Muchos, pero muchos años atrás, era afecta a la tirada de cartas.
De tal manera, que también aprendí a tirarlas. Cosa que hace mucho tiempo no hago.
Pasando el tiempo, entendí, que lo único en lo que podía ayudar esa práctica, era el conocer, para cada quién, cómo era. Descubrir facetas de la personalidad que a veces no queremos admitir y que escondemos. Y siempre y cuando quien las tirara tuviera la buena intención de hacernos descubrir cosas y no lucrar con, tantas veces, la desesperación humana.
Y reiteradamente me habían dicho que recibiría una herencia.
Uno cree que una herencia se cuantifica, significa un monto, en la moneda que fuere.
Lo único que hubiera podido heredar, en ese sentido, fue nuestro campo, que puntualmente se ocuparon de robarnos. Pero esa es otra historia, que no ésta.
Conocí a Raúl. Una persona entrañable, con el personaje incluído.
El se encargó de mi computadora por bastante tiempo. Ese tiempo fue complicado para un hombre con conocimientos profundos, en un lugar, donde era difícil insertarse laboralmente.
Y por ahí, este humano se quedaba en mi casa, con Morena, mientras yo trabajaba.
El intentó, mandó su curriculum a demasiados lados, creo.
Y consiguió trabajo en Buenos Aires. Y para allá se marchó.
Y aunque su vida estaba en mi país, que es el mismo que el suyo, no era la primera vez que trabajaba fuera.
Todo iba en forma perfecta, que si no perfecta, iba.
Pero pasó que enfermó. Y no de un resfriado, precisamente.
Cáncer de pulmón. Uno de los más difíciles. Casi ciento por ciento incurable.
Cuando se fue, su mujer quedó acá, trabajando, también.
Frente a esa noticia, obviamente, se fue a acompañarlo.
Y allí vinieron operaciones feas. Un pulmón afuera. Recuperación. Pero el tema persistía.
Lo vi feliz. Lléndose los dos a un crucero, maravilloso...y vino un nuevo año con más problemas pero en él había un ansia de vivir, de tragarse la vida a borbotones...que lo hacía, parecía, inmortal.
Pasó ese año y nuevamente se fueron de crucero. Diciembre de 2009/Enero de 2010.
Si en algún momento han llegado a mis días de Reyes Magos pueden saber de lo que hablo.
El 6 de Enero de 2010 mi mejor regalo de Reyes fue recibirlos, de pasada, ya regresando a su lugar, los tres aquí...para comer unos panchos en La Pasiva, riéndonos, disfrutando, agradeciendo a la vida un minuto más en compañía.
Raúl volvió en Mayo. Llegó bién. Pero cada día que pasaba fue peor y cada vez peor.
Y así se fue para ya nunca más verlo. Hablamos muchas veces. Algunas estando internado y sin siquiera poder escuchar el susurro de su voz. Pero hablando y sabiendo los dos que no importa cuándo nos encontramos. Fue para toda la vida de él y para toda la Eternidad de los dos.
Cuando vendieron el apartamento que tenían en Pocitos, yo fui a buscar el sillón, impresionante, en la que me siento día a día a esta pc, y dos butacas que están en mi dormitorio.
Allí conocí a su esposa. Porque no la había conocido de antes.
Y allí comencé a recibir la herencia de la que tanto me habían hablado antes.
Heredé a Sol.
Al saber por ella que la cosa quemaba, empecé a planear mi viaje a Buenos Aires, para el otro fin de semana. No llegó ese día. Raúl se fue antes.
Estaba con mamá en casa cuando sonó el teléfono. Ella quiso atenderlo pero le dije que no...que era Sol.... que yo atendía.
Yo ya sabía.
Raúl se había marchado de este plano. Yo no podía viajar de apuro. Y de alguna manera, sé que debí estar con ella para abrazarla y contenerla. Pero ella sabe que cada segundo, cada minuto de esa partida, aún sin estarlo, siempre estuve.
Nos acompañamos mutuamente.
Y así llegó el día en el que las cenizas de mi amigo descansaran en su lugar favorito, allí, donde vivió tantas cosas, allí, donde se cayó hasta pelarse codos y rodillas.
Donde festejó junto a Sol algún Año Nuevo. Donde iban, sólo porque sí.
Sol vino a casa, como tantas veces, a partir de ese momento. Sólo que esa vez traía la urna.
Y allá nos fuimos una bella tardecita a La Estacada. Estaban allí, muchos de sus amigos. Su papá, su tío, su prima.
Un viento espantoso no nos dejaba avanzar sobre el espigón por donde dejaríamos lo que quedaba de aquella persona. Tan clara estoy que no su alma...esa se fue a donde debe estar.
Había personas mucho mayores que yo. Sin embargo, el pánico que yo sentí, con seguridad éllas no lo sintieron.
Este loco jodón, desfachatado, buen amigo, que tomaba whisky en una copita de nada, pero que se tomaba cincuenta....estaba presente...tan claramente lo estuvo que siempre decimos con Sol...Raúl estaba allí...
No fue la única vez. Claro. Este tipo nos conoce desde el pie y sabe como juntarnos.
Hemos ido de nuevo a La Estacada. Día maravilloso. Pero llegando..imposible de estar cerca del agua....y de nuevo mi amigo querido, jugándonos, una vez más, una broma....
Nos reunimos en una misa. Por él.
Y al cumplirse el año, nuevamente.
Viniendo de la iglesia, donde uno de sus compañeros, ahora sacerdote, ofició la misa...ver el cielo de la tardecita de un día maravilloso, tornarse oscuro, con presencias indescifrables....de nuevo lo mismo...Raúl estuvo allí.
Y me heredó a su amor.
No lo conocí de jóven. Pero ver el casamiento y la luna de miel, la pucha...era un bello hombre.
Completamente acompañado y para toda su vida por su mujer.
Eso me ha encantado.
De los dos.
Gente que se enamoró, que ha sido conciente del amor y coherente en la vida.
Y bueno...ésta va por ti, Sol.
Y por Raúl. Que como Gerardo, que ya no está, son los hermanos que me hubiera gustado tener en la vida, pero que...la vida me los regaló con prescindencia de la sangre.
Transitamos caminos desconocidos, insondables, extraños...pero con seguridad marcados y no por nosotros.
Y en alguno de esos caminos nos encontramos y yo recibí la herencia que Raúl, generosamente me dejó.
En homenaje a mi hermana del alma argentina y a Graciela, intento nuevamente darle forma a este blog. Y cuando digo mi hermana del alma argentina, así sin nombre, lo tiene, pero no quiere que sea conocido...ella igual sabe que es mi amiga del alma y en algún lugar del tiempo nos encontramos para ya no separarnos más...
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