viernes, 28 de octubre de 2011

Mi hermana cumplía años en Buenos Aires

Alicia, vivía en Buenos Aires con su familia. Su esposo y Natalia, que apenas tenía un año y poco más.

Llegó Junio y nos animamos con mi mamá a hacernos ese viajecito juntas.

Ella iba cuando podía, lo mismo yo...pero coincidimos y nos mandamos.

Seis de la mañana, Plaza Libertad....O.N.D.A. era aún la compañía de transporte que nos llevaba a todos lados dentro de nuestro País. Con aquel galgo finito que se debe haber cansado de transitar para todos lados este suelo querido.

Y aquel junio pasó, como dos o tres después, de cerrarse la niebla sobre nuestras ciudades. Pero tupida y espesa.....donde ver era casi imposible y transitar....un milagro.

Y allá nos fuimos, con mi mamá, encantadas de viajar juntar para ver a mi hermana en su cumpleaños, pero en realidad...íbamos a ver a mi ahijada...que era una pelirroja chiquita, con una parla impresionante y que nos tenía del tomate, rojo como su pelo, a toda la familia.... Lo ideal sería que mi hermana no se enterara de esto, pero, bueno....

Casi paso a paso, llegamos a Colonia. Si hubiéramos caminado suave al lado del ómnibus, hubiéramos llegado con él.

Realmente no se veía nada y nuestra conexión para llegar a los Buenos Aires....era el...avión de ARCO....sigla de la que, si supe su significado, olvidé completamente al transcurrir el tiempo.

Pero, puntualmente, llegamos al "aeropuerto".

Bajamos del ómnibus, ingresamos e hicimos los trámites pertinentes.

Claro....del lado de afuera del aeropuerto no se veía nada.....pero, nada de nada!

Claramente recuerdo que muchas veces saqué.....la mano.....para afuera.

 Más que claro recuerdo que no me la ví. Y lo único que la separaba de mis ojos era...la puerta.

Y allí nos anduvimos esperando que el cielo aclarara, que se oyera algún indicio de que volaríamos.....pero gracias a Dios...nadie dijo eso....

Como después de las 2 de la tarde, desistieron, y cada uno para su casa.

La opción era volverse a Montevideo, para viajar al otro día o quedarse, al costo de cada quien.

Y con mi mamá resolvimos quedarnos.

Y allá nos fuimos, en lo que ahora sería una Van, pero que antes era una simple camioneta Volfwagen, redondita y amarillita, tan útil para tantos menesteres...

Nos dejaron en un hotel con la promesa de regresarnos al Aeropuerto en la mañana del otro día.

Llovía a esa altura. La niebla se había empatotado y no sólo no nos dejaba ver. Te mojaba...y cómo!!!!!

Pero entramos al hotel como campeonas, sabiendo que nos podíamos quedar allí sin problemas...y empezó nuestra historia de neblinas en la ciudad de Colonia..más precisamente en.... Colonia del Sacramento....que debe haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad después de nuestra estada en ella...confirmaré las fechas...pero fue así!!!!!!

Habrá sido porque tanto la caminamos...?

Como nuestro viaje sería, más bien corto...ya mi previsora mamá había llevado la correspondiente torta de puerros...o de pescado, creo que era de pescado....que mi hermana le había pedido....así que ni bien nos instalamos en el hotel, pedimos bolsas de agua caliente para nuestras camas, mate......y con una lima de uñas de metal, que era nuestra, cortamos esa torta riquísima que lo único que esperaba era que la comiéramos...

Nos cominos una parte de ella...tomamos los correspondientes mates y nos acostamos con las correspondientes bolsas de agua caliente en nuestras camas...para descansar del viaje que no habíamos podido culminar.

A la tardecita....esto es decir...noche plena...nos despertamos.

Descansadas, bañadas, y viendo qué se podía hacer en esa ciudad desconocida pero nuestra,
a la luz de las velas, porque así lucían las luces de las calles.

Y allá, bajo lluvia, como todos esos días, empezamos a ir de un lado al otro.

Y así esa noche nos fuimos a una parrillada, cercana al hotel, obviamente.

Y cenamos disfrutando la comida y volvimos al hotel, creo que rodando.

A la mañana siguiente, todo arreglado, esperando que nos pasaran a buscar con destino al aeropuerto.

Puntualmente la camioneta pasó, y después de pagar nuestra noche en esa hermosa Colonia, nos fuimos todos de nuevo a esperar que el avión se animara a remontar.

Creo que la niebla fue nuestra mejor cómplice de esos días inolvidables.

Camina que te camina dentro de ese recinto acotado...sacando la mano para afuera....la pucha que he sido reiterativa...pero mucho más que yo, ese día imposible de ponerse claro...insistente en el gris, desechando el celeste que hubiera correspondido.

