viernes, 28 de octubre de 2011

Descubrí el nido










Hace varios días que no las veía.
Ni buscando comida, ni encontrando ramitas.
Pero ayer me encontré de nuevo con mis palomas compañeras, con las que muchas veces he hablado y nos hemos entendido.
Entre el follaje tupido del gran árbol y en medio de sus ramas grises me pareció ver a una en el nido.
Ya me pasó una vez, viendo dentro de una gota de agua...ahhh Masaru Emoto cómo te entiendo!
Pero ver en la espesura...y ver a una paloma gris sentada en algo...entendí que ya habían terminado su nido.
Ayer de tarde hubo viento fuerte. El árbol se mecía no demasiado dulcemente y allí, la paloma sin chistar, como atada....está empollando!
No he visto al palomo. Ella no sale del nido y creo que el palomo le lleva la comida. Pero sigue allí.
Hoy salí varias veces para mirarla.
Y sé que ella vio lo que yo hacía.
Pero sigue allí, sin levantarse de su nido...dando el mismo calor que cualquier madre.
Algunas lo llevan adentro y otras por afuera pero ya he visto, el amor es el mismo.
No sé si veré a los pichones pero con seguridad estoy muy atenta.
Y seguiremos nuestra amistad sin palabras.
Las dos siendo lo mismo, una creación más de nuestro Creador.
Creo que voy a encontrar un nombre para esta paloma.
Al menos, intentaré buscarlo.

Mi hermana cumplía años en Buenos Aires

Alicia, vivía en Buenos Aires con su familia. Su esposo y Natalia, que apenas tenía un año y poco más.

Llegó Junio y nos animamos con mi mamá a hacernos ese viajecito juntas.

Ella iba cuando podía, lo mismo yo...pero coincidimos y nos mandamos.

Seis de la mañana, Plaza Libertad....O.N.D.A. era aún la compañía de transporte que nos llevaba a todos lados dentro de nuestro País. Con aquel galgo finito que se debe haber cansado de transitar para todos lados este suelo querido.

Y aquel junio pasó, como dos o tres después, de cerrarse la niebla sobre nuestras ciudades. Pero tupida y espesa.....donde ver era casi imposible y transitar....un milagro.

Y allá nos fuimos, con mi mamá, encantadas de viajar juntar para ver a mi hermana en su cumpleaños, pero en realidad...íbamos a ver a mi ahijada...que era una pelirroja chiquita, con una parla impresionante y que nos tenía del tomate, rojo como su pelo, a toda la familia.... Lo ideal sería que mi hermana no se enterara de esto, pero, bueno....

Casi paso a paso, llegamos a Colonia. Si hubiéramos caminado suave al lado del ómnibus, hubiéramos llegado con él.

Realmente no se veía nada y nuestra conexión para llegar a los Buenos Aires....era el...avión de ARCO....sigla de la que, si supe su significado, olvidé completamente al transcurrir el tiempo.

Pero, puntualmente, llegamos al "aeropuerto".

Bajamos del ómnibus, ingresamos e hicimos los trámites pertinentes.

Claro....del lado de afuera del aeropuerto no se veía nada.....pero, nada de nada!

Claramente recuerdo que muchas veces saqué.....la mano.....para afuera.

 Más que claro recuerdo que no me la ví. Y lo único que la separaba de mis ojos era...la puerta.

Y allí nos anduvimos esperando que el cielo aclarara, que se oyera algún indicio de que volaríamos.....pero gracias a Dios...nadie dijo eso....

Como después de las 2 de la tarde, desistieron, y cada uno para su casa.

La opción era volverse a Montevideo, para viajar al otro día o quedarse, al costo de cada quien.

Y con mi mamá resolvimos quedarnos.

Y allá nos fuimos, en lo que ahora sería una Van, pero que antes era una simple camioneta Volfwagen, redondita y amarillita, tan útil para tantos menesteres...

Nos dejaron en un hotel con la promesa de regresarnos al Aeropuerto en la mañana del otro día.

Llovía a esa altura. La niebla se había empatotado y no sólo no nos dejaba ver. Te mojaba...y cómo!!!!!

Pero entramos al hotel como campeonas, sabiendo que nos podíamos quedar allí sin problemas...y empezó nuestra historia de neblinas en la ciudad de Colonia..más precisamente en.... Colonia del Sacramento....que debe haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad después de nuestra estada en ella...confirmaré las fechas...pero fue así!!!!!!

Habrá sido porque tanto la caminamos...?

Como nuestro viaje sería, más bien corto...ya mi previsora mamá había llevado la correspondiente torta de puerros...o de pescado, creo que era de pescado....que mi hermana le había pedido....así que ni bien nos instalamos en el hotel, pedimos bolsas de agua caliente para nuestras camas, mate......y con una lima de uñas de metal, que era nuestra, cortamos esa torta riquísima que lo único que esperaba era que la comiéramos...

Nos cominos una parte de ella...tomamos los correspondientes mates y nos acostamos con las correspondientes bolsas de agua caliente en nuestras camas...para descansar del viaje que no habíamos podido culminar.

A la tardecita....esto es decir...noche plena...nos despertamos.

Descansadas, bañadas, y viendo qué se podía hacer en esa ciudad desconocida pero nuestra,
a la luz de las velas, porque así lucían las luces de las calles.

Y allá, bajo lluvia, como todos esos días, empezamos a ir de un lado al otro.

Y así esa noche nos fuimos a una parrillada, cercana al hotel, obviamente.

Y cenamos disfrutando la comida y volvimos al hotel, creo que rodando.

A la mañana siguiente, todo arreglado, esperando que nos pasaran a buscar con destino al aeropuerto.

Puntualmente la camioneta pasó, y después de pagar nuestra noche en esa hermosa Colonia, nos fuimos todos de nuevo a esperar que el avión se animara a remontar.

Creo que la niebla fue nuestra mejor cómplice de esos días inolvidables.

Camina que te camina dentro de ese recinto acotado...sacando la mano para afuera....la pucha que he sido reiterativa...pero mucho más que yo, ese día imposible de ponerse claro...insistente en el gris, desechando el celeste que hubiera correspondido.

A las dos de la tarde, todo volvió a punto cero.

De nuevo nos llevaron al hotel. Ya ni nos acostamos, salimos a almorzar afuera.

Y antes de entrar al cine, llamamos por teléfono a mi hermana para decirle de nuestra desventura...igual que el día anterior.

Hablamos con ella...hablamos con la colorada chiquita que se moría mirando para el cielo y que cada vez que pasaba un avión decía.....mi abuela ya no viene...!!!!!

Juro por Dios que fue así....

Pero nuestra aventura coloniense aún no había tenido su completo premio.

Y para que nadie me venga diciendo que esto fue en 1940.....era 1976.....y lo aclaro porque, la película que vimos era de.....TARZAN........

Mamma mía....no sé si era que el cine era chico o la pantalla muy grande...si nos habían dado un palco al lado de ella o si teníamos microscopios en los ojos....pero qué enormemente grande era Jhonny Wesmüller.....!!!!!!!!

Los músculos de sus brazos eran tan grandes, pero tan grandes....que no podíamos creerlo....y mira que lo habíamos visto miles de veces en Montevideo....sería porque estabamos en Colonia????????

Nunca logré saberlo...pero mi mamá y yo salimos dando tumbos del cine....nunca habíamos visto algo tan, pero tan grande.......después sí...si no vimos, sentimos la más enorme injusticia....pero ese no era tiempo de andar pensando en pavadas...

Y ese día, en medio de almuerzos tardíos, películas locas y el enorme ansia de estar del otro lado del río, vino a suceder una espantosa tragedia en las Islas Canarias con dos enormes aviones, en donde los muertos sumaron más de 600.....

Y empezó un nuevo día. Y de nuevo pasaron por nosotras. Y de nuevo estuvimos en el aeropuerto, esta vez casi con la seguridad de seguir viaje, porque sacabas la mano y....un poco te la veías....

Y así, abordamos aquel pequeño pajarito que era el avión de Arco.....ayyyyyyyyy..!

Allí empezó una nueva aventura.

Yo había volado muchas veces pero para mi mamá era el debut.

Mira si ella se iba a poner a pensar en el horrible accidente de las Canarias....no lo hizo la muy canalla. A mí, se me deshacía el coco, pensando.

Y se sentó del lado de la ventanilla como para ver todo de cerquita....

Claro, aquel avioncito venido a menos, estaba cansado de cruzar el Plata a 600 metros de altura....es que veías al río color de león ahí nomás, y tenías la sensación de que si sacabas una mano, podías tocarlo. Tan cercano parecía.

Claro, ese día, la niebla persistía, pero éllos sabían que era baja.

Con lo cual, aquella nadita en la que volábamos se vino a más y subimos a más de 6000 metros de altura.

Mi madre como poseída. Fascinada, la muy inconciente. Queriendo que yo viera el maravilloso día que había por sobre las nubes y la niebla.

Y sí, era muy hermoso.

Lo supe por los lindos relatos de mi mamá....que ya se imaginaba que iba volando sobre la cordillera de los Andes pensando y diciendo a viva voz que era los mismísimos picos de la cordillera, nevados.....bueno...no lo decía así. Lo que decía era que se parecían.

