lunes, 26 de diciembre de 2011

ACOMPÁÑAME.....





Mi regalo de Nochebuena fue saber que Morena tiene cáncer.

Y en realidad, yo te pido que me acompañes, pero lo que pido es que me ayuden a acompañarla.

San Francisco está mareado de tanto escucharme. Y no por eso digo que no me escuche.

Pero si somos más voces o más intenciones, y tal vez por no escucharnos tanto, le haga el milagro a Morena de sanarla.

No quiero que ella sufra. Y llegado el momento eso depende exclusivamente de mí.

Y el amor que le tengo no permitirá que sufra, aunque eso signifique un redoblado dolor.

Ahora estamos viviendo este tiempo de incertidumbre.

Necesita un milagro pequeño. Un poco más de vida buena.

Es por Morena que les pido. Ella es mi perro guardián pero es mucho más que eso, es mi ángel guardián.

He perdido, como todos, de todo en la vida.

He perdido a seres queridos, a mucha parte de mi familia, a  nuestro campo, tan añorado. He perdido amigos, por cosas circunstanciales que al cabo del tiempo tampoco se pueden entender. Y ha sido así, porque así es la vida.

He perdido la autoestima. He perdido mucho de mi salud portentosa.

Hay cosas que se pueden recuperar y se recuperan, pasado cierto tiempo.

No querría perder a mi compañera de tantos años.

Tampoco podría consentir en su sufrimiento.

Por eso, humildemente les pido.

Para que ella esté lo mejor posible y por el mayor tiempo posible.

Cada uno de ustedes, con su intención, la ayudarán mucho.

Sé que es un animal. Y ya me dijeron que debería saber optar por las cosas importantes.

Morena es importante para mí.

Y yo se que soy importante para ella.

Y cualquiera de ustedes que perdiera dos segundos en pensar en Morena le harán mucho bién y yo no sabré como agradecerlo luego.

Por favor...les pido que la acompañen. Con seguridad, será acompañarme a mi también.



viernes, 23 de diciembre de 2011

MENSAJE DE NAVIDAD


Es para todos. Para los que entran al blog. Para mi familia, que sé no entra. Para los amigos que lo conocen y casi sé seguro no entran. Para los amigos que sí entran y me lo dicen y además dejan constancia de hacerlo. Para todos.

Simplemente es un mensaje de amor.

No pretende ser otra cosa. Sólo eso.

Entramos en un tiempo muy especial. Estamos en los últimos tramos de una era.

Estamos pasando a otra bien diferente.

Y si en estos nuevos tiempos no nos dejamos gobernar por el Amor, habremos perdido el rumbo definitivamente.

Ya nada será igual y es una bendición que esto sea así. Porque definitivamente haremos uso del Libre Albedrío. Y tomaremos partido.

Lo vemos cada día que pasa. Vemos las locuras que suceden.

Vemos la desinformación a la cual nos condenan las cadenas de “información”.

Vemos los pueblos que mueren de hambre mientras se tiran a la basura toneladas de comida.

Vemos las ignominias a las cuales se someten a los más desprotegidos.

En mi hermoso país, se ha descubierto una red de prostitución infantil en la que se ha usado a ....un bebé de menos de un año. Y muero de dolor y de vergüenza.

Vemos a una Europa, otrora majestuosa, tambalearse. Pidiendo la colaboración de los países “emergentes” para hacer frente al desquicio que éllos mismos han perjeñado. Debería haberles alcanzado el feroz latrocinio al cual nos han sometido.

Vemos a Haití castigado y olvidado de todos. Y esto es un agujero en mi corazón.

Vemos a Colombia bajo agua.

Filipinas con demasiados muertos y más que demasiados desaparecidos, de los cuales nadie...ni siquiera comenta.

Igualmente, nuestra Madre Tierra reclama que la escuchemos.

Y somos tan obtusos que nuestra prioridad es comprar y comprar y gastar y hacer que Santa recorra las latitudes que no le pertenecen.

De todas formas, este es un mensaje de Navidad.
Es reconocer que nada pasa porque sí. Que todo tiene su forma y su fondo.

Es resaltar los valores que no se han ido. Los de la familia unida. Los de la fidelidad. Los del amor. Los de la lealtad.

Entonces mi mejor mensaje, más que nada para mí, es que no abortemos de las cosas verdaderamente importantes en la vida de cada uno.

Somos un compendio de todo. De nuestro pasado, de nuestro presente y tal vez, del futuro por venir.

