En estos pocos meses, la paloma está empollando otra vez.
Hasta había pensado en huevos psicológicos, como los embarazos de algunas mujeres. Pero no, nada de sicología. Simple Naturaleza en acción.
Por lo demás, intenté informarme un poco acerca de las crias de las palomas. Así, me he enterado de que entre 14 y 18 veces empollan en el correr de cada año.
Entre nidada y nidada, mi paloma amiga deja el nido por un día o dos y lo reconstruye. Vuelve a juntar pastitos y ramas pequeñas, vuelve a entrelazarlos y allá se acomoda nuevamente, por cerca de otros casi 20 días.
No he visto nunca a los pichones.
Pero sin duda, allí han estado.
El otro día recibí la foto que más arriba ven.
Me ha parecido un bello símbolo de amor y protección y con ella homenajeo a esta madre empecinada, que empolla y empolla sin importarle los feroces calores como tampoco el viento fortísimo o la lluvia, cuando los ha habido.
Esta vez mi paloma me ha enseñado la constancia.
Y como cada día, yo la saludo, agradecida.