Pero yo, muy lejos de disfrutar, había fijado la puerta de la cabina de los pilotos como mi brújula.

Se balanceaba al mismo ritmo de mi estómago, teniendo tan claro que al mismo ritmo se balanceaban mis ojos, debajo de las que aún eran mis cejas.

Casi en pánico, me percaté que nuestro fiel pájaro había empezado a descender la misma distancia que había subido.

Entramos nuevamente en la realidad neblinosa.

Siempre he creído que fue un milagro que en medio de esa cosa gris y pegajosa no hubiéramos chocado contra algo.

Finalmente, y en lugar de haber viajado 15 minutos fueron bastante más que media hora. Igual a mí, aquello me pareció un siglo de sufrimiento.

Llegamos al aeropuerto. Mi mamá se bajó del avión tan pero tan feliz....en la misma y exacta proporción en que yo me bajé verde del susto.

Y llegamos retrasadas al cumpleaños de mi hermana. Bueno....en realidad no llegamos.

Nos anduvimos entreteniendo unos días en esa ciudad maravillosa que es Colonia del Sacramento y que cuando conocí a la luz de un día claro, con certeza, me resultó irreconocible.

Anduvimos de continúo metidas en la niebla que se afinaba o se ponía más densa.

Que decididamente nos mojaba o simplemente, nos hacía una caricia luminosa y quedábamos en medio de una luz muy especial.

Siempre nos acompañó en esa estancia no calculada, pero definitivamente inolvidable.

Y por fin pudimos contarle a nuestra pelirroja bajita la maravillosa aventura que tuvimos, mi mamá y yo juntas.






Esa carta de amor que nunca te escribí


Nunca te escribí una carta de amor.

Nunca te dije para que supieras, todo lo que eras,
todo lo que fuiste y mucho menos,
todo lo que seguirás siendo.

Y hoy,
es tan difícil expresar lo que
definitivamente quedó atrás.

Por aquel amor que nunca terminé de decirte
nunca y por siempre te diré cómo y cuánto te he querido.

Cómo tu presencia me colmaba.

Cómo tu abrazo me rendía.

Cómo ese, el tuyo, tu beso, me entregaba.

Esa, la que fue, era la vida que tuvimos,
que de tan corta se hizo escasa.

A pesar de todas las distancias,
de las que crea el camino,
y de las que aumenta la muerte,
serás siempre ese hombre que amé
y al que nunca le dije.

jueves, 27 de octubre de 2011

Chiquita















Apenas un poquito más grande y con orejas más pequeñas. No era una cachorra, era una perra un poco mayor y preñada.
Así apareció, y así se transformó en un nuevo desvelo nuestro, sobre todo, de mi mamá.

Eran épocas de calores abrazadores. Un verano violento en su comienzo.

Y como sucede tantas veces...animales que para las Fiestas se pierden de su entorno. Y van a parar a donde, con seguridad, el destino les tiene reservado un lugar de privilegio.

Llegó la Nochebuena y fuimos, como siempre, felices.

Pero al otro día había muy cercana a la casa, una perrita negra, alargada,
brillante como un espejo y con un susto demasiado grande para ella...

Se perdió o la perdieron, pero ella sintió que por allí estaba su casa definitiva y resolvió quedarse. No fue lo mismo que resolvió mi mamá al verla.

Mamá iba a la casa de nuestros vecinos..y al cruzar por un lugar que permitían los árboles....esta maravilla, igual que una gacela, la esperaba y le hacía fiestas.

Mi mamá había resuelto que esta perra no tenía nada que ver con nosotros.

Pero de alguna manera, una vez sí y otra también, llevaba algo para que comiera.

Cuando apareció, tenía panza de perritos. Después ya no la tenía y lo que es peor, tampoco tenía a sus cachorros. Y ella, cada que vez que mi mamá cruzaba ese alambre separador, se moría en fiestas y mimos. Y de amor por ella...

Poco a poco, se fue acercando a la casa.

Era muy bonita. Renegrida. Finita. Y muerta de amor por cualquiera de nosotros.

Mi padrino y yo estábamos, desde el pique, enamorados de ella.

Había que franquear el muro que levantó mi madre. Dolorida. Otra perra ya se había ido y es muy entendible que nadie ocupa fácilmente el sitio que alguien deja vacío...pero a veces uno se ingenia como para ir haciendo lugar y así, casi sin que el otro se de cuenta...conseguir ese lugar de calor y de amor que necesitamos. Y llegó el día clave....

Un sábado a la mañana, que como por mucho tiempo, llegué, puntualmente a mi hogar.

Y allá andaba esta tremenda delicia. Y ese día, nos hicimos fuertes con padrino.

La perrita debe entrar a la casa...se muere cuando anda en la vuelta...te vé y se hace pis....argumentos...muchos...y allá, mi mamá dio el consentimiento.

La puerta de casa estaba cerrada y la abrimos para que entrara.

 Fue un momento mágico. Porque Chiquita se moría por entrar y estaba autorizada y Padrino y yo le decíamos que lo hiciera, pero su referencia era mi mamá...y ella no se animaba...

Hasta que entró. Revivo ahora ese momento y siento la misma emoción de antes.

Ella no podía creer que estaba autorizada...entró arrastrándose y se metió debajo de una mesa. La pudimos sacar y su corazón explotaba...nunca ví nada igual.

Esa perra "gacela", liviana y frágil, una nadita...pasó a ser de nuevo y por suerte, el centro de nuestra casa.

Y después de esa entrada dramática...siempre más de lo mismo...el amor con nuestros perros que siempre, siempre...fueron un integrante más de nuestra familia..

Los ciclos míos fueron de sábado en sábado...desde casi siempre

Y un sábado llegué a casa, como siempre.
.
Y entre conversaciones y proyectos, convinimos con mamá....una comida.

Llevaba cebolla. Y bueno...nos pusimos a conversar mientras la cebolla estaba en el....sartén...!!!!!

Fue absolutamente razonable ver carbones flotando en el aceite hirviente.

Y como no había más cebollas....me fui a la casa de nuestros vecinos a buscar alguna...si era que tenían...

Chiquita fue conmigo.

Pero allí había una hermosa perra, a la que llamábamos, Prima, en celo..

Y allí apareció nuestra Chiquita, acompañándome...una nada frente a una perraza!

Y ...Prima...hembra al fin, aún y siendo compañera de correrías de nuestra querida Chiquita, sintió que el interés perruno podía diversificarse a esta cosita de nada que había entrado en escena.

Cada uno de esos instantes han quedado grabados en mí, con el mismo fuego con que pasaron.

Prima se acercó a Chiquita y la agarró del cuello con sus maravillosos dientes blancos y afilados...

La revolcaba en el suelo...la soltaba y la agarraba...había gente en el lugar que podía haber actuado....pero nuestra pequeñita perra era apenas un bocado en la boca de aquella, que queríamos, pero que, razonablemente, deshacía a una potencial rival.

Pude pasar el alambrado y tuve a Prima exactamente en dirección a mi pie.

Fue un momento que querría olvidar, pero nunca podré hacerlo, porque sé que la castigué con la misma irracionalidad con que ella lastimó a nuestra Chiquita.

Y allí les grité a los que estaban...maldije....por Dios, que así fue....y levanté a nuestra querida "gacela" del suelo...herida...sangrando...y salí con ella entre mis brazos, rumbo a casa.....ciega de ira...

No por el descontrol de un perro en celo....sí por la permisividad de un humano que presenció todo esto como un simple espectáculo...y nada hizo...y no era un solo humano..

Putée...maldije...mientras corría entre los pastos y los terrones con Chiquita entre mis brazos...

Luego vino el dueño de Prima...nuestro amigo de tantos años, para ver en qué podía ayudar

Y allá de nuevo, yo, enferma de dolor, diciéndole que si a su perra le pasaba algo no buscara culpables.....yo lo sería...

Qué tristeza y qué locura!

Qué podía hacer yo en contra de ese animal que, también amábamos...! Y así,
curamos a nuestra perra...pero ya algo quedó lastimado en ella.

Primero fueron como unas berrugas en su panza...hubo que operarla...luego ya todo se complicó...

Y vino otra operación...y su sufrimiento.. y mi madre durmiendo en el suelo, al lado del sillón donde la habíamos puesto.

Y ella, buscando con sus ojos a mi mamá. Y mi mamá acompañándola, sin importarle dejar a mi padrino solo. Los dos la acompañaron en cada uno de los últimos minutos de su vida...

Ella, cada día, y día a día, se ganó el amor de todos nosotros. Y mi madre la cuidó como si fuera, realmente, porque lo fue...uno más de nosotros...

También se quedó en mi casa...en nuestra querida casa...junto a otros perros amados.

Allí hubo como un juramento. Mi madre no quería saber más nada con ningún perro...

Pero el tiempo pasa y el amor, para hacer su obra, debe manifestarse...

Y allí....llegó Colita a todos nosotros...