Pero nuestra vida transita por este nuevo renacer.

Celebremos entonces un nuevo cumpleaños de nuestro Hermano. Invitémoslo con lo que tengamos.

Es el eterno olvidado de todos los festejos que lo festejan ....a El.

Es la primera vez que pasaré una Nochebuena en soledad. Y es la primera vez que en la Navidad estaré sola.

Pero sé que no será así.

Sé que estoy acompañada y querida y observada y cuidada.

Todos estamos así, porque no podemos negar nuestro origen.

Y si nuestro origen ha sido el amor, en estos momentos tan fuertes de la Humanidad, es bueno recordarlo y más que nada poder dar las gracias.

Feliz Navidad para todos!!!!!!


lunes, 19 de diciembre de 2011

PIRULA

Al pasar de los años pienso que nuestra casa fue bendecida con la llegada de animales que sabían lo que tenían que hacer para mantenernos al pendiente.

Cómo Pirula llegó a casa,  no me acuerdo. Todos los mayores eran muy bicheros y siempre se descolgaban con alguna de estas “adquisiciones”...


Era una perra Doberman pero a la que no le habían cortado ni sus orejas ni su cola...es decir...era una Doberman de entre casa, sin pedigree.


Igualmente, el color maravilloso de su pelo y la plasticidad de su cuerpo te decía a las claras que no era un perro...marca perro. Con seguridad, era un perro que iba a más....


Ella se encargó de alegrarnos más con sus cachorros.


Y aquella perra y su cría andaba siempre en la vuelta.


Tan en la vuelta, que cuando íbamos, al regresar, puntualmente se encargaba de acompañarnos a la carretera.


Ese triste día pasó como siempre. Nos acompañaba hasta la ruta acompañada de sus cachorros que ya no eran chicos...grandecitos, alguno más que otro.


Por más que la mandábamos de vuelta a la casa, ella no hacía caso. Será que el libre albedrío vale para cualquier ser vivo?....Pienso que sí.


Mientras esperábamos que viniera el ómnibus ella y la cría iban y venían...cruzaban ese camino....hasta que allá, a lo lejos...vimos que venía el ómnibus que me traería de nuevo a las obligaciones cotideanas. 


Delante del ómnibus una camioneta blanca, a demasiada velocidad.


Y pasó lo que era previsible.


Se llevó por arriba a todos los cachorros que quedaron lastimados y sangrantes pero con la fuerza suficiente como para salir de ese lugar diabólico.


El ómnibus llegaba. Y mi mamá y yo no sabíamos qué hacer con todo aquel desastre.


Subí al ómnibus. Saqué el boleto y ví como...cada vez más lejos mi madre trataba de ver dónde estaban y cómo estaban.


Viajé dos o tres kilómetros y me bajé. Y esperé un ómnibus de regreso.


Al llegar de nuevo al punto de partida, ya mi padrino venía con una carretilla para juntar los despojos de aquellos lindos animales heridos y asustados.


Se llevó a uno en ella. Los demás no aparecían.


Fue una tragedia.


Volví a mi casa en la ciudad y todo siguió, como siempre.


Mi mamá y mi padrino recorrían todo el lugar buscando a los perritos que no habían aparecido.


Y de nuevo la magia.


Entre los pastos altos escuchaban algunos quejidos. Buscaban y así apareció el segundo....destrozado y famélico, pero definitivamente salvado por ese amor incondicional que les teníamos.


Luego apareció el tercero.


Día a día...con mucha leche y aspirinas....se fueron fortificando y aliviando. Y de nuevo Pirula con sus perros en la vuelta....dando trabajo, pero definitivamente y por derecho propio, dueña de todo nuestro amor.


Pasó mucho tiempo con nosotros.


Pero llegó esa fatídica tarde de sábado. Yo ya había regresado, como todos los fines de semana.

Mamá y padrino trabajaban.

Una tormenta feroz se fue armando.... los truenos retumbaban y los relámpagos alumbraban en medio de la oscuridad del mediodía.


Estábamos con mi abuela en casa.


Vimos cómo Pirula se enloquecía.


Alguno de esos seres negros que nos rodean había conseguido su cometido...la habían envenenado.


Ver a aquel hermoso animal desquiciado...reaccionando desde el terror a cada fogonazo, es algo que nunca olvidaré en toda mi vida.


Aullaba...se quejaba, la expresión de desesperación....buscó abrigo.


