la puerta.
Y allí nos anduvimos esperando que el cielo aclarara, que se oyera algún indicio de que volaríamos.....pero gracias a Dios...nadie dijo eso....
Como después de las 2 de la tarde, desistieron, y cada uno para su casa.
La opción era volverse a Montevideo, para viajar al otro día o quedarse, al costo de cada quien.
Y con mi mamá resolvimos quedarnos.
Y allá nos fuimos, en lo que ahora sería una Van, pero que antes era una simple camioneta Volfwagen, redondita y amarillita, tan útil para tantos menesteres...
Nos dejaron en un hotel con la promesa de regresarnos al Aeropuerto en la mañana del otro día.
Llovía a esa altura. La niebla se había empatotado y no sólo no nos dejaba ver. Te mojaba...y cómo!!!!!
Pero entramos al hotel como campeonas, sabiendo que nos podíamos quedar allí sin problemas...y empezó nuestra historia de neblinas en la ciudad de Colonia..más precisamente en.... Colonia del Sacramento....que debe haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad después de nuestra estada en ella...confirmaré las fechas...pero fue así!!!!!!
Habrá sido porque tanto la caminamos...?
Como nuestro viaje sería, más bien corto...ya mi previsora mamá había llevado la correspondiente torta de puerros...o de pescado, creo que era de pescado....que mi hermana le había pedido....así que ni bien nos instalamos en el hotel, pedimos bolsas de agua caliente para nuestras camas, mate......y con una lima de uñas de metal, que era nuestra, cortamos esa torta riquísima que lo único que esperaba era que la comiéramos...
Nos cominos una parte de ella...tomamos los correspondientes mates y nos acostamos con las correspondientes bolsas de agua caliente en nuestras camas...para descansar del viaje que no habíamos podido culminar.
A la tardecita....esto es decir...noche plena...nos despertamos.
Descansadas, bañadas, y viendo qué se podía hacer en esa ciudad desconocida pero nuestra,
a la luz de las velas, porque así lucían las luces de las calles.
Y allá, bajo lluvia, como todos esos días, empezamos a ir de un lado al otro.
Y así esa noche nos fuimos a una parrillada, cercana al hotel, obviamente.
Y cenamos disfrutando la comida y volvimos al hotel, creo que rodando.
A la mañana siguiente, todo arreglado, esperando que nos pasaran a buscar con destino al aeropuerto.
Puntualmente la camioneta pasó, y después de pagar nuestra noche en esa hermosa Colonia, nos fuimos todos de nuevo a esperar que el avión se animara a remontar.
Creo que la niebla fue nuestra mejor cómplice de esos días inolvidables.
Camina que te camina dentro de ese recinto acotado...sacando la mano para afuera....la pucha que he sido reiterativa...pero mucho más que yo, ese día imposible de ponerse claro...insistente en el gris, desechando el celeste que hubiera correspondido.
A las dos de la tarde, todo volvió a punto cero.
De nuevo nos llevaron al hotel. Ya ni nos acostamos, salimos a almorzar afuera.
Y antes de entrar al cine, llamamos por teléfono a mi hermana para decirle de nuestra desventura...igual que el día anterior.
Hablamos con ella...hablamos con la colorada chiquita que se moría mirando para el cielo y que cada vez que pasaba un avión decía.....mi abuela ya no viene...!!!!!
Juro por Dios que fue así....
Pero nuestra aventura coloniense aún no había tenido su completo premio.
Y para que nadie me venga diciendo que esto fue en 1940.....era 1976.....y lo aclaro porque, la película que vimos era de.....TARZAN........
Mamma mía....no sé si era que el cine era chico o la pantalla muy grande...si nos habían dado un palco al lado de ella o si teníamos microscopios en los ojos....pero qué enormemente grande era Jhonny Wesmüller.....!!!!!!!!
Los músculos de sus brazos eran tan grandes, pero tan grandes....que no podíamos creerlo....y mira que lo habíamos visto miles de veces en Montevideo....sería porque estabamos en Colonia????????
Nunca logré saberlo...pero mi mamá y yo salimos dando tumbos del cine....nunca habíamos visto algo tan, pero tan grande.......después sí...si no vimos, sentimos la más enorme injusticia....pero ese no era tiempo de andar pensando en pavadas...
Y ese día, en medio de almuerzos tardíos, películas locas y el enorme ansia de estar del otro lado del río, vino a suceder una espantosa tragedia en las Islas Canarias con dos enormes aviones, en donde los muertos sumaron más de 600.....
Y empezó un nuevo día. Y de nuevo pasaron por nosotras. Y de nuevo estuvimos en el aeropuerto, esta vez casi con la seguridad de seguir viaje, porque sacabas la mano y....un poco te la veías....
Y así, abordamos aquel pequeño pajarito que era el avión de Arco.....ayyyyyyyyy..!
Allí empezó una nueva aventura.
Yo había volado muchas veces pero para mi mamá era el debut.
Mira si ella se iba a poner a pensar en el horrible accidente de las Canarias....no lo hizo la muy canalla. A mí, se me deshacía el coco, pensando.
Y se sentó del lado de la ventanilla como para ver todo de cerquita....
Claro, aquel avioncito venido a menos, estaba cansado de cruzar el Plata a 600 metros de altura....es que veías al río color de león ahí nomás, y tenías la sensación de que si sacabas una mano, podías tocarlo. Tan cercano parecía.
Claro, ese día, la niebla persistía, pero éllos sabían que era baja.
Con lo cual, aquella nadita en la que volábamos se vino a más y subimos a más de 6000 metros de altura.
Mi madre como poseída. Fascinada, la muy inconciente. Queriendo que yo viera el maravilloso día que había por sobre las nubes y la niebla.
Y sí, era muy hermoso.
Lo supe por los lindos relatos de mi mamá....que ya se imaginaba que iba volando sobre la cordillera de los Andes pensando y diciendo a viva voz que era los mismísimos picos de la cordillera, nevados.....bueno...no lo decía así. Lo que decía era que se parecían.
Pero yo, muy lejos de disfrutar, había fijado la puerta de la cabina de los pilotos como mi brújula.
Se balanceaba al mismo ritmo de mi estómago, teniendo tan claro que al mismo ritmo se balanceaban mis ojos, debajo de las que aún eran mis cejas.
Casi en pánico, me percaté que nuestro fiel pájaro había empezado a descender la misma distancia que había subido.
Entramos nuevamente en la realidad neblinosa.
Siempre he creído que fue un milagro que en medio de esa cosa gris y pegajosa no hubiéramos chocado contra algo.
Finalmente, y en lugar de haber viajado 15 minutos fueron bastante más que media hora. Igual a mí, aquello me pareció un siglo de sufrimiento.
Llegamos al aeropuerto. Mi mamá se bajó del avión tan pero tan feliz....en la misma y exacta proporción en que yo me bajé verde del susto.
Y llegamos retrasadas al cumpleaños de mi hermana. Bueno....en realidad no llegamos.
Nos anduvimos entreteniendo unos días en esa ciudad maravillosa que es Colonia del Sacramento y que cuando conocí a la luz de un día claro, con certeza, me resultó irreconocible.
Anduvimos de continúo metidas en la niebla que se afinaba o se ponía más densa.
Que decididamente nos mojaba o simplemente, nos hacía una caricia luminosa y quedábamos en medio de una luz muy especial.
Siempre nos acompañó en esa estancia no calculada, pero definitivamente inolvidable.
Y por fin pudimos contarle a nuestra pelirroja bajita la maravillosa aventura que tuvimos, mi mamá y yo juntas.
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