Un nuevo capítulo de amor en nuestras vidas...y todos dispuestos a acojerla

Con el mismo amor...con el mismísimo amor con que tuvimos a todos nuestros perros...!

miércoles, 26 de octubre de 2011

Enero de 1964

No me voy a entretener en decirles cuántos años han pasado.
Yo, personalmente, no tengo documentos de esos momentos.
Fotos se sacaron y tal vez alguno de ustedes puedan aportarlas.
No teníamos celulares, ni filmadoras, ni cámaras digitales.
Fue en verdad, estrenarnos como grandes.
Viajamos cuidados y vigilados por los "mayores", pero
eran muy pocos.
La mayoría éramos estos locos a los que los habían  autorizado.
Trabajamos fuertemente para regalarnos una forma más
de comunión.
Y así esa noche nos fuimos para vivir un eslabón más
de la cadena que nos ha unido, hace ya tanto tiempo!
Espero poder compartir con ustedes esta vivencia, que me marcó
para siempre,
como a todos nosotros.

MONTEVIDEO/RIVERA – SANTA ANA/PORTO ALEGRE

Y esa noche todos llegamos en hora a la Estación del Ferrocarril.

 Con nuestros bolsos y con toda la ilusión que significaba el ser responsables del permiso, merecido, de nuestros padres para irnos lejos....y por 15 días.....!!!!!

Me decía Charo Vignolo que no la dejaron ir, y que nos fue a despedir, con su tía y una torta. Es obvio que yo también habré comido de ella, pero no lo recordaba.

Y a alguna hora, que no sé si fueron las 10 u 11 de la noche, aquel tren arrancó, con todos nosotros arriba, locos de alegría.

La mayoría... con culos muy inquietos...no había asiento que nos viniera bien, ni compañero de asiento tampoco!

Y es para vos, Heber, este recuerdo. En algún momento de esa noche larga, nos sentamos juntos. Obviamente, yo no fumaba. Pero tú sí.

En determinado momento, a la altura de Paso de los Toros, empezamos a oler algo que se quemaba. No nos alcanzaban las narices para tratar de identificar ese olor...pero como transitábamos por un pueblo y llevábamos demasiados ventanillas abiertas, llegamos a la conclusión de que algo, en ese pueblo, olía feo...y mal, y además...se quemaba...

Mi mamá me había tejido un precioso bucito celeste, de lana, con escote en V y mangas cortas.

Debe haber sido el primer agujero negro en el Universo. Lo cierto es que a mi precioso bucito celeste lo usé solo esa noche....en la parte de abajo del lado derecho una brasa se encargó de dejarlo necrosado... como si fuera parte de mi piel...un buen escudo, bordado, supo tapar después, ese agujerito que me embromó la vida. Y fue culpa tuya...

Y así, entre sueños y tenteenvelas...llegamos a Rivera, en la mañana.

Nos pasamos para el lado brasilero.

Y allí nos subimos en un trencito de muñecas. De trocha angosta, nos dijeron.

Todo era pequeño. Los vagones. Los asientos. El bar. Hasta el mismísimo lugar donde iba quien lo manejaba, a quien nos encargamos de acompañar, en conjunto y turnándonos para que ese conductor no se durmiera...hasta hoy, si viviera, se acordaría de nosotros.....qué gente molesta!!!!!!!!

En la noche ir con él, adelante y en la máquina, era un paisaje bien extraño. Las garzas estaban apoyadas en la vía y a medida que el tren avanzaba, volaban en distintos sentidos.

Pero en el día, ayyyyyy...qué miedo....era ver los precipicios y allá abajo, muy abajo, algunos vagones calcinados. Los puentes, altísimos, apoyados en tantos hierros...el tren viraba y podíamos ver la cola del puente que pasábamos...

No recuerdo haber ido al baño. Y con seguridad debo de haber ido muchas veces.

Sé que en determinado momento entraron a aparecer algunas luces en la noche, como si llegáramos a una ciudad. Y así era. Estábamos muy cerca de Porto Alegre, en donde desembarcamos, cansados y felices, en una madrugada irrepetible...y muertos de hambre nos fuimos a comer "perniles".

Recuerdan lo que eran los perniles?

Había lo que sería un carrito de chorizos nuestro...de hoy día...sólo que lo que éllos tenían era un lechón asado...unos pebetes (tortugas) grandes, partidos al medio y allí...con una destreza que quisiera tener...desmenuzaban carne de ese cerdo en fetas que iban a parar al medio del pebete....adobadito...bien cocinado...

Nos desayunamos con eso y nos fuimos al Hotel.

Qué experiencia!

Después de mucho más de un día de viaje, entramos a caminar en terreno firme.

Esa también fue una experiencia religiosa. Porque cuando llegamos al hotel y nos pusimos en las habitaciones que nos correspondían ...todos, sentados en la cama, nos movíamos con el exacto movimiento del tren.

No podíamos estar quietos. Nos bamboléabamos de un lado al otro....y apelo al mejor de los recuerdos de alguno de nosotros, porque de lo contrario pensaré que enloquecí o de que soy capaz de dar demasiado color a las cosas...y ya las cosas que hemos vivido tienen su propio color y no seré yo quien se lo cambie.

Así llegamos a Porto Alegre.

Y de ese lugar que nos reunió a todos, tengo muchos recuerdos: la fallida apendicitis de Gladys Serrano. Compañera de habitación y a quien el adorado de Mancini vino a examinar.

El paseo en barquitas, en Farroupillas y las ampollas de los caballeros del grupo, yo, con el botiquín al hombro...pero por qué yo lo tenía...?...el día que tocaron La Cumparsita en uno de los restaurantes en donde almorzamos, y nos pusimos todos a llorar como si fuéramos los más veteranos de todos lo que por ese momento andaban por ese Porto Alegre bello, los espejos y los vinos en aquella Bodega de Caxias...las Iglesias...sé que puedo agregarle mucho a esa historia que he dejado abierta y a la que sería fantástico que todos le agregáramos algo.

 Porque todos tenemos recuerdos y con seguridad todos son diferentes....

La seguimos...? Yo creo que sí...la sigo en cualquier momento porque valemos la pena, pero mucho más valemos la alegría...





Palomita de la Virgen



Ahora veo, en el lugar donde trabajo, que hay unas palomas enormes.

Ellas, día a día, están construyendo su nido. Y verlas, ver lo que hacen para lograrlo, en una delicia.

Tienen un horario definido para trabajar. Enfrente, hay un árbol muy grande.

Ahí es donde están construyendo. Pero bajan a la calle, o se suben en el ciprés calvo que está allí, para afanosamente intentar cortar ramitas.

También las juntan de la calle, de la vereda. Siempre es al mediodía, aunque empiezan bastante antes.

Hay una lo tan suficientemente loca como para subirse a un arbolito que se llama Ramo de Novia... él es tan ténue, tiembla tanto...y de repente esta loca furiosa se descuelga allí mismo y pareciera que ese pequeño árbol llega al piso...pero ella siempre encuentra algo para despojarle y llevar a su nido de amor.

Son tan tenaces y disciplinadas que pienso en nosotros, los humanos racionales.

Tantas veces dejamos de lado lo que queremos hacer por andarnos en lo que no nos interesa.

 Pero estas aves me han resultado muy reveladoras.

Y siendo muy grandes, porque lo son, recuerdo cuando veo a las palomitas de la Virgen. Mucho más chiquitas, grises. Estos son unos palomones impresionantes.

Y verlas de cerca a través de un vidrio espejado, con sus movimientos naturales y unas plumas perfectas, con dibujos, amorosamente acomodados en su estructura, me emociona día a día.

Y me resulta imposible no recordar el cuento que me contaba mi abuelo Modesto acerca de cuando Dios hizo al mundo.

Según mi abuelo, cada día significó una creación diferente. Pero llegó el día en que debió organizar a las aves que había creado.

Y las reunió y les dijo que para buen vivir, debían construirse, cada una, un nido.

Y allá salieron todas a construirlo.

El boyero empezó a tejer una maraña espesa de pastitos, entrelazados, estirándola cada vez más hasta crear un nido largo.

El hornero, metió sus patas en tierra mojada, encontró un lugar seguro, y empezó a edificar, tal vez, una de las primeras casas de la Humanidad.

Las golondrinas encontraron, debajo de algún lugar firme, su lugar seguro, para volver en cada primavera y habitarlo como si no se hubieran ido.

El tordo, maleante perpetuo, se fue quedando con algún nido vació que encontró, pero no sé tomó la molestia de edificar su vivienda.

Y en medio de estas aves que iban y venían y creaban, estaba la palomita de la Virgen. Azorada, mirando. Y sin saber qué hacer.

Todos tenían un plazo para entregar el nido.

La palomita había empezado a hacer el suyo, pero vio el del boyero.

Rompió todo y empezó de nuevo.

Pero después vio el del hornero. Y empezó de nuevo.

Y así, con cada nido que vio. Intentó copiarlo y rompió su propia creación.

El tiempo se había acabado.

Había que presentar los nidos.

Y en ese último minuto, antes de presentar su nido frente a Dios, esta paloma lo único que pudo hacer fue cruzar cuatro palitos y esperar la aprobación Divina.

Esta palomita de la Virgen, chiquita y gris, con apenas blanco en el borde de sus alas, fue de la que me contó mi abuelo.

También me dijo que la llamaban...la palomita tonta.





miércoles, 19 de octubre de 2011

LA LOBA

Fue emblemática en la familia. O al menos lo fue para mí, desde que tuve conciencia.

Junto con El Fiel....fueron los perros de mi verdadera niñez.

