Hoy, 13 de Mayo, en mi país, se festeja el día de la madre.
Me vengo preguntando si estos locos furiosos, malparidos, que en un segundo terminan con la vida de alguien, tienen madre.
Porque ni siendo de gajo, como decía mi abuela, se justifican sus actitudes.
Teniendo madre, menos. Pero viendo a las madres, esposas, hermanas, compañeras, amigas...no sé...cualquier parentesco que tengan, de las mujeres que van a visitar a los presos que han destruído dos módulos de un penal, uno más o menos va entendiendo la cosa.
Hemos hablado hasta el cansancio de los Derechos Humanos.
Y todas esas mujeres claman a los gritos por éllos, cuando alguno de los suyos deba pasar la noche al aire libre después de haber masacrado el lugar que los contenía.
Es una impotencia feroz la que nos ataca. Nos ataca a los que nos quedamos del lado de acá.
Del lado del trabajo de todos los días, de la educación impartida desde el pie a nuestros niños. Del intentar ganarnos el pan de cada día, tal vez de la forma menos fácil...trabajando de sol a sol.
De los muchos anónimos que no saldremos ni en los diarios ni en la televisión. Aunque eso tampoco sea seguro.
De los que componemos la sociedad. Esa, que tiene tantos puntos oscuros. Esa, que admite que cada uno de nuestros jubilados, de alguna manera pague los desmanes perpetrados porque, aquellos, no están insertados, porque son discriminados, porque tienen alguna carátula que no es conveniente.
Hay planes de todo tipo. Y el Estado ampara, creo que en demasía.
Pero no sólo el Estado. Hay un sin fin de ONG que hacen un trabajo de hormiga, contínuo, sin desmayos.
Y hay quien opta por integrarse y ser buena gente y trabajar.
Pero el sistema es perverso.
Tantas veces digo, y lo digo en serio, que me gustaría mucho estar al frente de un penal. Claro que sé que no es tarea grata ni fácil.
Pero mientras privilegiemos el ocio, mientras la entrada de las drogas sea cosa de todos los días, mientras un capo mafia pueda, desde la cárcel, mover los hilos de afuera, nada vamos a conseguir.
Hemos perdido nuestros Derechos Humanos.
Todos los que día a día, nos levantamos, contra viento y marea, a cumplir con las obligaciones que tenemos. Todos los que insistimos en vivir tras las rejas que cada día más contienen nuestro espacio. Todos los que pagamos impuestos. Todos los que estamos expuestos a que venga un nene, calzando los mejores championes y vistiendo el mejor jogging de marca, traspasado de pasta base, con una pistola en la mano y sin ninguna pena por dejarnos secos en el suelo.
Y pienso de qué Derechos Humanos le van a hablar a la viuda de un hombre de 34 años y padre de 5 hijos.
Qué le podemos decir a una mujer que en un segundo perdió a su amor, perdió al padre de sus hijos, perdió el respaldo y el sustento de la familia. Qué le podemos decir, sino morirnos de vergüenza porque todos estamos permitiendo esta masacre que está ocurriendo en mi pequeño país de tres millones de habitantes.
Qué le puede decir un legislador que no legisla?
Qué le puede aportar un policía, que por herir a un delincuente escapado, ahora está preso?
Pero es que empezamos a vivir en el país del revés y no precisamente en el de María Elena.
Son tiempos difíciles y extraños.
Pero debemos ocupar el lugar que nos ha tocado a cada uno.
Ya no se vale más el dar vuelta la cara.
El país del no te metás ha dejado de existir.
Desde cada uno de nuestros pequeñitos lugares debemos empoderarnos de lo que aún queda por salvar.
Somos los habitantes de un maravilloso y pequeño País. En donde los suicidios son tantos, que ninguna noticia se da para que no cunda el pánico.
Ya no es el pánico del Chavo. Ya no son aquellas locuras que nos ponían, sanamente a reir.
Este pánico es verdadero. Y a todos nos va nuestra actitud frente a la vida.
Estos nenes, malsanos, con la cabeza reventada, muchas veces protegidos por sus familias y muchas más tantísimas no, no deberían poder con una sociedad que no los quiere, pero que no los abandona.
Pero es tan grande la bronca, tan grande el dolor, que muchas veces entiendo que no se sepa cómo se sigue.
Con seguridad no es accediendo a cada requerimiento, cuando están guardados. Claro que no.
Si no les han enseñado, es hora ya de que les enseñen que la vida es otra cosa.
O de que se los enseñemos nosotros.
Mientras el sistema no cambie, mientras nuestros legisladores sigan parloteando en vez de trabajar como cada uno de nosotros, nada cambiará.
Sigo pensando en los Derechos Humanos de los que estamos en libertad.
Estamos en libertad?
Siento un dolor profundo y una vergüenza que no puedo remontar.
En homenaje a mi hermana del alma argentina y a Graciela, intento nuevamente darle forma a este blog. Y cuando digo mi hermana del alma argentina, así sin nombre, lo tiene, pero no quiere que sea conocido...ella igual sabe que es mi amiga del alma y en algún lugar del tiempo nos encontramos para ya no separarnos más...
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