A las dos de la tarde, todo volvió a punto cero.

De nuevo nos llevaron al hotel. Ya ni nos acostamos, salimos a almorzar afuera.

Y antes de entrar al cine, llamamos por teléfono a mi hermana para decirle de nuestra desventura...igual que el día anterior.

Hablamos con ella...hablamos con la colorada chiquita que se moría mirando para el cielo y que cada vez que pasaba un avión decía.....mi abuela ya no viene...!!!!!

Juro por Dios que fue así....

Pero nuestra aventura coloniense aún no había tenido su completo premio.

Y para que nadie me venga diciendo que esto fue en 1940.....era 1976.....y lo aclaro porque, la película que vimos era de.....TARZAN........

Mamma mía....no sé si era que el cine era chico o la pantalla muy grande...si nos habían dado un palco al lado de ella o si teníamos microscopios en los ojos....pero qué enormemente grande era Jhonny Wesmüller.....!!!!!!!!

Los músculos de sus brazos eran tan grandes, pero tan grandes....que no podíamos creerlo....y mira que lo habíamos visto miles de veces en Montevideo....sería porque estabamos en Colonia????????

Nunca logré saberlo...pero mi mamá y yo salimos dando tumbos del cine....nunca habíamos visto algo tan, pero tan grande.......después sí...si no vimos, sentimos la más enorme injusticia....pero ese no era tiempo de andar pensando en pavadas...

Y ese día, en medio de almuerzos tardíos, películas locas y el enorme ansia de estar del otro lado del río, vino a suceder una espantosa tragedia en las Islas Canarias con dos enormes aviones, en donde los muertos sumaron más de 600.....

Y empezó un nuevo día. Y de nuevo pasaron por nosotras. Y de nuevo estuvimos en el aeropuerto, esta vez casi con la seguridad de seguir viaje, porque sacabas la mano y....un poco te la veías....

Y así, abordamos aquel pequeño pajarito que era el avión de Arco.....ayyyyyyyyy..!

Allí empezó una nueva aventura.

Yo había volado muchas veces pero para mi mamá era el debut.

Mira si ella se iba a poner a pensar en el horrible accidente de las Canarias....no lo hizo la muy canalla. A mí, se me deshacía el coco, pensando.

Y se sentó del lado de la ventanilla como para ver todo de cerquita....

Claro, aquel avioncito venido a menos, estaba cansado de cruzar el Plata a 600 metros de altura....es que veías al río color de león ahí nomás, y tenías la sensación de que si sacabas una mano, podías tocarlo. Tan cercano parecía.

Claro, ese día, la niebla persistía, pero éllos sabían que era baja.

Con lo cual, aquella nadita en la que volábamos se vino a más y subimos a más de 6000 metros de altura.

Mi madre como poseída. Fascinada, la muy inconciente. Queriendo que yo viera el maravilloso día que había por sobre las nubes y la niebla.

Y sí, era muy hermoso.

Lo supe por los lindos relatos de mi mamá....que ya se imaginaba que iba volando sobre la cordillera de los Andes pensando y diciendo a viva voz que era los mismísimos picos de la cordillera, nevados.....bueno...no lo decía así. Lo que decía era que se parecían.

Pero yo, muy lejos de disfrutar, había fijado la puerta de la cabina de los pilotos como mi brújula.

Se balanceaba al mismo ritmo de mi estómago, teniendo tan claro que al mismo ritmo se balanceaban mis ojos, debajo de las que aún eran mis cejas.

Casi en pánico, me percaté que nuestro fiel pájaro había empezado a descender la misma distancia que había subido.

Entramos nuevamente en la realidad neblinosa.

Siempre he creído que fue un milagro que en medio de esa cosa gris y pegajosa no hubiéramos chocado contra algo.

Finalmente, y en lugar de haber viajado 15 minutos fueron bastante más que media hora. Igual a mí, aquello me pareció un siglo de sufrimiento.

Llegamos al aeropuerto. Mi mamá se bajó del avión tan pero tan feliz....en la misma y exacta proporción en que yo me bajé verde del susto.

Y llegamos retrasadas al cumpleaños de mi hermana. Bueno....en realidad no llegamos.

Nos anduvimos entreteniendo unos días en esa ciudad maravillosa que es Colonia del Sacramento y que cuando conocí a la luz de un día claro, con certeza, me resultó irreconocible.

Anduvimos de continúo metidas en la niebla que se afinaba o se ponía más densa.

Que decididamente nos mojaba o simplemente, nos hacía una caricia luminosa y quedábamos en medio de una luz muy especial.

Siempre nos acompañó en esa estancia no calculada, pero definitivamente inolvidable.

Y por fin pudimos contarle a nuestra pelirroja bajita la maravillosa aventura que tuvimos, mi mamá y yo juntas.






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