Chiquita, negra, con algunas pinceladas blancas.

La conocí en la casa de mis abuelos, en donde mi abuelo tenía la carpintería.

Y allí andaba la Loba, metiéndose por todos lados. Tranquila y muy contenta.

Después se fue a nuestra primera casa en el campo. Cuando teníamos la avícola.

Siempre andaba en la vuelta. Era una perra aquerenciada en su lugar, que era el nuestro, y muy humilde. Siempre hacía como para que no la notáramos. Pero siempre andaba a nuestro alrededor.

Ella siempre reconoció a sus amos. Era amable, tierna.

Se fue con la familia a nuestra otra casa...ese campo que aparecerá en casi todas estas historias.

Y allí, se murió de viejita.

Y allí mi gente, amorosamente, la envolvió en una frazada y cavaron para ella un lugar en esa tierra. Que la cobijó también, amorosamente.

Ella quedó para siempre en ese espacio tan querido...y una nueva perra vino a integrar la familia.

Su lugar quedó intacto. Sobre todo en nuestro recuerdo. Y nadie lo pudo ocupar.

viernes, 14 de octubre de 2011

ABUELA CELIA

Nacida también en Santa Isabel, cuando así se llamaba Paso de los Toros.

Integrante de una familia emblemática del lugar, que no por su riqueza contada en esterlinas de oro. No. Ellos eran importantes aún sin dinero. Y más que nada, todas las mujeres de su familia, que para empezar, eran ocho.

Una familia grande la de mi abuela. Sus padres, ocho hermanas y cuatro hermanos. Siempre pienso en lo que serían los almuerzos y las cenas de ese casi batallón....algo más que común en esos años. Impensable en nuestros tiempos, en donde una mamá con un niño solo en casa, ya es un desbarajuste tremendo!

Mi bisabuelo era español y con un apellido compuesto. Así que desde el vamos, esta familia ya tenía hecha la diferencia....Marcos de Ogueta plantó en nuestra tierra sus semillas.

Hubo hermanas de mi abuela a las que nunca conocí. Tal vez sería porque cuando yo llegué éllas ya habían partido...tal vez vivían aún afuera.

Pero de mis tías abuelas recuerdo sólo a cinco. A mis tíos abuelos nunca los conocí.

No, sí conocí a uno. Pero por muy poco tiempo.

Sólo por esas maravillosas fotos familiares en donde muchas veces, reunidas las familias de mi abuela y de mi abuelo, me hacen entender que son cosa seria los genes.

Porque pasando los años y las generaciones, es como que muchas de esas caras se repitieron y así mi padre era exacto a un hermano de mi abuela y mi padrino clonado de un hermano de mi abuelo.


Y viendo la foto, es como que si éllos hubieran viajado al pasado y luego, pasando la vida....fue como si mis tíos abuelos hubieran vuelto a vivir....

Una familia preferentemente rubia, y la otra morocha. Y mi abuela y sus hermanas rubias, algunas de ojos claros y otras no, pero todas y en su estilo, bellas mujeres.

Sé que hay constantes familiares que se repiten. Y por alguna de éllas, yo tampoco me casé.

Porque muchas de éllas se fueron solteras de este plano....algunas más realizadas que otras, algunas más enterradas en el pasado sin posibilidad de ir hacia delante, pero todas con una estirpe tan marcada, con una asunción de su verdadera clase tan pronunciada, que todas han sido merecedoras de mi respeto.

A la mayor de todas que conocí fue a Matilde. No muy alta ni muy linda. Con seguridad, con una cara muy especial. Debes tener en cuenta que cuando las conocí yo era muy, pero muy chica.....y éllas, ya, demasiado grandes. Y alguna de éllas, me asustaba.

A ella la conocíamos como a la ....patriarca.! Entonces, mi tía Matilde era un referente en la vida de estas mujeres. Creo que siempre fue respetada y puesta en un pedestal. Tal vez, porque era la mayor de todas. Y además, porque cocinaba como los dioses.....mmmmm.....El pastel dulce que hacía de carne picada, con papas por arriba y con azúcar, a las que quemaba con una plancha calentada al fuego, fue una de esas comidas maravillosas que cocinaba, generosamente, para to
Cronológicamente no me voy a entretener en ubicarlas.

Con ella vivió toda la vida mi tía Sara. Delgadita y rubia, trabajando en su momento en el London Paris, tienda importante si las hubo, y luego encargándose de la limpieza profunda y a diario del apartamento en donde vivían. Un ser sin luz propia pero de la que guardo aún un buen recuerdo y una pena grande....

Mi tía Herminia era la bella de la familia. Y así siguió durante toda su vida.

Se casó con un hombre un tanto bruto, que se dedicaba a la compra y venta de ganado. Y a todo el entorno que eso generaba. Igualmente, era un hombre dedicado a ella y sé que ella a su lado resplandeció como una estrella luminosa.

Tengo su foto vestida de amazona. Bella....realmente bella. Y los cuentos de mi tía Mirta, que fue la sobrina directa de todas estas mujeres, siempre fueron impagables.

Un día, le han pedido a su esposo, que no sé si en ese momento lo era, que les comprara bombones.

Hombre generoso, si los hubo, les dio el dinero suficiente y se fueron a la mejor casa de dulces de la ciudad. Y compraron la tal caja de bombones....mi tía y una prima suya, compañera de correrías....
Y allá se vinieron con esa caja preciosa hasta que llegaron a la escalinata de la Universidad de mi ciudad....allí, mi tía y su prima se sentaron a comer bombones sin el más mínimo cuidado....y éste... era espectacular ... era de chocolate amargo, pero el otro era de... blanco y con una guinda...y el otro de licor....y así, uno a uno, aquellos bombones fueron desapareciendo de la caja. Hasta que la caja quedó casi sin ninguno.

Llegó el momento de llegar a la casa y entregar la caja de bombones. Ya se habían encargado de envolverla de nuevo como si estuviese intacta y así...sin más...entraron a la casa y le dieron la caja de bombones a su verdadero dueño...vacía de toda vacuidad....simplemente le dijeron ....aquí están los bombones....y ese tipo, tan sencillo y sin ninguna vuelta les dijo....ta bién...llévenla para adentro.....

Nunca se enteró que la caja estaba vacía, que los bombones descansaban en las pancitas de mi tía y su cómplice...y así siguió todo en paz y en armonía en la familia...

Esta tía Herminia era muy afecta a no reconocer los años que tenía...pasando el tiempo...

Pero se los sacaba de una y no de a uno....simplemente, rejuvenecía 5 u 8 años de una pasada....llegó un día en que mi tía Mirta enojada le dijo.....Tía...pare un poco...cada año que pasa yo soy más vieja y usted tiene los años que mi hermano menor no tiene.....en fin....que fue un bello juego que jugó esta bella mujer que sobrevivió a sus dos hermanas y que murió sola y mal....o al menos, acompañada por quien no debía.....pero cómo uno puede llegar a saber cómo serán sus últimos días???

Mi tía Elvira fue otra de las hermanas de mi abuela que conocí. Ella se casó con un militar. No sé si fue militar de carrera o de campo. Pero fue un hombre muy reconocido y demasiado jodón. Tuvo cuatro hijos. Cada uno con su impronta personal, pero todos con algo de lo de su padre. Ella era muy seria. Su marido no lo había sido, porque las historias conocidas son todas para morirse de la risa. Pero cuando yo la conocí, ya no lo tenía. Y estaba de luto. Y así siguió hasta el día de su muerte. Que también fue muy dolorosa.

Cuando hay intereses parecería que el amor se espanta y huye muy lejos....

Me parece estar en su cumpleaños de ochenta años, rodeada de tantos familiares, todos sus hijos y nietos....fui con mi papá a la fiesta....otra bella noche de las tantas que he tenido!

Otra hermana de mi abuela que conocí fue a Ema. La menor de todas. También rubia y muy bonita. Se casó con un gerente bancario y su vida, hasta recalar en la ciudad, fue andar de ciudad en ciudad, con su marido y sus hijos que, puntualmente y sin importar dónde, iban naciendo.

Creo que ella también se fue mal. Con mucho dolor por temas familiares, sin decisión propia para decir que no, su corazón se rompió y nos dejó a todos, al menos en la vida tangible, sin su presencia tan grata y querida.

Los hombres de la familia fueron problemáticos.

Uno se fue de la vida familiar y se supone que recaló en Buenos Aires. El la guía alfabética de esa ciudad aparecen muchos "de Ogueta" y con seguridad son familiares.

Otro se mató.....y así....No puedo ni debo juzgar, pero todas estas mujeres y las dos que no conocí tuvieron siempre mejor puestos los huevos que éllos...lamento este comentario...pero es lo que viví desde siempre, fueron las mujeres que conocí y entre toda esta familia grande y mayor, conocí a mi abuela Celia.

Mis padres se habían casado y vivían en un apartamento al frente de la casa de mis abuelos.

Yo, de esa casa familiar, de papá y mamá, no tengo recuerdos. Sí de la casa de mis abuelos...en donde la conciencia de la vida empezó a habitarme. Y era muy pequeñita. Mis recuerdos se remontan al año de vida.

Y mi abuela Celia, ya desde esa pequeñez siempre estuvo en mi entorno.