Se metió en el grande galpón en el que teníamos con de todo. Máquinas, muebles, papeles...herramientas.


Yo miraba aterrada por una ventana que, en muchas oportunidades, me permitió ver muchas cosas....hasta la pasada del Haley....medio lejana, a las 3 de una mañana en donde el sueño, habrá sido, con seguridad, quien me permitió ver tanto!


Entonces mi mamá y mi padrino llegaron.


Mi abuela y yo encerradas, pero con la justeza de avisarles por una ventana lo que había pasado.


Cuando fueron a verla...ya agonizaba


Y de nuevo el amor para envolverla en algo de la familia. Cavar un foso. Y dejar que allí descansara para siempre.


Al irnos definitivamente de nuestra casa, quedaron allí tantos de nuestros perros!


Ellos saben que era nuestra casa por más que luego nos la estafaran. Y mi corazón, ya no dolido, vuelve una y otra vez a ese tiempo maravilloso en que era tan fácil compartir con nuestra familia y nuestras sombras....una a una se hizo importante y querida...y pasaron a ser esas cosas de nuestro pasado que no queremos cambiar.


Una hermosa y feliz niñez y los perros de cada etapa de nuestra vida hacen que hoy no tenga demasiadas cuentas pendientes.


Sí veo que, estos seres “condicionados” ...lo siento mucho Pavlov...siempre nos acompañaron y siempre...siempre...nos devolvieron el mismo amor que les dimos.


La lealtad la aprendí de mis mayores...y con total seguridad también de nuestros perros. Tal vez por eso, éllos sean tan importantes para mí.

PINKY

Debe haber sido nuestra perra luchadora. La que levantó la bandera de la desigualdad y anduvo revoleándola, sin importarle consecuencias ni pedir permiso para eso.

Con seguridad, ella debe haber sentido la discriminación, mucho antes de que fuera una palabra tan usada en nuestros días y más que nada, un sentimiento que campea en tantos ámbitos.


Era muy pequeña. Pero no por ello, incompleta.


Y como los extremos siempre marcan presencia, esta nadita que andaba perdida, allá, en el suelo de la casa, vino a enamorarse....ayyyyyy...de un perro mucho más grande que ella.


Y si los humanos somos capaces de una picardía...por qué no Pinky sería capaz de cometerla...?


Y después de aquella broma, ella y Bochín se echaban a la sombra del ombú a esperar que pasara el tiempo correspondiente para ser realmente, padres.


La historia de los dos la he contado cuando hablé de él.


Pero esta Pinky debía, al menos, tener un relatito.


Allá quedó también, como tantos de nuestros perros, abrigada para siempre por nuestro amor y en el exacto lugar donde debía estar.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL NIDO ESTÁ VACÍO










Después de muchos días de ver al nido en acción, con la paloma y el palomo y con el pichón, hoy está todo quieto.

Fue a fines de Octubre que descubrí el lugar donde habían anidado.

Día a día, vi a la paloma sentada, enfrentando los días inclementes. Al viento furioso de esta primavera  y a  la lluvia rezagada del invierno que pasó.

Se volvió una compañera cotidiana y buscada. Nunca salí a fumar un cigarrillo sin dejar de mirar hacia arriba, hacia ese lugar intrincado dentro del árbol y mi tranquilidad surgió de ver su contorno, dibujado casi apenas en medio de una maraña protectora.

Allí estaba mi paloma compañera.

Hoy también, en medio de la lluvia y el fuerte viento intenté penetrar la frondosidad del árbol. Pero está allí el nido vacío.

Estimo que el pichón ya estaba lo suficientemente fuerte como para volar.

Pero igual insistiré en ese nido.

La paloma que lo construyó ya la había conocido el año anterior y tengo la esperanza de verla nuevamente en el nuevo año. Tal vez haciendo un nido nuevo.

Tal vez, sólo viniendo a visitarme.

Ella es uno de nuestros hermanos menores, a los cuales no registramos y con seguridad descalificamos.

Para mí no es así. Vi su esfuerzo, vi su fortaleza, vi su constancia....día a día...

Y vi su amor. Claro, limpio y llano. Sin vueltas. Cumpliendo con el mandato de nuestra Madre Naturaleza.

Esta paloma ha sido mucho más inteligente que yo.

Tal vez dudó, cuando se alejó del nido. Pero volvió he hizo justamente lo que tenía que hacer.

