domingo, 28 de julio de 2013

UNA CARTA DE AMOR

Bisabuela:

Nunca imaginé que hoy estaría escribiendo una carta para ti.

Pero siempre llega, en la circunstancia de cada quien, el momento de ajustar cuentas.

Y yo quiero,  es decir,  necesito,  que te vayas al más lejano de los pasados.

Y esto,  es por nuestro bien común.

Descreíste de tu hijo.  Alguien,  con una dignidad y honradez que es difícil de encontrar. Tuviste la frescura de sumir en la desgracia familiar a mi abuelo.

Y es por eso que te escribo hoy. Para hacer justicia con él y para perdonarte por haber optado por familiares que sí te estafaron, que no abuelo Modesto.

Pero bueno, ya tú te habrás enterado quién era verdaderamente tu hijo.

Y pienso que no pocas lágrimas habrás derramado por haber maldecido a mi abuelo y a toda su parentela. Aún en ese estado,  que no terrenal, pienso en tu sufrimiento por haber sido tan injusta.

Yo soy familia de mi abuelo. Y él está presente en mis días actuales, porque fue él que me acompañó cuando era una niña,  sabiendo por sus historias,  del profundo amor que te profesaba.

Cuando uno puede pisotear lo mejor que tiene, con una dureza infinita, es que ya ha perdido las mejores referencias que nos han podido dar.

Y me lamento que no hayas tenido muchas.

Te casaste con una delicia de persona. Y querría creer que mi bisabuelo Estanislao fue feliz a tu lado.  Pero ya no es hora de saberlo.

Sí es hora para mí de terminar de creer en todo el mal que nos has hecho al maldecir a mi abuelo.
Tu sombra se ha llevado las cosas más preciadas para mí.

Y necesito perdonarte, porque , si así  no lo hiciera, tampoco tendría perdón para mí.

Signaste nuestro destino al olvidarte de lo que Modesto fue en tu vida.

Y yo no puedo cometer el mismo error.

Lo peor que me hubiera podido pasar, sucedió.

He perdido el amor de mi hermana que piensa y me lo ha dicho, soy una persona para el olvido, en el mejor de los casos. Tu mano se ve en esto.

Quiero recuperar mi autoestima. Ni tú ni mi hermana me pueden  convencer de que soy un ser infame.

Transitar la vida familiar ha sido un placer renovado.

Pero hoy,  yo no tengo una vida familiar. Porque la familia se ha ido haciendo chica, cada vez más, aunque mi bien más preciado sea mi madre, con la cual compartimos días, dolores, risas y llantos.
Cuando alguien, viceralmente, te destruye…encontrar de nuevo el camino se hace difícil.

Por eso, esta carta.

Con seguridad no es para decirte que te amo…aunque debería ser así.

Esta carta es para que las dos nos desentendamos de una vez y para siempre de que en algún momento hemos sido familia.

Yo te perdono,  y es cierto que es desde mi mejor entendimiento interno. También necesito que me perdones. Que te olvides de la familia que creó tu hijo, ese que tanto te amó.
Una barrera profunda te encargaste de crear entre mi abuelo y tu familia.
El, pudo, seguir con la vida,  y ser un ser luminoso al que lamentablemente no viste ni amaste. Y te lo perdiste y eso es casi…imperdonable.

Nos has quitado cosas muy importantes.  Y lo volviste a hacer.

Pero ya no más. Vuelves a tu lugar y yo vuelvo al mío.

Así que, bisabuela, es muy duro para mí no nombrarte con tu nombre, que como entenderás, conozco desde el pie.

Es muy duro, yo, que busco rastros, huellas y fotos de los míos, no poner en esto tu foto, que obviamente, tengo.

Pero a la oscuridad en que te has enterrado,  yo ofrezco un poco de luz.

A cambio te pido que ya no nos hagas más mal de que has hecho.

Ese debe ser nuestro trato.

Te quedas en un pasado que no reconozco. Ya no somos más nada entre nosotras.

Intenta descansar, de alguna manera, tranquila.

Es  lo mejor que te puedo desear.

Y, olvídanos.

No nos sigas castigando por algo que no pasó.

No te sigas llevando lo que me importa.

Nuestra historia en común se cierra aquí.

Yo te libero de mis iras. De la incomprensión.

Ocupemos de una vez y para siempre el lugar que tenemos.

Tú, allá, en donde estés.

Yo, aún aquí, recordando a mi abuelo, como el gran hombre que fue.

Sé que él descansa tranquilo, hizo todo lo que debía hacer desde su lugar en nuestro mundo.

Calzo mis zapatos con orgullo.

Jamás podría haber estado en los tuyos.

Pero ya basta…ya está bién…descansemos las dos.

Bisabuela…te perdono.

Esperaría que tú hicieras lo mismo conmigo.

Estás liberada y yo también.

Junto, uno a uno, los pedazos que han ido quedando de mí.

Sé que ya no nos veremos más.

Aquí se termina nuestra historia en común.

Mi deseo es que nuestros caminos sigan adelante.

Y sin dudas, será así.

Hasta ya nunca más, pero no olvides que debí poner lo mejor de mí para despedirnos y ya no lastimarnos.

Adiós.