Era una abuela de cuarenta y ocho años y lucía muy mayor.

Una bella mujer, alta, rotunda, rubia, de ojos con un color indefinido, con los genes de su familia europea. Como ella era mi papá, y como éllos, yo.

No soy rubia ni de ojos claros. Mi padre era así. Pero soy el calco de su cara, como de alguna manera, de la de mi abuela...e igual de cuerpo como ella. Tal vez ahora no tan rotunda ni contundente, como mi querida abuela Celia.

La vida hizo que nos fuéramos todos a vivir al campo. A la Avícola Cristina.

Y aunque no lo parezca, no es el ego lo que me impulsa a nombrar el lugar de nuestra vida. Era en esa avícola a donde nos fuimos a vivir todos, y simplemente así se llamaba.

Mientras el abuelo y padrino seguían aún en Montevideo, papá y mamá ya se habían mudado a ese predio, tratando de reconstruir una casa para todos y más que nada, haciendo todo lo posible para que allí se instaurara un criadero de aves.

Fueron muchas noches las que abuela se quedó en aquella casi tapera...acompañada por Fiel, mi primer perro conocido y amado.

También mamá se quedó conmigo...bebita...escuchando el silencio de la noche y sus ruidos magnificados.

Pero ese tiempo pasó y llegó la hora de estar todos juntos.

Con seguridad los problemas existían, como en cada familia y en cada época.

Pero era una maravilla vivir en aquella naturaleza, acompañada de todos los afectos y de todos los besos y todos los abrazos que yo pudiera merecer. Con seguridad, con esa edad, me los merecía a todos.

Por las leyes que nos regulan y que a veces no sabemos a qué están amarradas, llegó el día en que mi abuela y mi tía regresaron a Montevideo, dejándonos a todos en la más completa orfandad.
Mi tía peleó muy fuerte con mi abuelo o mi abuelo peleó muy fuerte con ella.

Eso significó que la casa quedara confinada a mis padres, a mi abuela Teodora, a mi padrino y a mi abuelo Modesto.

Llegaría después mi hermana, al margen total de todas estas vivencias.

Luego pasó que mi abuela Teodora enfermara para morir, así mi abuelo fue a buscar a mi abuela Celia...el grupo familiar se aglutinaba en torno a un ser que fue muy importante para todos, que empezaba a irse.

Y así, una madrugada de Reyes...sentada en la falda de mi papá, mientras explotaba una fábrica de pinturas, creando para mí el mayor espectáculo de fuegos artificiales que ví en mi vida, le pedí permiso para ir a vivir con mi abuela, en Montevideo.

Así fue que hice nuevamente el sexto año de escuela. Porque tenía solamente diez años. Y así empezó mi vida en la enseñanza secundaria y mi vida de adolescente.

Había dicho antes, en algún lugar de estos relatos, que mi abuela era una modista de excepción.
Vinieron las fiestas y los cumpleaños, que nada tienen que ver con los de ahora, pero fueron los que me tocaron y fueron lo más que viví, en esa época.

Y allá abuela tiraba, sobre su cama, a las tres de la tarde un corte de tela. Y cortaba mi vestido. Hacía una prueba y a las nueve de la noche yo salía vestida de princesa de mi casa.

Igual, al lado de mis compañeras era simplemente una princesita vestida de niña....

Los vestidos de éllas y sus zapatos altos, cuando yo andaba a ras del suelo, nunca se borrarán de mi memoria....pero con seguridad llegó el tiempo de subirme arriba de aquellos tacos tan ansiados...de ver la vida un poco desde arriba....supe después que la vida no pasaba a la altura de ningún taco alto, pasaba a la altura de cada uno de nosotros y sin saberlo, me habían dado la medida exacta de la escalera y en todo caso, un lugar de privilegio en ella.

Y la adolescencia empezó a pasar y yo a terminar de estudiar el Preparatorios de Abogacía para empezar a trabajar y a colaborar con la casa de mi abuela y de mi tía.

Abuela Celia era la administradora de esa familia. Era la que tenía el criterio suficiente como para comprar la comida, pagar el alquiler y hacerse cargo de todas las cuentas. Cocinaba como los Dioses, aunque en mi casa la que hacía la ambrosía era mi tía Mirta. Y cuando la hacía era como conmemorar una fecha patria..!

Mi abuela siempre tuvo banca "Arriba". Ella siempre tuvo línea directa con el Cielo.

Ese Cielo al que día a día le pedía por nosotras. Devota del Sagrado Corazón de Jesús, no dudaba en poner en penitencia a San Onofre, cara contra la pared, si un día las cosas se ponían tan delgadas que peligrara la comida.

Siempre desde "arriba" le daban una mano grande. San Onofre de nuevo volvía a tener su cara de frente a la familia y de yapa, se fumaba un cigarrito....Santo no tan santo este, pero con el que mi abuela tenía un diálogo muy especial. Y nunca ví que no le cumpliera cada cosa razonable que pedía.

Una noche, mi abuela dormía en su cama y tuvo un ataque de epilepsia. Estaba mi abuelo en casa.

No teníamos teléfono y ella necesitaba un médico. Salimos con mi abuelo puerta afuera, corriendo por varias cuadras en busca de ese aparato, que los privilegiados tenían en esa época, opaco remedo de los que teníamos como juguetes...una cajita de resonancia y una cuerdita de pocos metros...era algo así como eso, si lo comparamos con las comunicaciones nuestras de cada día de hoy....

Ese fue su primer ataque.

Pasando el tiempo tuvo otro. Más fuerte, con más compromiso de su salud mental, aunque siempre supe que nada de eso dañaría una mente demasiado clara y un corazón desbordante de amor.

En esa oportunidad yo transitaba un amor conflictivo, que duró muchos años después que abuela se fue. De alguna manera tengo claro para mí que chantajée a abuela, al contarle la promesa que hice para que reaccionara y no se fuera en ese momento.

Mi abuela sabía mucho más de la vida que yo. Ella hizo que yo levantara la promesa.

Creo que nunca debió autorizarme. Toda mi gente ha sido permisiva conmigo y en casi todos los casos no creo haberlo merecido.

Abuela empezó a tomar sus medicamentos. Todos y cada uno de éllos. Demasiados.

Me acuerdo una noche. Yo había ido al cine. Abuela estaba en casa con mi tía.

Cuando regreso, mi tía me dice que ella no estaba bién. A primera vista, estaba como siempre. Pero cuando hablaba, decía cualquier cosa. Yo me senté cerca de su cama para cenar. Y como al pasar, le hacía preguntas. Las respuestas eran de una incoherencia total. Parecía como que el coco de mi abuela hubiera explotado.

Esa noche nos acostamos como si no hubiera pasado nada. Al otro día llamamos al médico. Ya mi abuela hablaba con total coherencia, razonablemente.

Así el doctor nos explicó que ella, en su sillón de hamaca, se escurrió un poco en el respaldo, se durmió, en una de esas siestitas que siempre se daba y la sangre no llegó, como debía, a su cerebro.

Yo le dije que le hacía preguntas y que ella contestaba cualquier cosa. Y ella, frescamente me dijo que, sabía lo que le preguntaba, sabía lo que tenía que contestar...pero le salía cualquier cosa....ufffff

Nuestros centros nerviosos se ven afectados por estímulos externos, también por los internos, pero eso en casa era moneda corriente. Mi tía sufría de depresión, fue así por muchos años y en muchos de esos años estuvo abuela, tratando de sostenerla. Uno admite ese sostén, o no lo admite.

 Pero eso es parte de la historia de mi tía y no sé si tengo el derecho o la obligación de hablar de ella.

Abuela además arrastraba a un corazón demasiado grande. Formidable. Capaz de anidar en sí, el amor suficiente como para contentar a todos los que éramos su familia. Pero en definitiva, un corazón agrandado en demasía como para cumplir su función y eso se empezó a sentir.

Y día a día, empezó a fallar. Y aquella mujer que todo lo podía debió guardar reposo. Y en ese día a día la fuimos acompañando. Y cuidando e intentando de que todo estuviera bien.

Ya mi hermana había regresado. Su nieta traía consigo a las bisnietas. Natalia y Virginia eran muy pequeñitas. Y eran la luz de los ojos de mi abuela, que se estaban ya apagando.

Y llegó una noche definitiva en nuestras vidas. Mamá se había llevado a las nenas para la chacra. Yo había vuelto temprano, en la mañana, con máquina de calcular y papeles, para trabajar en casa.

Mi abuela querida en su cama, hablando con total coherencia. Instruyó desde allí a mi hermana para hacer una de esas comidas familiares que siempre nos gustaron mucho...fue la bendita "sopa seca".

Se debía poner en una olla, el aceite suficiente como para fritar una cebolla. A eso le agregaban dos cucharadas soperas de pimentón. Eso se revolvía lo convenientemente y se le agregaban mostacholes.....fídeos. Se cubría con agua, hasta toda la superficie, y se dejaba cocinar a fuego lento.

Cuando el agua ya había cumplido su función, los fideos estaban prontos, con una salsita de cebolla medio colorada.....era el pimentón...