Dar calor a una nueva vida. Insistir en que podamos seguir viviendo en nuestra amada Gaia, sin distinciones, sin exclusiones, sin verguenzas y sin dolores.

Sólo dejándose llevar por el fluir de la vida. Siendo como el río, que traspasa todos los escollos con una sola finalidad....fundirse en el mar.

Sigo aprendiendo, puntualmente, las lecciones que debo aprender.


Y esta vez, ha sido una paloma la que me las ha enseñado.


lunes, 12 de diciembre de 2011

EL GALPON DE LOS CONEJOS

(No es una foto de nuestros conejos. Pero da la exacta
perspectiva de lo enormes que eran. Y no es porque yo fuera chica.
Son así de grandes y hermosos)

En la Avícola Cristina, había dos aljibes. Uno cuadrado, bien pegado a la casa y un poco más allá, uno redondo. En los dos hablábamos para escuchar el eco..

Al lado de ese otro aljibe estaba el galpón de los conejos.

Cuando mis padres se fueron a vivir a la avícola criaban conejos de angora.

He visto alguna medalla, que en algún rincón de la casa debe estar, de uno de los premios recibidos.

Habían presentado  un Gigante de Flandes que pesaba....diez kilos!!!!!!!

También en la Asociación Rural de mi país, concursaban con gallos y gallinas Legord. También ví, en su momento, las fotos, de aquellas bellas y blancas hermosas criaturas.

Pero en aquel galpón se criaban y guardaban y pelaban...  los conejos.

Veo nítidamente a mi madre con alguno de aquellos enormes conejos peludos, apretándolos suavemente entre sus rodillas y pelándolos. Un suave movimiento sobre el pelo,  pero a contrapelo,  los dejaba rosados, mientras una montañita se hacía cada vez más espesa, con la exacta consistencia de una nube.

En esa época siempre tenía camperas de angora. Claro que no eran de nuestros conejos, pero tenían la misma suavidad y el mismo amoroso calor que se desprendía de aquellas fibras vivas.

Ese galpón estaba dividido como en cuatro estancias bien definidas.

Al principio en las dos que daban al este se guardaban los conejos.

Cuando ya no los criaron, en ese lugar había un espacio para alguna de las vacas, otro para los arreos de cada uno de los animales que se uncían, otro en donde se ponía la alfalfa, que se iba secando pasando los días y era el alimento  de todos esos compañeros que allí vivían y otro, tan claro en mi memoria, donde quedaba Sombra, la mayoría de las noches.

Cada uno de esos lugares estaba claramente demarcado y cerrado.

Y ....era una casita bajo techo en la cual jugar muchas de las veces.

Mi mamá cuenta que una vez, mientras pelaba conejos, estaba con su hermano mayor, que a esa altura, era apenitas más jóven que mi mamá, que era muy jóven!

Se desató una tormenta fuerte. Ellos en el galpón, a dos pasos de la casa, pero sin moverse, porque el viento, la lluvia y la tormenta eléctrica no se lo permitían.

Así mi madre dice que hubo un trueno espantoso. Y sentados como estaban con mi tío Verónico, vieron entrar una luz, corriendo por el piso del galpón. Se quedaron como petrificados. Aquella luz rastrera recorrió algunos lugares y finalmente salió por la puerta para afuera....era una centella!!!!!

Imagino la palidez de mi madre, la de mi tío, y los nervios del pobre conejo, que además de estar quedándose sin pelos, se debe haber visto muy cerca de su partida.

Allí, en ese galpón jugábamos mucho.

Tantas veces nos balanceamos de los travesaños que sostenían su estructura.

Cocinábamos. Nos tirábamos de cabeza en el lugar de la alfalfa. Entrábamos por la puerta trasera y salíamos por la delantera, sin parar...qué pilas se tienen en la infancia. Mucho más en aquella. Nada de lo que existe hoy existía. Sólo la corriente eléctrica, pero en mi casa...no había.

En el espacio del cual era dueña Sombra, teníamos algo así como la pista de equilibrio, o de malabares...es decir, un recinto acotado, con los benditos palos, un espacio que no era nuestro y a la altura de nuestras cabezas, la batea en donde se ponía la comida de Sombra.

En el día Sombra no estaba allí. Pero sí nosotras.

Y como cada vez que se armó algún problema por nuestras tropelías, la que resultó lastimada fue...inevitablemente Esther.

La prueba era subirse, por los palos inamovibles a la altura de la batea. Allí, el balancearse de mentira....era intentar despegar el cuerpo de la estructura y hacer un salto y caer lo mejor posible.

