sábado, 22 de diciembre de 2012

EN VISPERAS DE ESTA NAVIDAD

gifs belen (24)


En estas vísperas, va, como en el año anterior, mi saludo amoroso para todos.

Me llamó la atención el año pasado y me ha llamado también la atención este año.

Me refiero especialmente a las personas que entran en el blog  para leer.

Y es ese relato de navidad de mi infancia una de las cosas más leídas llegando estas fechas.

Y me pregunto por qué.

Pienso tal vez, que muchas de esas  personas han tenido navidades parecidas a las mías.

Ésas, inigualables, que compartimos con nuestros mayores y con nuestros amigos. Ésas, que tenían una magia y una ilusión incomparables. Ésas, que muchas veces vuelven a nuestros recuerdos, creando una nostalgia y una melancolía que en verdad se parecen mucho a la tristeza pero que definitivamente no lo es.

Nada de lo que hay hoy, había.

No existían los shoppings multitudinarios, acaso alguna tienda importante a la que visitábamos  en ocasiones muy especiales.

No existían los apuros ni los empujones. Y mucho menos existía el mal humor.

La gentileza en el trato,  era el pan de todos los días y en eso,  mi abuelo Modesto era realmente un maestro.  Nunca conocí a nadie tan gentil como él.

No existían los choques absurdos ni las muertes más absurdas, aún. Sería tal vez, porque había pocos autos. Hoy, y sin temor a equivocarme, creo que hay más autos que gente. Al menos así es en mi Montevideo. 

Cuando aquellas navidades y en el campo, que por otra parte era muy cercano a la ciudad, ver pasar un auto por la carretera era como una aventura, a la que esperábamos adecuadamente sentadas en unos tubos grandes de cemento que se utilizarían para hacer la entrada a la avícola.

 Nunca se utilizaron…sería porque siempre se pudo entrar y salir de ella sin ninguna clase de problemas. Tal vez algún auto se empantanó, pero eso, lo que hacía en realidad, era ponerle un poco de sal a los tranquilos días que vivíamos.

No existía el afán enfermizo por comprar, por tener, por mostrar.

Simplemente, éramos
.
Y mucho más que eso, éramos libres.

Si alguna penitencia nos ataba, era por un ratito. La libertad siempre fue nuestro bien más preciado.  Comprobar eso, pasando el tiempo, fue una de las razones de ser felices. 

Y esa felicidad natural, intrínseca a cada uno de nosotros, de alguna manera nos indicó que para serlo, que lo éramos con muy pocas cosas, sí había algo que también era el pan diario.

Eso fue la libertad. Sin ella,  hubiéramos sido como estos niños de este tiempo. 

Inconformables,  manipuladores,  sin afán de conocimientos,  mucho menos de aventuras.

Irremediables obesos a futuro,  aunque muchos ya lo sean. Pálidos,  sin lastimaduras, ni marcas que dejaron juegos muchas veces peligrosos. Claro, el peligro era un árbol, o un ternero que corría desbocado, o un tajamar que cedía en sus bordes para tumbarnos en él.

También es cierto que siempre había muchos ojos, mirándonos. Mirando y cuidándonos.

Pero sin muchas palabras altisonantes. Nos dejaban ser. 

Por eso será que aprendimos todas las lecciones desde el pie.

Y bueno….así ha pasado el tiempo y la vida.

Nada es como antes. Esto dicho desde la emoción y no desde el dolor.

Entonces, privilegiar la Navidad como un momento de comunión con la gente que tenemos, con la que ya no está, pero sí, indeleble en el recuerdo;  con todos los afectos y nuestros amores.  Estén donde estén.

Y sobre todo recordar que a quien festejamos no está físicamente,  pero sí en el hogar de cada uno de nosotros.

Y más que nada debe estar en cada uno de nuestros corazones.

Ha llegado la hora de manejarnos desde y con el amor. Ese debe ser un norte en nuestras vidas, mucho más cuando perdemos la brújula que nos guía.

En las noches estrelladas y oscuras, en este hemisferio,  la Cruz del Sur siempre ha sido un rumbo a seguir.

Celebro que podamos aceptar con humildad todo lo que el Universo perfecto nos da.

Por sobre él, y a como cada uno le llame, permitamos que esa fuerza Suprema sea quien guie nuestros pasos.

A veces estamos tan cansados, que no nos viene mal esa ayuda que está al alcance de nuestra mano y de nuestro corazón, pero que tantas veces no queremos admitir.

Feliz Navidad para todos.

Va por ustedes y con todo mi amor.


Y especialmente para mi mamá y para mi hermana. Para mis sobrinas. Para Paul y para César. Para Francisco, María Eugenia y también para Germán, a quien esperamos con amor y ansiosos. Para Mabel.  Para mi tía María y para Lilián.
Para Gerhild, mi hermana de los tiempos y de muchas vidas.
Para Sol, mi amiga del alma y de esta vida.
Para Esther, mi famosa comadre, protagonista de no pocas historias de la niñez. Y que deberá acompañarme a los Buenos Aires a recibir la mención que me han otorgado por dos relatos y que integrarán una antología…quién lo diría…no?
En realidad es para todos, pero esta gente ha sido y es parte de mi vida misma.



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