Esa fue nuestra última comida en familia. Allí estábamos mi tía, mi hermana, mi abuela y yo...y después siempre supimos el secreto de la "sopa seca"

Esa noche nos acostamos, todas. Mi tía en la cama de al lado de abuela. Mi hermana, al lado de mi cama. Se apagaron las luces, pero yo, lectora empedernida, quedé acostada, con mi luz y mi libro.

En determinado momento escuché un ruido extraño y me levanté.

Mi abuela que ese día estuvo en la cama se levantó como para ir al baño. Y allí ya estaba como perdida. La llevamos de nuevo a la cama, pero mi abuela había resuelto irse. Ese era su momento.

Fue a la primera muerte que asistí. La sentamos en la cama y me puse en su espalda. Abrazándola.
 Lentamente ella consintió en que la acostáramos. Hablaba.

Nos pedía que rezáramos. Con voz clara y apagada, pero muy clara.

Mi hermana estaba conmigo a un lado de la cama y mi tía del otro.

Abuela se empezó a ir, todavía respirando. Nunca podré olvidar sus ojos. Abiertos, de par en par, pero turbios, entreverados, quedándose poco a poco sin luz, ya pudiendo ver algo que nosotras no veíamos.

Rezamos a su lado, en una comunión completa y en la certeza que ella sabía que la estábamos acompañando en su partida de este mundo.

Fue como sentir que me quedaba sin una mano o una pierna. Una sensación de abandono tan profunda, que sólo ahora sé que no fue eso. Ella trascendió este plano en que aún habitamos de la misma manera en que vivió. Coherentemente, razonablemente, mostrándonos de una vez y para siempre como hay una manera de hacer bien las cosas en la vida.

Ese día, uno de los pilares de mi vida se fue. Al menos, físicamente.

Cuesta mucho, vaya si cuesta, no sentir como antes sentí, un agujero en el corazón.

Pasando el tiempo y la vida, entendí que yo estuve, de manera privilegiada en su vida, en sus amores y en su corazón, como así ella sigue estando en el mío.

Ocupando ese exacto lugar, que nunca fue un agujero.

Ese lugar compartido, de las dos, con tantas confidencias, con desacuerdos, con el vivir diario, con la escondida que se mandaba de mis cigarrillos..y una noche en que no los tenía, abría como al pasar uno de los cajones del sisé (no sé si se escribe así, pero así se llamaba ese mueble bello con el que me crié y que hizo mi abuelo) y sacaba de una vieja caja de cigarros los que nos había ido robando. Tal vez eran los mismo con los que chantajeaba a San Onofre, pero como entre éllos no habían reclamaciones y se entendían, no tenía ningún problema en prestarme uno. En la próxima cajilla, faltaría, pero yo sabía dónde estaban y quién los había puesto allí.

Tuve tres abuelas. Dos de sangre directa y la otra no. Todas distintas entre éllas.

De alguna manera, recordarlas ha sido regresar a un tiempo hermoso, en el que viví amada y cuidada, sin saber lo que después se vendría en mi vida.

Por la forma de ser, mi hermana es mucho más parecida a Abuela Celia que yo.

Físicamente, yo soy muy parecida. No podemos abortar de los genes.

Y lo que es más, no queremos abortar.

Si mi brújula tiene un Norte.....con seguridad marca a mi abuela. Esta última de la que he hablado, que tal vez, debería haber sido la primera.

Pero si esto ha sido así, con razón por algo ha sido.

Ella me acompaña siempre y a ella recurro día a día y la certeza es que...no la molesto...sólo me atiene porque estando donde está, sabe que las dos nacimos para encontrarnos y ser familia, amigas, compañeras...una abuela y una nieta, pero definitivamente hermanadas en el amor de Nuestro Padre.














martes, 11 de octubre de 2011

MARÍA BELÉN













Hubo un día, hace ya tiempo, en que conocí por este medio que nos excede, al abuelo de una niñita con muy serios problemas.

Mucho hablamos sobre ella. Me mando fotos. Estuve al pendiente de sus evoluciones, que siempre fueron complicadas. Mal formaciones a nivel bronquial y cardíacas.

Pero Belén se las ingenió para sufrir e ir adelantando.

Y cada cosa a su favor, fue la alegría de mucha gente que la ha amado, y a la que puntualmente le fui informando, porque sé que éramos muchos los que estábamos comprometidos con ella.

Armamos una cadena de AMOR para contenerla y fue, un día sí y otro también, en que requerí de todos el ayudarla, desde lo mejor de nosotros, sin que fuera necesario estar muy arriba espiritualmente, sin que la mejor disciplina que transitáramos fuera el tope...no, sólo el corazón abierto, emitiendo nuestra mejor energía a este titán en pequeñito...mandando desde nuestro propio centro el mismo Amor que Dios nos manda día a día , ese mismo Amor que nos iguala y nivela.

Hace tiempo que no sabía de ella.

Y la última vez que hablé con su abuelo me quedé encantada. Estaba yendo a un colegio....ya habían cerrado su traqueotomía...sólo un pequeño agujerito....y nada más....pero no caminaba y su peso estaba muy por debajo de la media de los niños de su edad....

Y aún y así, María seguía luchando.

Muchas veces me conecto a Internet, pero no estoy conectada al mensajero, no visible, al menos...

Anoche lo estaba. Escribiendo a mi hermana del alma...cuando Alberto, el abuelo de María Belén me contacta. Estaba triste. Y le pregunté por qué.

Me dijo que era porque María Belén se había ido el 31 de mayo.

Y razono que finalmente se ha cerrado un círculo. Para María más que nada.

Ha podido cerrar una puerta, para después, poder abrir otra, sin miedo y sin dolores.

Sé que ella eligió mal, o al menos así parece, porque también a ella, la eligieron así.

Lo que viene será mejor. Sé que ella está en presencia de Nuestro Padre y se que Él tendrá todas las consideraciones, porque María cumplió con su misión en esta vida que vivimos nosotros.

Vino con un propósito. Y lo cumplió. Ella nos ha enseñado lo que es el AMOR, y no le importó sufrir ni luchar. Sólo que su lucha y su sufrimiento tenían un plazo y gracias a Dios, así ha sido, y ese plazo se ha cumplido.

No la conocí personalmente. Espero subir una foto de ella para que la conozcan...Pero con seguridad María es mucho más que esa foto, que sólo es su envoltorio.

Yo tengo la bendición de tener una nieta de dos años y medio....apenas un poquito menor que esta María que se fue.

Con una realidad diferente.

Pero igualmente, un ángel que va creciendo día a día. La vida ha de depararle lo mejor y ese es mi mejor deseo...

María Belén tenía una fuerte vocación de ángel....y por eso voló....

Por suerte, somos muchas las Marías....las que aún estamos y las que se han ido...pero todas, todas, somos hijas de Nuestra Madre....María también, como nosotras...y que siempre nos ha de recibir en sus brazos, con el mismo amor que nuestra madre terrenal nos ha brindado.

Estoy segura que así ha recibido a nuestra María Belén.

Todo mi amor para ella y mi continuo recuerdo, ahora un poco empañado por las lágrimas, pero después, con la enorme alegría de que finalmente llegó a su verdadera casa.....a su verdadero hogar....

Cada día, todo vuelve a comenzar.

lunes, 10 de octubre de 2011

SIEMPRE LO VEMOS POR TV....SERÁ?

Montevideo, Uruguay, 13 Marzo de 2011

En unos pocos días, si Dios quiere, cumpliré 63 años. Hoy mi ahijado cumplió 42.

Mi papá hubiera cumplido 89, todos en este mes de Marzo.

Vivo en la capital chica de un país más chico aún.

Aquí todos somos directores técnicos, expertos en la oposición, consumados expertos en poner el palo en la rueda de lo que sea que se nos ponga enfrente.

Confesos quejosos a ultranza.

Para el contexto mundial y mucho más para la región, grises.

No somos blanco ni negro, nunca.

Somos poco participativos pero cumplimos con nuestra obligación de ciudadanos, una vez cada cinco años y después, sólo criticamos.

Esta década empezó fuerte.

En el 2010 asistimos por TV a lo peor que le pasó al pueblo haitiano.

Luego al chileno.

Ahorita, seguimos viendo por TV lo que ha pasado en Japón.

Y cuán distintas son las situaciones, ante la misma magnitud de la catástrofe.

Haití, dentro de su absoluta pobreza, quedó en pedazos y en el suelo.

Dejado de la mano, no de Dios. Dejado de la mano de la bendita comunidad internacional.

Recuerdo claramente los fabulosos ofrecimientos de ayuda. Y en medio del desastre, de mi parte, cierta tranquilidad.

Por una vez en la historia las Naciones se volverían Unidas para ayudar a una población en la indigencia. De por vida y por el terremoto.

Asistí dolorida y asombrada a la dilatación de la entrega de esa ayuda.

Ví horrorizada cómo llegaban los aviones cargados de alimentos y medicamentos y ví como quedaban en las pistas, sin que esa ayuda se pudiera efectivizar

Quienes estaban al frente del operativo...? nuestros mayores hermanos del Norte, expertos éllos también en ponerle más de un palo a la rueda de la vida.

Mi país chiquito mandó 4 Upa (unidades potabilizadoras de agua). Para mi tranquilidad, fueron puestas en funcionamiento.

A un año del terremoto en Haití llegó un convidado de piedra, pero previsible.

El cólera.