Cada una probaba. Lo mejor que podía.

Así fuimos cayendo de a una al suelo, cubierto de pasto, que era la cama de nuestra amada yegua.

Claro, Esther no iba a caer como todas. Ella se las ingenió y voló. Desde los palos hasta la batea que dio en el medio de su estómago y se desplomó en el piso, que por más que nos quiso acompañar, a ella no pudo.

Siempre fuimos un poco trágicas. Pero aquellos susurros que pedían....agua...agua...nos hicieron comprender que Esther realmente no estaba bién después de su maravillosa caída....desmañada sobre la batea y finalmente en el suelo.

Ahí fue el exacto momento en que mi mamá se convirtió en la enfermera y reparadora de las cosas que iban sucediendo y que siguieron así por muchos años.

Nuestros conejos marcaron una época con su presencia en el galpón.

Fuimos heredando ese lugar y nos volvimos sus propietarias.

Como el pasto, como los animales que allí dormían guarecidos de cualquier noche fría, como nosotras mismas.

El campo aún está. Ya no más aquel galpón amigo.

Pero si en ese exacto lugar intentaran hacer una psicofonía...no dudo que aparecerían grabadas nuestras risas y nuestros llantos, los escándalos que armábamos y la enorme alegría que significaba vivir esa hermosa vida que los grandes nos dieron.

Aunque el galpón ya no esté,  siempre estará en nuestra memoria, en el mejor de los recuerdos y en nuestro corazón.

Otro amigo de hierro...el galpón de los conejos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

HABEMUS PICHONES!


Después de una semana volví al trabajo.

Una semana dura, con subidas y bajadas, igualita a una montaña rusa, como cuando eres chico.

Ahora, de grande, ni siquiera se me ocurriría. Pero de jóven...claro que andaba volando por los aires, creo que sin mucho donaire, pero volando...y feliz.

Pasó que después, en una etapa de mi vida, y muy a riesgo de que piensen que estoy para internar, yo creía que volaba.

Era una sensación tan cierta, tan veraz, que cuando lo comentaba veía las caras de los demás...angustiadas...pero mucho!

Pero yo seguía feliz y absolutamente convencida de que volaba.

Será que era sólo una ilusión...?

No creo.

Pero yo veía, desde donde vivía, a las golondrinas desde el lomo y no desde la panza.

No las veía desde abajo. Las veía y lo que es más, las veía desde arriba de éllas.

Tal vez eso creó mi realidad. Nunca pensé que era una ilusión.

Y deben haber sido muchos los días en que las acompañée, cuando con ese vuelo inconfundible y un piar menos inconfundible aún, volvían en cada primavera para anunciar que la vida aún seguía, que resurgía, que continuaba...inalterable, como el primer día y que su nido era el que habían armado antes de irse, pero para volver.

Sólo una vez me indicaron una desgracia por venir.

El 21 de Junio del 2003, día en que el invierno empieza a reinar en el hemisferio Sur, salí al patio de mi casa. Un día gris y ya de casi lluvias. Sentir su canto, como cuando vuelan, me llevó a no dudar de que andaban volando y sí...volaban por sobre mi patio el mismo exacto día en que empezaba nuestro invierno.

Sentí una angustia grande. Un dolor fuerte en el pecho. Una sensación de que algo no andaba demasiado bién. Nunca imaginé que mis amigas, las golondrinas, me estuvieran anunciando la muerte de mi padrino.

El enfermó ese 31 de Julio y el 29 de Agosto se había marchado de nuestro lado visible.

Éllas que me han dado tantas y tantas alegrías, esa vez, vinieron, tan fuera de fecha para decirme que alguien que amaba profundamente se iría.

Ahora están de nuevo entre nosotros. En el hemisferio Sur. Las veo desde Julio pero ya no me dan miedo. Hemos hecho tanto para cambiar el clima que no dudo que éllas, viajeras incansables, traten de llegar a los lugares donde pueden encontrar un poco de protección. Y sé que aquí es un buen lugar para vivir.

Lo del título nada tiene que ver con ellas, como ya habrán entendido.

Las palomas que anidaron en el árbol que está enfrente a donde trabajo...finalmente han tenido sus pichones.

Y después de una semana exigida junto a Morena, fui de nuevo a trabajar porque alguién me brindó la tranquilidad para hacerlo.