Y lo que no destruyó el movimiento telúrico, se lo llevó la enterocolitis.

Y seguimos viendo por televisión.

Chile, acá nomás, cruzando la cordillera, siempre estuvo más armado y con condiciones económicas bien diferentes.

Y sé que la ayuda siempre es poca. Pero el gobierno estaba más armado frente a una situación de ese porte, aunque hoy día la señora Ballelet enfrente un juicio por no avisar a tiempo del tsunami.

Chile vió enterrados a 33 mineros emblemáticos, también.

Y también lo vimos por Tv.

Y vimos cómo los sacaban uno a uno.

Y ahora Japón.

Una de las primeras potencias mundiales.

Un pueblo que sufrió, como experimento, la bomba atómica pero que instaló en su superficie 51 centrales nucleares.

Una nación que se levantó de la nada y que trabajó sábados y domingos mientras nosotros comíamos un asado en familia y con amigos.

Un pueblo que ha sufrido uno de los índices más altos de suicidios y de locura.

Pero con seguridad, un pueblo que antepuso el consumismo a años de cultura
por más que en las fábricas todos hagan tai chi en horario especial para desestresarse.

Veía, también por televisión, a un chico o a una muchacha, no supe bien quién era, al momento de salvarlo, celular en mano, filmando.

Y creo que esa imagen me revolvió las tripas.

Porque entre otras cosas son los niños africanos los que trabajan en las minas para después morir sacando el elemento fundamental de tantos de éstos aparatitos nuevos. Sin los cuales la vida no es vida...parecería....

Cuando yo era chica, en una niñez maravillosa, en mi casa no había energía eléctrica.


Obviamente no estoy en contra del progreso. Sí estoy definitivamente en contra de la depredación que hemos hecho y seguimos haciendo los humanos...

Y no pienso en castigos divinos porque estoy muy cierta que Nuestro Padre nos perdona, a todos.

Japón no ha respetado muchas de las leyes internacionales. Japón ha matado indiscriminadamente a las ballenas, un pueblo hermoso y amado que nos ha mandado señales de todo tipo pero que no hemos sabido ver, mucho menos interpretar.

Japón tiene los más bellos cerezos en flor del mundo. Tiene la nieve y tiene el Sol.

Tiene una cultura milenaria....tanto, que nosotros festejamos este año el Bicentenario de mi Patria....doscientos años...una nada en el tiempo de nuestra Tierra, y nos parece una maravilla...qué será para éllos llevar a hombros toda esa cultura?

Y hoy se tambalean las bolsas de Wall Street. Así como ayer veíamos, por televisión, cómo se tambaleaban los rascacielos en Japón.

Pero hoy, el tema excede el terremoto y el tsunami puntuales.

Hoy no hay Norte ni Sur. Ni Pacífico ni Atlántico.

Hoy el mundo enfrenta una emergencia nuclear.

Aún y así, los informativos de la Tv, insisten en que ha habido 1000 muertos.

Y entonces...ese pueblo que tenía 17.000 habitantes, de los cuales han reportado a 7.500...dónde está el resto?

Parecería que el periodismo verdadero no existe. Pero qué digo...claro que no existe!

Si existiera y estuviera comprometido con la gente, no informarían lo que informan...no nos instarían a vacunarnos...no pedirían a las mamás que llevaran a sus niñas a vacunarse contra el cáncer de útero...no apañarían todas las iniquidades que unos pocos realizan en contra de unos muchísimos.

Y hoy no temblaría, sin terremoto, todo lo que tiembla.

Mucho menos, todo lo que amenaza con caerse definitivamente.

Porque ya no sirve más.

No soy apocalíptica. Soy optimista.

Una nueva era llegará a la Tierra. Lo que sí sé cierto es que no todos estaremos aquí para verla.

Y lo mejor será para cada uno, volver a su interior. Tratar de encontrar allí nuestra verdadera esencia.

Relacionarnos con nuestros hermanos, sean humanos, animales, vegetales, minerales....cualquiera cosa viva aún aquí, de la misma forma en que nos relacionamos con nuestra madre.

La que la Naturaleza nos dió, con ese amor incondicional e incomparable,
y la que tenemos todos, esta Madre Tierra que nos ha acompañado y aceptado con lo que tenemos de bueno y de malo...como nuestra verdadera madre.

Honremos la vida y estemos preparados...ya vamos viendo que nada será igual.

Aunque lo veamos por Tv.

sábado, 8 de octubre de 2011

8 DE OCTUBRE DEL 2008

                                 (Ya han pasado tres años de lo escrito pero hoy, tres años
                                   después, lo publico)














41 años atrás...yo tenía 19 años.

Ver en la Revista Life aquellos ojos maravillosos, entrecerrados..

Y aquel cuerpo hecho un guiñapo...descuajaringado, en una especie de batea......por más que
hubieron de ponerlo más o menos bien, para las fotos.

Ese día, se fue el último de los Románticos..

Ese, que puso por ante sus apetencias personales, el amor...

El definitivo amor que le tuvo a sus semejantes.

Y ese mismo, que fue dejado de lado de sus compañeros, de sus camaradas. El peor de todos.... a quien acompañó sin cuestionar..quien sería en todos estos años, el líder de una revolución que apoyamos todos, en sus inicios...

Pero el tiempo pasa... y las cosas toman su lugar definitivo.

Este hombre inmortal supo transitar su camino dejando una huella indeleble.

A veces, estas muertes que nos laten a destiempo...suceden en el mismo preciso momento de suceder. Así se fueron muchos para quedar definitivamente en el colectivo cotidiano y en el corazón de todos.

A este Guevara de la Serna, vaya si hay apellidos contundentes, qué podríamos reprocharle...?

Ser reconocido por todos?..Una utopía sin conclusión?

Un loco enamorado que se fue antes de tiempo?

No...no creo que sea así. Este hombre condujo su entorno para irse sin que su muerte fuera un olvido para nadie.

En la coincidencia o en el discenso...se fue peleando por sus ideales y de alguna
manera, marcó que esos ideales no tienen tiempo. Y que si alguna vez, los dejamos por el camino...sentimos día a día esa vergüenza...la flojedad!

Que porque creció, no dejó de tenerlos. Como tantos de nosotros....que los abortamos en pos de una mejor manera de vivir. Será que a partir de ese momento vivimos mejor...?

Con seguridad no. Pero este hombre coherente, prescindiendo de su salud tan endeble, siguió transitando su camino.

Y hace 41 años atrás quedó como emblema de la ignominia. De la pobreza de espíritu... de las transas que se cometen contra los pueblos..

Claro...ninguno de nosotros apoya la lucha armada.

No después que el Siglo XXI lleva ya 8 años de su existencia.

Aunque en el mismo, la manera de matarnos sea cada vez más sofisticada y más certera!

De cualquier manera, seguimos malamente entreverados. Tal vez para celebrar a este CHE cotidiano hoy leí de nuevo un mensaje de Cuactemoc... reunido hace ya tiempo con la Comunidad Europea.


Yo soy esa América violada, ultrajada, desvastada....minimizada frente al Primer Mundo.

Yo vivo en un país donde no hay indígenas. Nuestros próceres supieron deshacerse de éllos a tiempo...qué tristeza infinita!

Yo sigo siendo esa parte oscura de este continente maravilloso...al que le han cobrado por adelantado las cosas que nunca nos han dado. Y por las que aún hoy, reclaman...y por las que hoy, aún seguimos pagando.

Como decía este Ernesto Guevara de la Serna...este CHE diario en la vida de muchos...

"NI UN SOLO PASO ATRÁS, NI SIQUIERA COMO PARA TOMAR IMPULSO..."

También esto es un recuerdo emocionado para alguien con quien compartí mi vida por un poco de tiempo. Lo había conocido. Y quiero creer que fue así.

Para Ernesto y para Jorge.

Hoy, 8 de Octubre del 2008, cuando ya ninguno de los dos, está.

Pero por suerte, y en la memoria y en el recuerdo de muchos, uno u otro, o ambos, están lindos y jóvenes, tratando de convencernos de que todo se puede en esta vida.

jueves, 6 de octubre de 2011

NUESTROS AMIGOS


(los ángeles que siempre están y que
insistimos en no ver)

Éllos,
pequeñitos, o no tanto,
rondando, vigilantes, compañeros.

Éllos,
los amigos de la infancia,
que tantas veces vimos,
amigos cotideanos, eternos conocidos.

Siempre nos cobijaron en sus alas,

siempre nos susurraron el destino.

Luego, nos crecimos

Son tan pocas las veces que los vemos,

tan pocas las que los sentimos!

Fieles, siempre juntos,
acompañan.

Si escuchamos, atentos, los oímos

si permitimos y abrimos nuestra alma,

siempre están,

atentos, vigilantes, compañeros,

encadenados muy fuerte a nuestra mano,

cumpliendo su trabajo en nuestra hora.

No dejar solos a los humanos.


Llevarlos, bien seguros, a su nido.


Nuestros amigos

POPEYA

                                             (Tal que así era la Pope...con un poquito menos
                                               de pelo y mucho más blanca. Sería que para
                                               hacer juego con mi abuelo.....)

Todavía vivíamos en la "Avícola Cristina".

Ya habrás adivinado que la avícola se llamaba así.....por MI..!!!!!!

Ego dejado de lado, fueron unos tiempos felices de una feliz niñez.

Nada allí nos lastimaba. Sólo nosotras...todas niñas...inventando juegos locos, la mayoría de éllos trepadas en los árboles. Milagrosamente, y no tanto...es decir...como debe ser, lastimaduras serias nunca tuvimos, porque no tengo duda alguna de que cada una de nosotras tironéabamos fuerte de nuestro Angel de la Guarda. Qué trabajo les hemos dado. Pero Ellos estaban allí para cuidarnos y con éllos jugábamos todas.

Eternos compañeros visibles y queridos que se fueron diluyendo con la edad...

Una nostalgia dulce y pesada me hace añorar ese tiempo en que todo era una aventura y nosotras...las heroínas.

A una casa cercana se mudó una familia. Madre y dos hijos adultos...y, obviamente, perra.

Estoy cansada de oír y comprobar que muchas parejas, al cabo de los años de convivencia, terminan pareciéndose físicamente.

He comprobado también que nuestros animales van "adquiriendo" actitudes que tienen sus amos.

En este caso era, sencillamente, así.

Popeya era igual a su dueña.

Era una linda perra lanuda...casi blanca...pero loca, como ninguna...esto es...muy parecida a su dueña.

Esa casa era una locura completa, veinticuatro horas sobre venticuatro.

Por algún motivo, Popeya quedó para que mi abuelo la heredara y allá marchó con todos nosotros a la chacra, cuando finalmente nos mudamos.

Y siempre fue así. Loca, pero de remate.

Con el tiempo vendría a esa casa otro perro loco. Pero loco de amor por nosotros.

Fueron los dos únicos que se encargaron de remover la tierra como para sembrar, de destruir, cuales tornados imparables..todo lo que más o menos había a su alcance.

No era una perra a la que se le pudiera amar fácilmente. Pero se encargó de marcar presencia.

Y un día...se fue para no volver.


Bajo aquel césped verde y tupido, y envuelta en la frazada familiar, quedó toda su furia...sus enojos....y mi enorme pena por no haberla entendido...se había ido la Pope

Era...simplemente loca. Como somos algunos de nosotros.

lunes, 3 de octubre de 2011

LOBO

Siempre me pareció increíble que yo nunca hubiera estado en la parición de alguno de nuestros animales.

En casa había perras, yeguas, vacas, ovejas....de alguna manera, y con seguridad por los tiempos en que yo vivía, cuando era niña...todas esas cosas estaban reservadas a los "mayores".

Esos mismos mayores que cuando trataban algún tema...de mayores....decían como al pasar que no hablaban porque....había ropa tendida.

Malos. La "ropa tendida" éramos nosotros...los chicos...que siempre nos quedábamos con ganas de saber cosas...Pero ni modo...era como que todos eran mudos, sordos, ciegos....qué malos!

Pero como todo llega en la vida....yo ya era muy...muyyyyy grande cuando ví por primera vez a una perra parir.

Teníamos a unos amigos que iban, un fin de semana sí y otro también a nuestra casa en el campo.

Ellos llevaron a su perra, casi parturienta...y ella, tranquila y simplemente, se consiguió el lugar adecuado para dar a luz.

Se fue al último cuarto....se metió en la parte baja de un ropero.... y sabiendo de su tema, le acondicionamos "la sala de partos"....

Y allí....echadas boca abajo en la cama...mirando el lugar donde la Chiquita( de éllos) se acomodó...vimos cómo, uno a uno iban saliendo esos cachorros deliciosos, encapsulados en esa tela brillante y flexible que los alimentó durante la estancia en la panza de su mamá...y que su mamá retiró amorosamente y se comió, para dejarlos lustrosos, gorditos y chillones frente a nuestros ojos maravillados.

La perra con sus 3 cachorros volvió a la ciudad.

Pero uno estaba definitivamente condenado a regresar al lugar donde vió, por primera vez, la luz. Y donde vimos que sus ojitos sellados, se abrían...

Y una tarde ya de invierno....lluviosa, con viento...llegamos con mis amigos y "LOBO", para quedarse.

Llegar fue una odisea. Auto empantanado. Barro por todos lados. Mi amiga quedó como un hermoso helado de chocolate...ayudamos a salir el auto de ese barro...ella se ubicó mal...y bueno....las ruedas giran rápido y en un solo sentido...algo inenarrable...pero con seguridad, con demasiado barro para ser real...así llegamos con Lobo de dos meses...abrazado y adentro del abrigo.

Y allí empezó otro tiempo. Perrito bebé adentro de la casa. Pero además perrito delicioso.

Y como perrito de menos de tres meses...sin control sobre sus esfínteres.

Es imposible de creer cómo algo tan pequeñito pueda hacer tanto pis y caca. Por cualquier duda, remitirse a mi mamá.

Lobo andaba caminando por la casa y por ahí...se abría de patas (era pequeñito, imposible que la levantara). Verlo y darle un grito era todo uno...con lo cual el mal era mayor.....allá salía Lobo...con sus cuatro patas desparramadas, desparramando su pichí por la casa...

Mi amiga sentenció....a los tres meses esto se soluciona. Y fue así. A partir de sus tres meses este loco fantástico andaba por todos lados...pero salía a hacer lo suyo en el campo. Volvía y fue ...uno de los dueños de la casa!!!!!!

Prendíamos a la nochecita la estufa a leña. No comimos perro asado por esas cosas.

Porque el hacía todo lo necesario como para asarse. Se acostaba, panza al calor de la estufa...y veías cómo, poco a poco, se iba poniendo rojo....claro...nunca se tostó...sino...lo hubiéramos comido a las brasas nomás. Esto es broma, claro...mmmmm...

Tuve con el un amor especial.

El sabía que con cada fin de semana yo llegaba. Y los viernes a la nochecita o los sábados a la mañana, reiterábamos nuestra historia de amor.

Y allá estaba Lobo sentado en el pasto, cerquita de la casa, pero mirando para el camino por donde vería aparecer a su amor.

Y su amor, puntualmente llegaba.

Y allá salía, que le volaban las patas a hacerme todas las fiestas que sabía hacer.

En casa había un sillón muy cómodo. Rojo....y aunque un poco viejo y desvencijado...nos contenía a los dos. Yo sentada. Lobo sentado arriba mío...y ahí daba vueltas y vueltas tratando de acomodarse lo mejor posible. Se acomodaba. Y yo ya no podía ir ni siquiera al baño. Dormía, se quejaba, me miraba...pero siempre contenido y con unos mimos de tal tamaño que era imposible que entraran en mi corazón y en el de él.

Lobo fue creciendo. Era un hermoso animal. Blanco y con dos manchas marrones, una sobre su paleta derecha..la otra un poco más sobre el lomo.

Y sábado a sábado acomodarnos en el mismo sillón era, simplemente, una odisea....

Nos quedaba muy chico ese sillón pero.... era nuestra guarida.

Y después de mucho rezongar y tratar de meternos en los espacios que nos lo permitían....quedábamos arreglados para una buena parte de la noche, así cenábamos y mirábamos tele...así charlábamos en familia...yo inamovible y Lobo, como de piedra, arriba mío.

El dormía en una cucha especial. Entre un sillón grande y la pared había quedado un espacio. Allí mi mamá le armó su cama. Y era de maravilla ver, cuando llegaba la hora de acostarnos, cómo mi mamá calentaba su frazada en el fuego de la estufa. Es como una fotografía eso. Mi madre con su frazada en la boca de la estufa...un poco más atrás él, esperando. Y allá salían los dos, como disparados, hacia esa cucha que...siempre, sentí, era la cama que muchos niños no tienen.

Se acostaba de costado, con su almohada y mi mamá lo tapaba.

Toda la noche este tremendo bandido dormía como un bebé. Bebé perro, pero definitivamente bebé.

Era una época en donde no existían las Veterinarias. Con seguridad las habría, pero nunca estaban destinadas a cuidar de nuestras mascotas, como ahora.

Y cada perro que pasó por nuestro hogar, sino hasta los últimos, no supo nunca que había un doctor de perros que podía mejorarlos.

Lobo se empezó a sentir mal.

Tuvo una enfermedad característica de éllos. Parvovirosis. Qué nombre horrible!

Y aquel perro joven y hermoso, compañero mío en el amor, se fue desangrando sin poder encontrar una solución para salvarlo.

Llegar a mi casa el sábado siguiente y que no estuviera era algo que no podía entrar en mi cabeza y mucho menos en mi corazón.

De nuestras queridas sombras sé que siempre fue el más mío.

Y con seguridad Lobo debe andar dando vueltas por ahí...esperando encontrarme en alguna vuelta del camino.

Y puntualmente, en ese cruce, nuevamente nos encontraremos.


                    (Este Lobo cybernético que Internet  me provee, es harto parecido a aquel
                     cachorro pequeñito y gordito que llegó un día a la casa en que nació, esa
                     vez para quedarse y para darme la dicha de amarnos mutuamente. Sus
                     manchas marrones oscuras, dos, estaban sobre su lomo, no en su cara.
                     Pero este pequeñajo es muy parecido y los ilustrará acerca de la maravilla
                     que nos permitió verlo crecer y amar, con la facilidad misma con la cual
                     respiramos)