A ver...quién sino mi amiga de la infancia, con la que vivimos casi juntas, compartiendo todo...los juegos, las caídas, los rezongos..pero todo...las buenas, las malas, el acercamiento desde casi la cuna, el alejamiento por el que no nos entendemos los humanos... pero Esther, mi comadre, la madre de mi primer ahijado, se vino ayer para cuidar a Morena y para hablarnos todo y para reirnos y para llorar, porque la vida ha pasado y nos ha pasado a nosotras.

Así hoy pude ver que el nido que tanto me ha preocupado y que si seguía quieto con seguridad iba a dar a luz a un elefante, tiene, al menos....un pichón.

No puedo asegurar que no sean dos. Necesitaría un telescopio en cada ojo para poder asegurarlo.


Pero mis palomas, finalmente, tienen una vida diferente en el nido.


Y así, mi vocación de vuelo está nuevamente intacta.


En pocos días esos glotones habrán exprimido a su madre paloma, que tanto hace para ponerlos fuertes y seguros..algo así como hicieron con nosotros, cuando la vida empezó.


Por eso y por tantas otras cosas, yo no puedo confirmarles ahora, que no vuelo...


Es más, sé cierto que puedo hacerlo.


Y ninguna ilusión terrenal va a poner en tela de juicio mi realidad.


Soy un animal más, igual que las palomas.


Ellas caminan....por qué yo no puedo volar?

lunes, 5 de diciembre de 2011

DIAS EXTRAÑOS












Finalmente, debí consentir en la operación de Morena.

Pero mi ángel guardián, a pesar de sus locuras y sus ladridos, es un ser tierno y desvalido. Si la juzgaran por las marcas en mis antebrazos tal vez me dirían que vivo con un tigre de Bengala, pero ya sabemos cómo es el amor.

Y amándonos tanto las dos,  sabemos que debemos tolerar algunas cosas.

Muchos tumorcitos y tumores de mamas. Su barriga es un matambre amoratado, cosido por todos lados. Ha pasado tranquila o más o menos. Pero ahora es el momento en que no quiere tomar los medicamentos.

Viene y se acuesta a mi lado y puedo verla y vigilarla. No debe tocarse todo lo que tiene, a riesgo de arrancarse algún punto...y, ni siquiera quiero pensar en eso.

El primer sueño de la noche lo dormimos las dos. Pero después ya no puedo dormir más porque ella tiende a lamerse en demasía y no quiero que la operación se vaya al carajo.

Vino Sol, mi amiga querida que vive en Buenos Aires, a acompañarnos.

Y claro, para la mayoría de la gente es una locura darle esta trascendencia a un animal.

Para mí no lo es.

Ella es mi compañera. La que sabe de mis risas y mis llantos. La que si me río, se sube con sus patas delanteras en mis muslos, que no pueden contenerla, sólo por hacerme fiestas,  y si lloro, busca la forma de lamer mi cara con amor.

La que se ha portado tan mal que le he prometido pasarla por la máquina de picar carne para hacer chorizos...y la que es absolutamente deliciosa y entiende mis sentimientos.

He pedido tanto a San Francisco por ella,  que ansío me haya escuchado.

Muy poca gente me ha preguntado por More. Menos, se ha interesado por lo que siento.

Pero bueno...es una lección más que la vida me da. Y así debo tomarla.

Pero confieso tener un miedo feroz.

No por el desinterés manifiesto de quienes me rodean.  No.  Pobrecitos éllos.

Tengo miedo de ya no poder hacer más nada.

Sé que hay un proceso que se debe cumplir. Pero ella es tragona y se come todo. Ahora escupió la carnecita con los medicamentos. Y me preocupa el tema.

Esto no aporta nada al blog. Es apenitas una vivencia más y además, relativa a un animal.

Ví que en Ucrania, donde en el 2012 habrá un campeonato de fútbol se han encargado de limpiar la ciudad de perros y gatos callejeros. La ciudad lucirá hermosa y limpia. Sólo que se amontonan en  pilas interminables los animales que han matado. Envenenándolos o fusilándolos.

Y yo tengo el corazón en pedazos por mi perra.

Me gasto unos días de licencia en pos de acompañarla y más feliz que si hiciera un lindo viaje.

Todo es tan desproporcionado que muchas veces no entiendo.

Pero que yo no entienda no cambia nada en el mundo. Las cosas siguen pasando, hasta las más increíbles.

Si alguno de ustedes lee esto, les pido que le pidan a San Francisco por Morena.